La nación, a través del Ministerio de las Culturas y la Escuela Taller Cartagena de Indias (ETCAR), tiene la tarea este año de recuperar los monumentos y fortificaciones de la capital del departamento de Bolívar, hoy en manos de particulares.
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El fin es proteger la declaratoria de Cartagena de Indias como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad, otorgada por la Unesco a todo el cordón amurallado y sus fortificaciones en el año 1984 y la cual cumple 40 años el próximo 2 de noviembre. Cuatro décadas que le cambiaron el rostro a La Heroica hasta convertirla en la primera ciudad turística del país con un cinturón en roca y fortificaciones como el Castillo de San Felipe de Barajas, que hoy son la principal carta de presentación en los catálogos internaciones para viajes de lujo.
Sin embargo, la construcción de la Torre de Aquarela, actualmente en proceso de demolición, puso en riesgo dicha declaratoria y generó un llamado de la Unesco a la protección de nuestro patrimonio.
Fue así como luego de más de una década, en medio de largos procesos judiciales, este año se inició a esa recuperación: primero fue el despliegue policial con el cual el distrito recuperó el pasado 2 de agosto el Baluarte del Reducto -la primera construcción defensiva en el arrabal de Getsemaní-, frente a la bahía de Cartagena, que estaba en poder de la empresa El Rancho de Jonás S.A.S. Luego, el operativo a inicios de este mes para desalojar el restaurante Café del Mar y recuperar para los cartageneros y turistas el Baluarte de Santo Domingo frente al mar Caribe, y ratificado el pasado miércoles con un fallo de tutela a favor de la nación.
A la lista de protección del patrimonio de la ciudad también se incluyó la demolición de la Torre de Aquarela, por orden del alcalde mayor de la ciudad, Dumek Turbay Paz. Las obras para derribar la mole, ubicada a una cuadra del emblemático Castillo de Barajas, iniciaron el pasado 26 de febrero y su demolición total debe culminar la última semana de octubre, como lo ha prometido el burgomaestre.
Ahora, la nación va por el mítico Cuartel de la Bóvedas, una estructura militar construido junto a las murallas, entre los baluartes de Santa Catalina y Santa Clara, que cierran el anillo de la fortificación urbana de la Ciudad Vieja de Cartagena.
Las Bóvedas, fortaleza de una joven nación
Con sus 23 cabinas fortificadas para la guerra, el Cuartel de las Bóvedas, ubicado frente al Colegio Salesiano, en el barrio San Diego, es quizá uno de los enclaves más importantes en la historia de la defensa de Cartagena de Indias contra piratas y corsarios.
“Las Bóvedas fueron la última obra del recinto amurallado. Los continuos nortes (vientos) habían abierto una brecha entre los baluartes de Santa Clara y Santa Catalina que Juan de Herrera y Sotomayor (militar español) nunca llegó a cerrar. Pero fue el ingeniero Lorenzo de Solís (ingeniero militar español) quien proyectó en 1755 la construcción de cuarteles y almacenes para pólvora que no fueron finalmente edificados”, sostiene un estudio hecho por la ETCAR.
Finalmente, la idea fue recogida por el también ingeniero militar Antonio de Arévalo, quien, consciente de la necesidad de un espacio para albergar a la tropa, presentó en 1773 su propuesta, que no daría comienzo sino hasta 1792. Así, se construyeron 23 bóvedas a prueba de ataques de cañón.
ETCAR explica que “tenían la función de alojar a la guarnición y servir de almacén para víveres y pertrechos", y también "una función defensiva gracias a las aspilleras emplazadas en su fachada marítima y la plataforma superior, ideada para albergar artillería”.
Este monumento nacional, teatro de guerras épicas y retaguardia de una joven nación que a sangre fuego forjó su independencia, cuenta con una galería porticada de arcos de ladrillo, que cierra la construcción hacia la ciudad y permite la comunicación entre las 23 cabinas. Un escudo de Armas de la Corona Española situado en el arco central, fechado de 1798, indica el año de finalización de las obras.
Artesanos de más de dos décadas deben entregar las Bóvedas
Gran parte del Centro Histórico de la capital del departamento de Bolívar estaba en decadencias en el siglo XX y durante los años 70 las autoridades comenzaron la entrega de las viejas y olvidadas bóvedas a particulares para su aprovechamiento comercial.
Nació así uno de los puntos más tradicionales de la ciudad para la venta de artesanías, impulsado por la declaratoria de la Unesco. El hasta entonces insípido turismo de la vieja ciudad heroica elevó su fama internacional y con ella arribaron viajeros de todo el mundo en busca de un souvenir caribeño en el cuartel de la viejas Bóvedas, en adelante convertido en una suerte de mercado persa caribeño: hamacas, collares, joyas, cuadros, guayaberas, sombreros, y todos aquellos objetos que representan la colombianidad.
Uno de los beneficiados fue Hernando Romero, quien asegura que tiene su próspero negocio en las Bóvedas desde hace más de 30 años.
Nosotros venimos buscando negociaciones desde antes de la pandemia para que nos suban el arriendo, pero no hemos sido escuchados.
“Nosotros venimos buscando negociaciones con la Escuela Taller desde antes de la pandemia para que nos suban el arriendo, pero no hemos sido escuchados, el único objetivo del Gobierno es sacarnos”, dice Romero. Él sostiene, al igual que la mayoría de comerciantes, que rescataron estos monumentos del olvido del estado y que habían sido destinados a ser un nido de roedores por la desidia de un Estado que no valoraba su historia.
Primeros fallos contra los artesanos de Las Bóvedas
Desde el año 2012, la ETCAR, bajo la directriz del Ministerio de las Culturas, Artes y Saberes, tiene la misión de administrar, conservar y poner en valor los bienes de interés cultural en la capital de Bolívar. Así asumió como arrendataria del Cuartel de las Bóvedas, con base en los contratos con los vendedores de artesanías que ya habían sido suscritos por la anterior administradora: la sociedad de mejoras públicas de la ciudad.
Según la ETCAR, entre los años 2015 y 2016, los arrendatarios de las 23 bóvedas incumplieron los contratos de arrendamiento sobre estos bienes de interés nacional, por lo tanto fueron instauradas demandas contra los artesanos que las ocupan.
“Frente al pago que realizan los ocupantes de las bóvedas, es preciso indicar que las sumas consignadas corresponden a valores que estiman de manera libre dichos ocupantes, los cuales oscilan entre $ 603.200 y $ 2'843.219”, ha dicho la abogada Sandra Paola Schmalbach Pérez, directora de la ETCAR.
Además, según la entidad, realizaron intervenciones sin autorizaciones del Ministerio de las Culturas, y no renovaron los seguros establecidos ni pagaron los reajustes al canon de arrendamiento, con lo que se incumplieron los contratos.
“La Escuela Taller Cartagena de Indias (ETCAR) no ha realizado actualización formal a estas sumas (de dinero) debido a que los contratos se encuentran en medio de controversias judiciales”, agrega la funcionaria.
Se trata de demandas judiciales que esperan de fallos definitorios en los próximos días.
De hecho, a la fecha, la ETCAR ha recuperado las bóvedas 5 y 13 del Cuartel, así como los Baluartes de El Reducto y Santo Domingo, este último con base en un fallo del Consejo de Estado. Además, cuenta con fallos de segunda instancia sobre las bóvedas 6 y 23, donde se ordena la restitución del inmueble y se declara la nulidad de las cláusulas que establecen las prórrogas automáticas del contrato.
De estas sentencias definitorias, y las que espera el Ministerio de las Culturas que reciban un fallo en los próximos días, se ordenaría la terminación de todos los contratos en el Cuartel de las Bóvedas y se declararía la improcedencia de prórrogas automáticas en dichos contratos, siendo el arrendador una entidad pública.
Finalmente, lo que espera el Estado es la restitución de todos los inmuebles antes de finalizar este año.
¿Qué viene para las Bóvedas?
La ETCAR informa que como entidad pública tiene la obligación de cumplir con las decisiones de las autoridades judiciales. Los fallos ya han sido informados a los ocupantes a través de diversas reuniones y visitas a los negocios.
Frente al uso que se les dará a estos monumentos, la entidad promete la aplicación del Plan Especial de Manejo y Protección para el Centro Histórico de Cartagena, aprobado por el Ministerio de las Culturas, que para el caso de las Bóvedas corresponde al comercio de productos artesanales.
Es decir, una vez se realicen los mantenimientos preventivos que requieran los inmuebles, la entidad abrirá un proceso participativo para escoger a las personas que podrán aprovechar las amplias cabinas de las bóvedas. La ETCAR promete pluralidad y respetar los principios de publicidad, igualdad, moralidad, imparcialidad, transparencia y responsabilidad a cargo de las entidades públicas.
No obstante, no podrán participar las personas que han hecho uso de estos espacios por varias décadas.
Para garantizar las actividades de conservación, restauración, mantenimiento, divulgación y puesta en valor de estos bienes de interés cultural, la ETCAR establecerá medidas económicas y financieras que soporten la conservación del patrimonio. Dentro de estas medidas económicas se encuentra el recaudo por conceptos de arriendo y aprovechamientos temporales o permanentes de estas bóvedas y todas las fortificaciones de La Heroica.
El próximo 2 de noviembre se cumplen 40 años de la declaratoria de la Unesco de Cartagena como patrimonio histórico y cultural de la humanidad, y desde el Ministerio de las Culturas y el Distrito prometen proteger esta dignidad para las nuevas generaciones y para los viajeros nacionales y extranjeros que visitan la ciudad cada año, que según Corpoturismo en el año 2023 recibió 624 mil pasajeros, es decir un 35 % más que en 2022.
Mientras tanto, en el Cuartel de la Bóvedas los artesanos hablan de una "masacre laboral" y comparan su situación con la de las 90 personas que quedaron desempleados tras el cierre del restaurante Café del Mar.
Dos preguntas al Minculturas sobre la situación del patrimonio
¿Qué va a pasar con el Baluarte de San Francisco Javier, donde también opera un bar y se realizan eventos privados?
En el Baluarte de San Francisco Javier, ubicado frente al emblemático Hotel Santa Teresa, también opera un bar. Este Baluarte, al igual que el de Santo Domingo, se encuentra enmarcado en las condiciones de manejo establecidas en el plan especial de manejo y protección (PEMP) del Cordón Amurallado y Castillo de San Felipe de Barajas, declarados monumento nacional, hoy bienes de interés cultural del ámbito Nacional.
¿Cómo se van a manejar a partir de ahora estas fortificaciones?
A partir de ahora, el ente administrador, es decir la ETCAR, debe llevar a cabo los procesos de selección y contratación de los potenciales operadores o arrendatarios de estos bienes de interés cultural (BIC) a su cuidado, pudiendo para ello utilizar los diferentes instrumentos jurídicos contractuales disponibles en las normas vigentes, en el marco del Decreto Reglamentario Único del Sector Cultural 1080 de 2015, y aplicando en todo caso procedimientos que permitan la selección objetiva.
John Montaño
Corresponsal de EL TIEMPO
Cartagena