La “sorpresa de octubre” es un popular término usado en la política estadounidense para describir un evento –o varios- que tienen el potencial de alterar el curso de una contienda por la Casa Blanca a pocos días de que los votantes acudan a las urnas.
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Y si bien la actual carrera electoral actual, entre Kamala Harris y Donald Trump, ha estado plagada de sobresaltos -dos intentos de asesinato o el retiro del presidente en ejercicio, por solo citar algunos- los desarrollos de esta semana tanto en la arena internacional como de la política doméstica bien podrían terminar siendo la gota que incline el péndulo de una carrera que sigue luciendo extremadamente apretada.
Sin embargo, el que más pesa es la expansión del conflicto en Oriente Medio luego de la incursión israelí en el Líbano y la violenta respuesta de Irán, que lanzó más de 200 misiles contra el Estado hebreo en retaliación por el asesinato de varios de los líderes de Hezbolá y Hamás.
El caos y la inestabilidad son lo último que necesita una administración en ejercicio cuando está a pocas semanas de unas elecciones presidenciales
Todo esto plantea un desafió formidable para un Biden que arrancó su presidencia con el firme propósito de alejarse de conflictos como el de Gaza para concentrarse en China y Rusia, que piensan son asuntos existenciales.
Aunque la crisis actual la desató el atentado terrorista de Hamás del 7 de octubre pasado, Biden nunca pudo -al menos hasta ahora- influir para que la respuesta de Israel fuera proporcionada y sus planes de cese al fuego terminaron en fracaso. Muchos analistas opinan que ahora el cálculo del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al lanzar su ofensiva contra Hezbolá en el Líbano es que Biden -y por descarte Harris- tendrá que apoyarlo así se desate una guerra total contra Irán precisamente por la cercanía de las elecciones.
De momento, hasta el cierre de esta edición, el mundo contenía el aliento pendiente de la respuesta israelí con rumores de un posible ataque contra las centrales nucleares de Teherán o sus reservas petroleras. Lo cual, sostienen los analistas, probablemente desatará un conflicto directo entre estas dos potencias que terminaría por arrastrar a Estados Unidos -el principal aliado de Israel- y quizá a otros actores regionales.
Si a eso se suma la huelga masiva de trabajadores en los puertos que puede interrumpir las cadenas de suministros y volver a empujar al alza la inflación, y el desastre que dejó el huracán Helene –con casi 200 personas muertas y comunidades enteras sin agua ni luz-, todo esto se puede traducir en una tormenta perfecta antes de las elecciones.
Todos son retos descomunales para la administración de Joe Biden y que se repercutirán en la candidatura de Harris -vicepresidenta y candidata- así el origen esté fuera de su control (un desastre natural, un conflicto internacional y un paro de trabajadores que reclaman mejores salarios de las empresas).
“El caos y la inestabilidad son lo último que necesita una administración en ejercicio cuando está a pocas semanas de unas elecciones presidenciales. Pero esa es, precisamente, la realidad que de repente enfrenta Harris y de cuyo manejo depende en buena parte su fortuna el próximo 5 de noviembre”, escribía Dan Baltz, analista político del Washington Post.
Algo que Trump por supuesto sabe y tratará de explotar en esta recta final.
“Miren el mundo de hoy. Miren los misiles cayendo en Oriente Medio, miren lo que pasa con Rusia y Ucrania, miren como la inflación está destruyendo al mundo. Nada de esto estaba pasando cuando yo era presidente”, escribió el expresidente en sus redes sociales.
Miren el mundo de hoy. Miren los misiles cayendo en Oriente Medio, miren lo que pasa con Rusia y Ucrania, miren como la inflación está destruyendo al mundo. Nada de esto estaba pasando cuando yo era presidente
Un argumento, sobra decir, que ignora lo caótico que fueron sus cuatro años de gobierno y del cual emanan muchos de los problemas actuales. Hace poco, de hecho, más de 100 líderes republicanos especializados en seguridad nacional y temas de defensa, escribieron una carta en la que alegan que Trump no está en condiciones de ser el nuevo comandante en jefe y que, antes, pondría al país aún más en riesgo dada su falta de experiencia en política internacional y tendencias autoritarias.
Sin embargo, y dado que de momento no en está en la Casa Blanca, los eventos de la semana sí le permiten mostrar a Biden-Harris como una dupla incompetente y responsable de las crisis que sacuden al país.
Entre todo, por supuesto, una guerra salida de control en Oriente Medio plantea el reto y amenaza más grande para las aspiraciones de Harris.
¿Cómo impactan los conflictos en Estados Unidos?
Nadie olvida, por ejemplo, cómo el manejo de la guerra en Vietnam les costó la presidencia a los demócratas en 1968. O lo que sucedió en los comicios de 1980, cuando Ronald Reagan derrotó al presidente Jimmy Carter en gran parte por el impacto que causó el secuestro de 50 estadounidenses en Irán tras la revolución islámica de 1979.
A parte de la narrativa de caos que promulgan Trump y los republicanos, la crisis en Oriente Medio plante dos retos adicionales. Por un lado, la posibilidad de que dispare los precios del petróleo y encarezca el costo de vida, ya de por sí alto y uno de los flancos más débiles de esta administración -y de Harris como su heredera-.
Por otro, amenaza con dividir aún más a la coalición demócrata, que actualmente está fracturada en dos facciones frente a este tema: una que incluye a los votantes jóvenes y la comunidad árabe, que le pide a la administración suspender la entrega de armas a Israel y que reclama una investigación por las violaciones a los derechos humanos, y otra que favorece una aproximación pragmática que empuja por un cese de hostilidades y la moderación de Israel, pero sin retirar el apoyo.
Si bien es poco probable que tanto jóvenes como árabes favorezcan a Donald Trump –pues las posiciones del republicano están aún más alineadas con las de Benjamín Netanyahu- podrían optar por no votar, lo cual sería grave para las aspiraciones de la vicepresidenta. Adicionalmente, están los indecisos o votantes independientes que quizá duden si Harris tiene las credenciales para sortear una crisis de este calado.
“La administración Biden está ante un imposible. Se le critica por su falta de empatía ante el sufrimiento de los palestinos y por doble moral cuando favorece a sus aliados. Pero a su vez está la percepción de que el gobierno pasa de una crisis de política exterior a otra. Lo cual Trump explota como ejemplo de su debilidad y el disminuido rol de Estados Unidos en el tablero internacional”, sostiene la analista Miram Aister en The Conversation.
La administración Biden está ante un imposible. Se le critica por su falta de empatía ante el sufrimiento de los palestinos y por doble moral cuando favorece a sus aliados
Sin embargo, Trump tampoco la tiene fácil. Esta semana se conocieron los argumentos del Fiscal Especial Jack Smith en el proceso criminal que tiene abierto por interferir en las elecciones del 2020. Y si bien mucho ya se conocía, el escrito de 165 páginas presentado por el Fiscal contiene serias acusaciones sobre los extremos a los que llegó el expresidente para “robarse” las elecciones y permanecer en el poder.
Trump, alegó Smith, era consciente de que había perdido las elecciones y sin embargo “utilizó actores privados y la infraestructura de su campaña para intentar revertir el resultado”. Es incierto sin las nuevas revelaciones tendrán impacto alguno en la percepción de los votantes. Pero si ponen el caótico final de los comicios del 2020 -con la toma del Capitolio incluida- nuevamente sobre la mesa y justo cuando muchos están por tomar su decisión final.
Tampoco es claro si alguno de estos nuevos desarrollos tendrá un efecto determinante, o duradero, en una campaña que ha sido toda una montaña rusa.
Más incierto -y explosivo- se ve el futuro próximo en Oriente Medio. Pero bien podría terminar siendo una delicada escaramuza que no pase a mayores. Lo que sí resulta evidente, como demuestran estas “sorpresas de octubre”, es que la última página de esta contienda está aún lejos de ser escrita.
SERGIO GÓMEZ MASERI Corresponsal de EL TIEMPO Washington