Phoebe Rowe, una joven de 22 años de Leamington, Inglaterra, se encontraba disfrutando unas vacaciones románticas junto a su pareja en Tenerife, cuando de repente empezó a sentir un dolor abdominal muy fuerte.
La joven inicialmente atribuyó el malestar a una posible infección urinaria que solía presentar constantemente y decidió automedicarse con analgésicos de venta libre. Sin embargo, al día siguiente el dolor se intensificó y comenzó a vomitar, lo que la llevó a buscar atención médica de emergencia en el lugar.
En el hospital local, los médicos la diagnosticaron con pancreatitis necrotizante severa, una afección en la cual el páncreas sufre una necrosis significativa. De manera sorpresiva, el 90 porciento de dicho órgano le había dejado de funcionar y los especialistas tuvieron que drenar cuatro litros de líquido tóxico que se había alojado en su abdomen.
"Le dijeron a mi madre y a mi pareja que no estaba progresando bien. También dijeron que si hubiera volado a casa, habría sido peligroso para mi vida y que si hubiera esperado dos días más para llegar a un hospital del Reino Unido cuando estaba en casa, no habría podido sobrevivir", aseguró Phoebe con gran preocupación.
A pesar del grave estado en el que se encontraba Phoebe y las bajas probabilidades que tenía de supervivencia, logró recuperarse luego de pasar tres semanas seguidas en la unidad de cuidados intensivos.
Al regresar a Reino Unido, le informaron de que necesitará tomar medicación de por vida para poder manejar las secuelas de su enfermedad. Phoebe compartió su experiencia para poder generar conciencia sobre los otros sobre la necesidad de no subestimar las señales que emite el cuerpo y no automedicarse.
“Lo más importante que quiero destacar es que ante cualquier cambio en tu cuerpo, debes esforzarte para obtener respuestas. Ojalá lo hubiera hecho cuando comencé a tener síntomas", aseguró Phoebe.
ERIKA LUCIA IBAÑEZ GARCIA
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO