El matrimonio, en sus mejores momentos, se basa en compromisos mutuos, y la historia de Annie y Benni Korzen es un claro ejemplo de cómo esas decisiones pueden fortalecer una relación a lo largo del tiempo. En una entrevista con Business Insider, Annie compartió con franqueza cómo, a pesar de provenir de culturas muy diferentes, su matrimonio de 60 años perduró gracias a pequeños, pero significativos, sacrificios. Una de las peculiaridades que hicieron que su relación funcione es el hecho de que, en la mayoría de las noches, ella y su esposo disfrutan de cenas completamente diferentes.
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Annie, oriunda de la cultura urbana judía de Nueva York, y Benni, un danés de nacimiento, se conocieron en 1964 y rápidamente descubrieron que sus gustos culinarios no solo eran distintos, sino prácticamente opuestos. "Nos casamos en 1964, y desde el principio, intentamos comer lo mismo, pero rápidamente nos dimos cuenta de que uno de nosotros siempre se frustraba", explica. Aunque Benni disfruta de platos tradicionales daneses como pan, queso, salchichas, arenque y paté de hígado, Annie se siente más atraída por la cocina italiana, asiática y especiada. "Mi comida favorita es la italiana, pero también me encanta la comida china, tailandesa, india y vietnamita", comenta.
La clave de la pareja y el compromiso en las diferencias
El matrimonio de Annie y Benni no está exento de sacrificios, y uno de los más notables fue la adaptación a los gustos culinarios del otro. Aunque ambos disfrutan de la comida del otro en ocasiones, ella destaca que la clave está en no forzar una dieta común. "No es práctico comer una comida diferente cada noche, y tampoco me gusta desperdiciar comida. Lo hacemos como parte de nuestra relación, por razones prácticas o por hacer el esfuerzo de compartir algo del otro", aclara.
El sacrificio mutuo permitió que ambos vivan juntos en paz, disfrutando de lo que les gusta sin renunciar completamente a sus preferencias. De vez en cuando, Annie disfruta de los platos daneses que Benni ama, aunque prefiere no comerlos de forma constante, ya que la mayoría de esos alimentos son fríos y ella prefiere comidas calientes por la noche. "He aprendido a comer anguila frita y hígado de bacalao ahumado, pero no es algo que quiera en mi dieta diaria", asegura.
Más allá de las cenas, la pareja aprendió a aceptar sus diferencias en otros aspectos de la vida. Mientras ella es una persona nocturna, Benni es madrugador. Además, la sensibilidad de Annie a la temperatura es otro punto en el que difieren, pero estas distinciones no han sido obstáculos para su relación. Al contrario, Annie ve esas diferencias como lo que enriqueció su vínculo. "Le permitió ver a la escritora que hay en mí cuando yo no la veía, y aprendemos el uno del otro", afirma.