Mientras oía la corta rueda de prensa del técnico Néstor Lorenzo en la víspera del juego de este viernes de la Selección Colombia contra Uruguay en Montevideo, (7 p. m., de la fecha 11 de la eliminatoria del Mundial de 2026) más que reparar, como siempre, en esta obligatoriedad, de este formalismo pocas veces salen noticias o una verdadera frase potente para poner grande el encabezado principal de la página, me puse a pensar en que Lorenzo, con su cara de niño que no rompe un plato y su motilado de seminarista, es un líder tranquilo, como se llama el libro biográfico que le escribieron a Carlo Ancelotti.
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Apenas obvio: es Lorenzo y no, Ancelotti, pero sí es nuestro Ancelotti.
(Radamel Falcao García logró la marca: es el máximo goleador colombiano de todos los tiempos)
Desde que asumió el cargo ha mantenido su serenidad y con sus respuestas como en susurro va diciendo cositas: que no es cierto que Juanfer Quintero vaya a ser liberado antes del partido del martes contra Ecuador, que no hay tiempo de especular y que por eso va a poner al mejor equipo que tiene sin, como es costumbre, destapar cartas puntuales: todos repetimos la titular como cantar el himno nacional.
Néstor Lorenzo y Colombia se hicieron fuertes de local, vencieron a Argentina y aplastaron a Chile
Lorenzo dijo algo en específico que me quedó sonando: según él, siempre hay un “decaimiento” en el nivel de los jugadores en las eliminatorias a partir de septiembre. No dio más datos ni mayor información. Lo dijo al responder una pregunta sobre las hora de viaje de los jugadores desde Europa y la cantidad de partidos que tienen.
Cuando Lorenzo era el primer asistente de la Selección, José Pékerman, el entonces técnico, afirmaba que la doble fecha de septiembre era problemática pues los jugadores o estaban cambiando de equipo en Europa o, incluso, estaban buscando enrolarse y eso era traumático.
Sin embargo, después de la Copa América, la Colombia de Lorenzo de local fue muy fuerte y le ganó –¡por fin!– a Argentina y aplastó a Chile. De visitante le costó: empató contra Perú, que era colera, en Lima; y perdió por primera vez en esta eliminatoria: Bolivia la venció en El Alto.
Hoy el partido no solo es de visitante: es en Montevideo contra Uruguay, una plaza y un rival que han sido y son un dolor de muela para Colombia.
Como un antónimo de la calma de Lorenzo aparece el agrandamiento nacional de siempre de buena parte de la prensa y la afición colombiana. Engreídos y arrogantes –¿así no empieza una estrofa del himno nacional?–, se exige una victoria porque la Selección está caída del sobaco futbolero del Divino Niño Jesús del 20 de Julio, porque la Uruguay de Bielsa lleva cuatro partidos sin hacer gol, porque en la Copa América el marcador fue Colombia 1-Uruguay 0.
De visitante, la Selección ha tenido en su portero Camilo Vargas a su gran figura. Hoy debe ser otra vez el candado. Y, en ese sentido, la prioridad debe ser, de nuevo, defensiva: ¡mantener el arco en cero, como lo ha sido jugando afuera!, para tratar de romper la piñata como contra Paraguay en Asunción (0-1, gol de penalti).
Lorenzo, con su liderazgo calmado, insiste: “Vamos a tratar de ganar jugando bien”.
De acuerdo: el partido se puede ganar como lo han intentado de visitante, pero la clave está en la solidez defensiva. De ahí partirá la posible victoria que demandan los agrandados y engreídos...
Gabriel Meluk
Editor de deportes de EL TIEMPO
@MelukLeCuenta