Comienza la competencia de las potencias por el Ártico: ¿qué países quieren un pedazo y por qué es clave tenerlo?

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“El orden mundial podría comenzar a evolucionar desde el Ártico”, dijo Johanna Ikävalko, directora del Artic Centre, un laboratorio de ideas que investiga el nexo entre el calentamiento global, la seguridad y la geopolítica ártica, al diario The Guardian.

La experta se refería a cómo esta región del norte, que tiene una extensión de alrededor de 13,9 millones de kilómetros cuadrados y antes era considerada un simple desierto helado, hoy despierta el interés de varias potencias como Rusia, Estados Unidos y China.

Su atractivo radica en que, en unos diez años, navegar por este mar –que ya no tendría hielo debido a los efectos del cambio climático– haría más económico el transporte marítimo y diversificaría las rutas comerciales.

Jhon Fredy Mojica, investigador sénior de la agencia federal Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), explica a EL TIEMPO que el océano Ártico se convertirá en una alternativa más económica y segura, “por la que se puede llegar a puertos de destino en Europa hasta 15 días antes que por la ruta actual”. Estudios aseguran que reduciría en un 40 % la distancia en la navegación de barcos entre Europa y Asia y en un 30 % el tiempo de transporte en comparación con las rutas tradicionales, como el canal de Suez.

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Estados Unidos es una de las naciones en esta carrera por el Ártico. Foto:Getty Images via AFP

Así es como comienza la competencia por el Ártico, donde en un futuro los países que asuman el control de una parte de este tendrán una posición geopolítica dominante. Actualmente, los Estados con costas en el Ártico son: Rusia, Canadá, Estados Unidos (Alaska), Groenlandia (Dinamarca) y Noruega.

La desafortunada realidad es que el hielo ya está retrocediendo, estas rutas se están abriendo, y tenemos que empezar a pensar críticamente en las implicaciones legales, geopolíticas y medioambientales

Sin embargo, China es el que gana terreno, aunque no sea una nación ártica. La presencia del país asiático es posible por una alianza con Rusia, donde las empresas chinas son importantes inversoras y proveedoras de equipos en proyectos energéticos rusos, incluidos Yamal LNG y Arctic 2 LNG. 

Además, en 2024, China llevó su propia flota y rompió el hielo del mar Ártico bajo el acero de tres pesados rompehielos: el Xuelong 2, el Ji Di y el Zhong Shan Da Xue Ji Di. Los tres barcos ensayaron un paso libre por el mar Ártico de forma práctica, pero sobre todo simbólica. “El Ártico se está volviendo chino”, tituló la agencia estatal rusa de noticias RIA Novosti en octubre de 2024.

“La desafortunada realidad es que el hielo ya está retrocediendo, estas rutas se están abriendo, y tenemos que empezar a pensar críticamente en las implicaciones legales, geopolíticas y medioambientales”, advierte Amanda Lynch, profesora de la Universidad de Brown, en un estudio que proyecta el deshielo del Ártico para 2065.

El problema radica en que, actualmente, no existe ningún tratado internacional que comprenda el océano Ártico en su totalidad. En la práctica, la gobernanza del Ártico obedece a una superposición de instituciones, organizaciones y acuerdos internacionales.

Así funciona la gobernanza del Ártico

La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Unclos, por su sigla en inglés) es la base de la gobernanza ártica y del orden legal de la región. Según el acuerdo, el Ártico se rige por los derechos soberanos de los Estados costeros de este océano que, a su vez, disponen de unas zonas económicas exclusivas (ZEE) y, más allá, se encuentran las zonas de alta mar.

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China llevó su propia flota y rompió el hielo del mar Ártico bajo el acero de 3 pesados rompehielos Foto:EFE

El artículo 234 de la Convención establece que, en nombre de “la prevención, reducción y control de la contaminación marina procedente de los buques”, los países cuyas costas están cerca de las rutas marítimas del Ártico tienen la capacidad de regular el tráfico marítimo de la ruta, siempre que la zona permanezca cubierta de hielo durante la mayor parte del año.

Serán desafiados por la comunidad internacional, porque el artículo 234 dejará de ser aplicable si no hay una zona cubierta de hielo durante la mayor parte del año

Bajo esa regla, Charles Norchi, director del Center for Oceans and Coastal Law (Centro para los Océanos y la Ley Costera) de la Facultad de Derecho de la Universidad de Maine, señala que, durante décadas, Rusia ha utilizado el artículo 234 para sus propios intereses económicos y geopolíticos.

El experto, que participó en el estudio de la Universidad de Brown, asegura que una ley rusa exige que todos los buques que pasen por la Ruta Marítima Septentrional sean pilotados por rusos. También cobra peajes a los buques que pasan y les exige avisar con antelación de sus planes de utilizar la ruta. De hecho, Moscú presentó en 2021 un conjunto de estudios científicos que avalaban la ampliación de su plataforma continental en el Ártico.

Vladimir Putin

Moscú presentó estudios científicos que avalaban la ampliación de su plataforma en el Ártico. Foto:AFP

Pero el experto prevé que el avance del deshielo debilite el control de Rusia sobre el comercio en esta ruta. “Estoy seguro de que los rusos seguirán invocando el artículo 234, que intentarán respaldar con su fuerza”, subraya Norchi a Eureka Alert, una plataforma digital que divulga descubrimientos científicos. 

“Pero serán desafiados por la comunidad internacional, porque el artículo 234 dejará de ser aplicable si no hay una zona cubierta de hielo durante la mayor parte del año”, agrega el experto. Además, “la navegación saldrá de las aguas territoriales rusas y entrará en aguas internacionales. Si eso ocurre, Rusia no podría hacer mucho, porque el resultado depende del cambio climático y de la economía del transporte marítimo”.

La llegada de cualquier nuevo actor es un riesgo para Canadá, ya que la zona representa el 40 por ciento de su territorio y el 75 por ciento de su litoral. Por ello, el Gobierno canadiense está estudiando el despliegue de nuevos buques patrulleros y destructores, rompehielos y submarinos capaces de operar bajo los casquetes polares, así como un mayor uso de aviones y drones. 

De manera similar, el escenario para Groenlandia sería desventajoso, ya que Dinamarca, responsable de la defensa de la isla, retiró su última flota de rompehielos en 2010 y actualmente no posee ninguno.

Pero el riesgo es más grande para Estados Unidos. En 2023, el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. afirmó que la capacidad de Moscú para mantener una fuerte presencia en el Ártico supera la capacidad de Washington, lo que debilita la seguridad estadounidense.

Trump tendría la opción de comprar los territorios.

Trump tendría la opción de comprar los territorios. Foto:

¿Por qué a Donald Trump le interesa un pedazo del Ártico?

En este panorama, desde que Donald Trump regresó a la presidencia de Estados Unidos para su segundo mandato insiste en su mantra político: “Hacer a América grande de nuevo”. Para lograrlo, además de desatar una guerra arancelaria, retomó sus ambiciones expansionistas, que incluyen comprar Groenlandia, un territorio con una posición única en las costas del círculo polar ártico.

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Uno de los potenciales está en el deshielo de esta región por cuenta del cambio climático. Foto:iStock

El republicano ya intentó adquirir esta enorme isla en su primer mandato, asegurando, como lo hace hoy en día, que Groenlandia es “una necesidad absoluta” para la seguridad nacional. Incluso, ha dicho que no descarta el uso de la fuerza para anexionarla.

Otro gran atractivo de Groenlandia son sus reservas de petróleo, equivalentes a la mitad de las de Arabia Saudí, y las materias primas críticas que se esconden debajo de la gran cubierta de hielos perpetuos. 

Se estima que 25 de los 34 minerales cruciales para la transición ecológica se encuentran en Groenlandia. Acceder a estos minerales, como el litio, resulta esencial para EE. UU., en un intento por diversificar sus fuentes de suministro, especialmente cuando se trata de la dependencia de China de las tierras raras.

Infraestructura en Groenlandia, un reto para cualquiera

Ante ese escenario cada vez más cercano, Mojica advierte de ciertos retos que enfrentarán aquellos países que quieran un pedazo del Ártico. En primer lugar, se deberán “construir cargueros que resistan estas condiciones polares (cascos más robustos, tipo rompehielos). Solo países con gran capacidad económica pueden acceder a la construcción de este tipo de buques”, señala.

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Groenlandia ha despertado el interés de Trump: el presidente de EE. UU. busca hacerse con la isla. Foto:EFE

Además, se necesita “desarrollar un sistema de transporte terrestre. En Groenlandia no existen carreteras que comuniquen diferentes pueblos, solo dentro de los pueblos”, dice Mojica. “La movilidad se realiza solo a través de barco o helicóptero”, explica el experto.

“Cuando se tiene una nación como Groenlandia, necesitan dinero para invertir. China y Rusia lo harán sin problema”, dijo Philip M. Breedlove, quien dirigió las fuerzas estadounidenses en Europa y se desempeñó como comandante supremo aliado de la Otán de 2013 a 2016, en una entrevista con The Cipher Brief.

Al respecto, el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, avisó a inicios de abril: “Desde EE. UU. no dejaremos que China venga y ofrezca una enorme cantidad de dinero, y que (Groenlandia) sea dependiente de China”.

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