Un gaitero encaramado en una rama del palo de mamón tocaba: “este es el amor-amor, el amor que me divierte, (…)”, a cuyo son se bailaba en las calles de cielos abiertos y se brindaba en los callejones entre el humo del tabaco y el trago de ‘ñeque’ compañero.
Ese fue el primer Cuadro vivo de Galeras, según lo contaban los abuelos, quienes nos enseñaron a querer este arte tan original como expresivo que solo se puede admirar en los Festivales de Galeras, el pueblo-arte que desde el final de las sabanas se asoma a los caños de aguas indomables en cuyas orillas nacieron las páginas inmortales de Cien años de soledad. Es que todo se funde y se confunde en la algarabía de pueblos que es el Caribe colombiano.
Cuando se reconoció por el Ministerio de Cultura que los Cuadros vivos eran patrimonio cultural inmaterial de Colombia (2014), entendí con regocijo en el alma que era la hora de pasar la antorcha a las nuevas generaciones que se acunaron con la gaita del ‘amor-amor’ y dieron sus primeros pasos en los escenarios de los Cuadros vivos: el patio sembrado de árboles de mango y níspero, y en la mesa del comedor que adornaban sus padres para representar la aventura de sus vidas.
Uno de los artesanos creador de los cuadros vivos de Galeras (Colombia), José Galé. Foto:EFE
Entonces escribí: “Los de la vieja guardia esperamos recibir dentro de pocos años la llamada feliz en la que se nos comunique que los Cuadros vivos de Galeras se elevan aún más: a la categoría de patrimonio cultural inmaterial de la humanidad”.
Esa llamada envía las primeras señales desde las aguas azules de un lago paraguayo que se volvió canción: Ypacaraí. Allí se reúne esta semana el Comité Intergubernamental para la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial de la Unesco. Y se conoció ayer, a través del Ministerio de Cultura, que se incluirán los Cuadros vivos de Galeras en la Lista Representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
Sí, los Cuadros Vivos han dado un salto a la gloria.
Nuestros héroes son artistas espontáneos, populares, pobres, que reclaman la presencia de un generoso Mecenas
La representación, con personajes vivos, de una escena fue reconocida durante la decimonovena sesión del Comité Intergubernamental en la ciudad paraguaya de Luque.
“Los Cuadros vivos de Galeras involucran a todos los habitantes del municipio. En el montaje, producción y puesta en escena, generalmente un creador lidera el proceso”, destaca la ficha de la candidatura analizada por el Comité Intergubernamental. Según la postulación, las personas que participan en la escena son actores espontáneos llamados de forma satírica “Diosas” y “Dioses”. Y la producción también involucra a voluntarios dedicados.
Es admirable cómo los Cuadros vivos, que se “pintan” desde siempre en Galeras, han logrado tan alto reconocimiento mundial. Las “calles vestidas” son mini-escenarios en el frente de las casas en los cuales los “creadores” representan la belleza de sus tradiciones centenarias, la tragedia de la pobreza y las maravillas del amor. Es una galería al aire libre en las tardes-noches de un pueblo que ha convertido su arte en un alfabeto original, único, con el cual conversa incluso con los dioses del Olimpo, después de abrazar al amigo campesino que suda su trabajo.
La embajadora de Colombia ante la Unesco, Laura Guillém (C), participa en el acto de declaratoria . Foto:EFE
El arte de Galeras sigue siendo autentico, parroquial y cosmopolita. Los colegios de bachillerato en la Semana Cultural, profesores y estudiantes universitarios, artistas y novelistas, poetas y guionistas, cuenteros y ensayistas, críticos y autores concurren al pueblo para tratar de desentrañar el milagro de un arte efímero que salió del alma campesina pero que, desde la vertiginosa realidad contemporánea, es tan sencillo como audaz, tan atrevido y desafiante, que el erotismo de sus representaciones parece salido de las páginas de Boccaccio.
Por esa atrayente combinación entre la tradición y el porvenir, el cine y el teatro, la narración y el retrato, el poema y la canción, es que los Cuadros vivos han lanzado un novedoso y alegre interrogante a la escena universal.
Siempre supe que cuando el mundo los conociera subirían al infinito de la mano de Minerva y al son de los tambores del fandango popular que cantan la paradoja: este arte efímero tiene misión de trascendencia.
La cámara de Olga Lucía Jordán, la fotógrafa del arte, logró captar el alboroto alucinado de la mañana: “Trae la cortina blanca; no, esa silla no; aquí está planchado el vestido verde de la diosa; Toño, amarra bien el burro; Samuel, calla a ese perro; Ciro, aterriza (…)”.
A las 6:30 de la tarde empieza el espectáculo: se montan por dos horas los Cuadros vivos, y una romería desordenada y alegre de 2.000 o más personas recorren las calles vestidas para ver los 30 cuadros, en los que se representa: cómo estalla la tarde con sus arreboles o el aleteo de una guacamaya que nos regala todos los colores tropicales mientras se pila un manojo de arroz; o un rescoldo triste con los recuerdos del ayer.
Artesana María del Rosario Romero, una de las creadoras de los cuadros vivos de Galeras (Colombia). Foto:EFE
Y es infaltable, dado su origen religioso, un Nazareno que asciende con la cruz a cuestas al Calvario, cuyo rostro trágico hizo exclamar a Jorge Ali Triana: “Es que son muy buenos actores”.
Cuando los Cuadros vivos llegaron a Cartagena escribieron, en la plaza de la Proclamación, la utopía del más grande de los escritores de la lengua castellana: “Gabo revive en las calles de Cartagena”, tituló en primera página del diario La Vanguardia, de Barcelona. Y así han seguido escribiendo, pintando y cantando con la gracia de los elegidos y el alma de la provincia colombiana.
Una de las características más notables de esta expresión artística es la intervención de la comunidad, que no tiene límites. ¿Cuántos contribuyen a un Cuadro vivo? Puede ser una sola persona, o pueden ser veinte o cincuenta. O todos los de la “calle vestida”, en una dinámica popular que refleja tanto lo auténtico como lo universal: las flores rojas sobre su cadáver son las gotas de sangre que la Nena Daconte va dejando sobre la nieve triste de París… Un viaje de ganado, en busca de agua en los veranos tortuosos mientras los vaqueros miran la escena de la muerte de Sócrates.
Podemos ver enseguida un edificio que llega hasta el cielo, que construyeron los jóvenes, de cuyo último piso desciende un hilo-río que pasa por todas las orillas de la historia del hombre… y también, un último retoño de yuca que no encuentra dónde nacer porque todo está sembrado de una mata que da la harina blanca que los intestinos y el alma de Colombia.
Nuestros héroes son artistas espontáneos, populares, pobres, que reclaman la presencia de un generoso Mecenas que los muestre en los pueblos de Colombia, en las calles del mundo. Porque es innoble que tanto arte siga siendo pobre. Una expresión tan hermosa tiene que ser sostenible. Se lo merecen sus creadores.
Comitiva de Colombia celebran la declaratoria como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Foto:EFE
Muy pocos de nuestros sueños se hacen realidad. Pero esta vez no solo lo soñé, sino que lo predije, lo anuncié, lo escribí. Lo sabía desde siempre. Desde cuando de niño me quedaba encantado y curioso ante la espontaneidad feliz que se apreciaba en los creadores de ese entorno mágico y nuestro. Sabía que cuando los conociera, el mundo se haría imparable.
El Ministerio de Cultura merece nuestro agradecimiento por haber postulado los Cuadros vivos ante la Unesco, y por abrirle las puertas al ingenio de una comarca nuestra: Galeras del Paraíso.
Muchas gracias a El Tiempo, el diario que nos ha permitido contarles a sus lectores esta bella saga de mi pueblo.
(*) Con información de Efe