Los sueños y las esperanzas se pueden consumir de un momento a otro, el ciclo de cambios bruscos se anudan en tejidos de tragedia, pero a la vez pueden dar paso a destellos de luz que solo son valiosos cuando se ha pasado por un largo túnel de oscuridad.
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Así se podría explicar el viaje de los protagonistas de la serie argentina Cromañón, en la que se revive el doloroso episodio del incendio de un club de Buenos Aires, donde se estaba llevando a cabo una serie de conciertos de la banda de rock Callejeros y que enlutó el final de la Navidad en el 2004.
El 30 de diciembre se cumplía el tercer recital de la banda y en un recinto abarrotado de jóvenes terminó abrasado en un voraz incendio en el que murieron 194 personas y hubo 1.400 heridos.
El gran reto de la serie, que ya se puede ver en la plataforma de streaming Amazon Prime, era poder construir una trama que equilibrara la recreación de un hecho traumático, sin caer en el morbo y a la vez plantear un punto de vista que no dependiera solo de los acontecimientos ocurridos durante el colapso del lugar (cosa que logró). Es importante reseñar que esta es una propuesta de ficción que se alimenta de hechos reales.
“Lo que contamos es la historia mínima dentro de la historia grande. Hacemos un viaje con el espectador por estos amigos y que vean cómo el momento tan lindo de los adolescente es atravesado por un accidente".
También pudo apartarse de seguir el terreno predecible tras no caer en la trampa de contar la historia de Callejeros o seguir los detalles que llevaron a la tragedia.
En realidad, Cromañón decidió enfocarse en las vidas de un grupo de amigos que se preparan para ir al concierto de su vida. Describe su cotidianidad, sus sueños y evidencia ese brillo y fuerza vital de unos protagonistas que no temen comerse al mundo.
Malena (Olivia Nuss) tiene 19 años, quiere hacer música y lidia con un conflicto amoroso, junto a sus amigos, que también están en la batalla cotidiana de encontrarse a sí mismos, mientras disfrutan de una juventud en la que el rock es el elixir para lidiar con su ansiedad.
“Lo que contamos es la historia mínima dentro de la historia grande. Hacemos un viaje con el espectador por estos amigos y que vean cómo el momento tan lindo de los adolescente es atravesado por un accidente, por algo que nadie debería pasar, y cómo ellos deben digerir eso y encarar un cambio en sus vidas”, recalca en una charla con EL TIEMPO Marialy Rivas, creadora y showrunner de la serie, junto a Fabiana Tiscornia.
“Es dejar la adolescencia, dejar el barrio. Con Malena, ese deseo de libertad que tiene muta en culpa y la serie expone los claroscuros de los personajes ante eso que les trastoca todo”, agrega Tiscornia.
Cromañón es un también un viaje que se da a dos tiempos (2004 y 2008), saltando del momento de la tragedia a unos años después, cuando las heridas de los sobrevivientes y el dolor de quienes perdieron a sus hijos y amigos en el incendio sigue sin poder sanar. Malena vive entre recuerdos con imágenes dolorosas de la noche del show y hasta de un incómodo momento en el que estaba confundida entre seguir su noviazgo o dejarse llevar por un nuevo amor.
Hay un homenaje a la amistad y todo avanza hacia las batallas legales y emocionales que siguen palpitando por lo ocurrido en el concierto de Callejeros.
El espectador sabe el destino de algunos de los protagonistas y a pesar de eso, puede conectarse con las experiencias que se van forjando durante los ocho episodios.
Más cercana al drama que al tono documental, Cromañón consigue enganchar (se toma un poco su tiempo, eso sí) y despierta la empatía por sus personajes.
Claro que no olvida reconstruir lo que pasó en la discoteca argentina (en un episodio muy impactante), pero luego sigue el relato con una intención de llevar, principalmente a Malena, a un trayecto de esperanza.