Alejandro Gutiérrez y Estevan Gutiérrez son dos hermanos de origen ecuatoriano, criados en Suiza, que empezaron a tocar juntos en 2015 para explorar sus raíces latinas. Ese año se consolidaron como una banda que bautizaron con la redundancia de Los Hermanos Gutiérrez. Alejandro es un autodidacta, mientras que Estevan tiene formación en guitarra clásica. La unión de ambos explora una fusión de los sonidos de sus orígenes con influencias del cine, el surf rock y los sonidos del oeste estadounidense.
Su estilo minimalista y sin letras ha sido elogiado por su capacidad de narrar emociones profundas solo con guitarras. Con inspiraciones que van desde Julio Jaramillo hasta Gustavo Santaolalla, los Hermanos Gutiérrez han logrado un lenguaje musical propio, íntimo y evocador, donde la conexión entre ambos fluye sin necesidad de palabras. EL TIEMPO habló con ellos, que estuvieron en Bogotá presentándose este sábado en el Estéreo Picnic.
Ustedes han tocado en teatros, en 'venues' más íntimos, pero los festivales tienen esa doble cara: por un lado, la alegría de presentarse ante nuevos públicos y, por el otro, la incomodidad de tocar ante personas que quizás no los conocen. ¿Cómo viven esa experiencia?
Alejandro Gutiérrez: nosotros siempre nos sentimos súper cómodos participando en festivales. Es un ambiente muy distinto al de los shows en teatros, y eso lo hace emocionante. Energéticamente, es distinto. En los teatros, todo es más íntimo, más estructurado, mientras que en los festivales hay una energía más libre, más salvaje incluso. Para nosotros, es una experiencia muy especial cada vez que tenemos la oportunidad de estar en un festival: poder ver las caras del público, sentir cómo conectan con la música, cómo cantan, bailan y disfrutan... Eso es algo que no tiene precio.
Hay algo muy especial en el título de su nuevo disco: 'Sonido Cósmico'. Es casi como una definición de lo que ustedes hacen. Si yo tuviera que describir su música en dos palabras, usaría esas. Pero me intriga saber: ¿cómo la definen ustedes?
Estevan Gutiérrez: nuestra música nació como música instrumental. Surgió en el desierto, y siento que está en un camino eterno... como un viaje por el universo. No sabemos a dónde nos va a llevar, pero siempre tiene esa sensación de estar en un road trip. Un road trip en el que mi hermano y yo estamos viajando juntos. Creo que esa es la mejor manera de definir nuestra música.
En los festivales hay una energía más libre, más salvaje incluso
Alejandro GutiérrezIntegrante de Hermanos Gutiérrez.
Hablando de viajes, hay uno que me parece clave en su historia: el de la migración. En un momento en el que se habla de este tema en términos negativos, ustedes son el reflejo de lo enriquecedor que puede ser ese cruce de culturas. Su música nace justamente de esa mezcla: raíces ecuatorianas, crianza suiza, alma fronteriza. ¿Qué opinan ustedes del papel de la migración en la identidad y el arte?
Estevan Gutiérrez: bueno, la verdad es que crecer entre dos culturas ha sido una experiencia profundamente enriquecedora. Nos permitió no solo entender las diferencias, sino apreciarlas desde un lugar muy personal. Vivir en Suiza y, al mismo tiempo, tener raíces en Ecuador —donde están muchos de nuestros parientes— siempre nos hizo vivir en contraste constante. Cada vez que viajábamos a Ecuador, sentíamos ese abrazo cálido del cariño latino, que es tan característico. La forma en que te tratan, la espontaneidad, la música, la salsa, los ritmos tradicionales, la comida, los colores, las conversaciones... todo tiene un sabor muy especial. Y al regresar a Suiza, llevábamos con nosotros esa nostalgia, como si quisiéramos guardar un pedacito de esa experiencia en el corazón, hasta volver a vivirla de nuevo. Creo que, en nuestro caso, lo que ha nacido de esa dualidad es una sensibilidad muy fuerte hacia la diversidad. No se trata de comparar qué cultura es mejor o peor, sino de aprender a ver lo bello, lo auténtico y lo valioso que cada una tiene para ofrecer.
¿Cómo sienten que el lado suizo ha definido su música y cómo sienten que el lado ecuatoriano ha influido también?
Alejandro Gutiérrez: es una pregunta muy linda porque, en realidad, sentimos que ambas raíces han sido fundamentales; cada una aporta cosas muy distintas, pero son igualmente valiosas. La parte ecuatoriana, la latina, es, sin duda, la que más se refleja en nuestra música. Está en los ritmos, en la calidez, en esa energía emocional y envolvente que transmiten las melodías. Es el corazón que le da vida a lo que hacemos. En cambio, el lado suizo ha sido esencial en todo lo que ocurre detrás de la música: la estructura, la organización, la puntualidad, la forma en la que manejamos el negocio, los viajes, las decisiones estratégicas… Justamente lo comentábamos hace poco en una entrevista en Australia. Si solo fuéramos ecuatorianos, probablemente no estaríamos hoy aquí. Pero si solo fuéramos suizos, tampoco. La magia está en la mezcla.
¿Y si su música tuviera un idioma… cuál sería?
Estevan Gutiérrez: me encantaría pensar que es un idioma humano, universal. Un lenguaje que no necesita traducción ni palabras. Que no se trata de niveles ni barreras, sino de sentimientos. Es ese idioma que todos llevamos dentro, que se expresa a través del corazón. Uno que puedes sentir con los ojos cerrados, simplemente dejándote llevar.
Alejandro Gutiérrez: me gusta decir que es el idioma de nuestras almas.
Alejandro Gutiérrez (izq.) y Estevan Gutiérrez. Foto:Foto: Larry Niehues
Ustedes deben haber escuchado del Estéreo Picnic y lo que representa este festival. Verlos a ustedes en el cartel es refrescante y poderoso. Para mí, representa una forma de romper con ciertos paradigmas sobre lo que se considera pop. Porque, al final, el pop es eso: lo que conecta con la gente. Y ustedes logran eso sin necesidad de palabras. ¿Cómo sienten ustedes esta presencia en el cartel y lo que representa?
Alejandro Gutiérrez: totalmente de acuerdo. Nosotros no nos consideramos música pop en el sentido tradicional, pero estamos profundamente agradecidos de ser parte de este festival y de que nuestra música tenga un espacio ahí. Al final, lo que hacemos es muy sencillo: somos dos hermanos, dos guitarras, dos almas que quieren conectar. Y sentimos que la gente percibe eso. Perciben la complicidad, la energía familiar, el amor con el que tocamos, el sentimiento de familia… y eso, para nosotros, ya es muchísimo.
Hoy, muchos shows parecen priorizar todo menos la música: luces, pantallas, pirotecnia, vestuario... Ustedes se suben al escenario con dos guitarras y ya. Es casi un acto revolucionario. ¿Cómo lo viven ustedes?
Estevan Gutiérrez: sí, lo sentimos así también. A veces nos parece un sueño lo que estamos viviendo, porque todo empezó de la forma más simple: dos sillas, dos guitarras, y mi hermano y yo tocando sin expectativas. Nunca cantamos, nunca imaginamos que esto se iba a convertir en una banda, en una carrera internacional. Y aunque hoy estemos viajando por el mundo, seguimos fieles a esa esencia. No hemos cambiado la forma en que hacemos arte, solo hemos crecido con ella. Y que eso aún conecte con tantas personas es un regalo inmenso.
En un festival con más de 300.000 asistentes, muchos compran su entrada para ver a artistas en particular. Pero hay otros nombres que tal vez aún no conocen. ¿Qué les dirían a esas personas para que se acerquen a su show, aunque sea por curiosidad?
Estevan Gutiérrez: no creemos que sea nuestra responsabilidad convencer a nadie. La música es un llamado, y cada quien conecta cuando tiene que conectar. Si alguien pasa por nuestro escenario, escucha una nota y algo le vibra adentro… ahí se da la magia. Y si no, también está bien. No queremos forzar nada. Nosotros estamos ahí para disfrutar, para estar presentes y compartir ese momento desde la autenticidad.
De todas las cosas increíbles que les han pasado en estos años, ¿cuál ha sido, para ustedes, la más impresionante?
Estevan Gutiérrez: hay muchos momentos, pero hay uno que siempre vuelve a nuestra memoria: un concierto en Santa Fe, Nuevo México. Tocamos en una iglesia antigua, con una energía muy especial. Ese día sentimos algo único, casi místico. Como si fuéramos un portal entre el universo y el mundo. Nunca lo habíamos sentido así, y no lo hemos vuelto a sentir igual. No fue un show masivo, pero fue profundamente significativo.
ÚRSULA LEVY
Para EL TIEMPO
En X: @Uschilevy