Doce años tenía Alexis Cárdenas cuando debutó como solista tocando su violín junto a la Orquesta Sinfónica de su natal Maracaibo. “Fue mi padre quien me puso el violín en las manos y se ocupó de que trabajara en él -dice-. Hoy le agradezco porque muchas veces los niños no tienen la paciencia de portar un instrumento tan cruel como ese”.
A los 14, el venezolano ya estaba estudiando en la Juilliard, de Nueva York, una de las más importantes escuelas artísticas del mundo, y con 17 se movió a París, donde siguió en el Conservatorio Nacional de Música y Danza. Allí vive desde entonces, en las afueras de la Ciudad Luz, en una casa de amplio jardín florecido de 3.000 metros cuadrados y donde se refugia a componer. A sus 49 es concertino de la Orquesta Nacional de Francia, está casado con una colombiana y tiene un hijo.
Colombia siempre ha estado en su mapa, ha sido habitual en escenarios de la capital y volverá como jurado del primer Concurso Internacional de Violín Ciudad de Bogotá, que se realizará del 31 de octubre al 7 de noviembre en el auditorio Fabio Lozano, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. Es el único hombre de un exclusivo grupo de jurados integrado por otras cuatro celebridades mundiales del violín: Lee-Chin Siow, de Singapur; Birgit Kolar, de Austria; la rumana Silvia Marcovici y la española Leticia Moreno.
Siow Lee Chin, de Singapur. Foto:Russel Wong
El concurso, que ofrece una bolsa de premios de 70 mil dólares, está en pleno proceso de inscripciones y pretende traer a Bogotá a los mejores 20 violinistas del mundo de hasta 30 años. Además, como parte del proceso de fortalecimiento del ecosistema de música clásica y sinfónica del distrito y de impulso para los músicos colombianos, los concursantes ofrecerán clases magistrales gratuitas a 50 violinistas del país y, de esos, los 20 mejores obtendrán en comodato un violín de alta calidad y la mejor fabricación que serán elaborados por la luthier colombiana Alejandra Bedoya, gracias a la donación de $560 millones de pesos que hizo la Fundación Ramírez Moreno.
Organizado por la Alcaldía Mayor, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte con la Orquesta Filarmónica de Bogotá y el Teatro Mayor, con el apoyo de la Tadeo Lozano y la Asociación Nacional de Música Sinfónica, según Santiago Trujillo, secretario de Cultura, “el concurso tiene la premisa de que los participantes sean intérpretes excepcionales, pero también agentes activos dentro del ecosistema; convirtiéndolo en un espacio de encuentro, intercambio y consolidación del tejido musical de la ciudad. Esto se materializa en la integración de una agenda académica que propicia el diálogo entre los participantes y los músicos locales, generando un espacio de aprendizaje mutuo; así como la conexión con las redes de formación musical de Bogotá, a través de las clases magistrales. Así, su conocimiento y experiencia tendrán un impacto directo en las nuevas generaciones y en la apuesta por la música contemporánea, pues se contará con la inclusión de una obra de nueva composición dentro del repertorio obligatorio, lo que refuerza la relación entre la interpretación y la creación”.
Esto último se refiere a 'Serenata pagana', la composición de la violinista caleña Carolina Noguera, que forma parte de las pruebas de interpretación que deben cumplir los participantes del concurso.
Cárdenas ha sido laureado en concursos como el Tibor Varga, de Suiza; el Henry Szeryng, de México; el Fritz Kreisler, de Austria, el francés Long-Tibaud y el de Montreal. Además, fue condecorado con la Medalla de Honor del senado francés, por su contribución a la difusión de la cultura y las artes de América Latina en ese país.
La austriaca Birgit Kolar. Foto:Concurso Internacional de Violín Ciudad de Bogotá
La curiosidad ha sido uno de sus mayores impulsos; por eso no solo interpreta clásicos del repertorio universal sino que también desarrolla fusiones y conciertos donde incluye joropos, choros, guapangos, bambucos, plenas, pasillos, milongas, jazz y bossanova: “Somos latinoamericanos, tenemos una identidad muy clara, tenemos una forma de bailar, de comer de hablar, de reír que tenemos que imprimir a todas las grandes páginas de la música clásica”.
El violinista ha tocado con orquestas como la Nacional del Capitolio de Tolouse, la Filarmónica de Moscú y las sinfónicas de Viena y Montreal, con directores como Lawrence Foster, Pavel Kogan, Marek Janowski y su coterráneo Gustavo Dudamel.
Tanto Venezuela como Colombia se caracterizan por la diversidad de músicas y el mestizaje. ¿Cómo se refleja eso en su creación?
Aunque no crecí en el sistema de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela, soy un violinista que formó parte de una generación totalmente creadora y conectada, no solamente con la gran música sinfónica y clásica sino también con nuestra tradición, la música popular, el folclor. Me formé en conservatorio, pero siempre en contacto con muchas otras músicas. Vivir esos dos mundos es lo que me ha nutrido. Haber crecido en esa Venezuela tan diversa y con un potencial musical tan increíble como el que nos ofreció el sistema, algo que también caracteriza a Colombia y a Bogotá, me ha convertido en un artista de diversas curiosidades. Me interesa toda la música del mundo, la de los pigmeos, de Eugène Ysaÿe, un capricho de Paganini o una salsa. Por todo eso, creo que los latinoamericanos estamos cambiando el universo musical.
Ha sido visitante habitual y ha dado numerosos conciertos en Colombia…
He estado observando este proceso cultural de Bogotá. Además tengo un hijo colombiano de un año, nacido en París pero de madre colombiana. Desde hace 30 años vengo a Colombia y he sido testigo de su evolución.
¿Qué significa ser parte del jurado del Concurso Internacional de Violín Ciudad de Bogotá?
Es un inmenso honor, pues este concurso está en perfecta resonancia con todo lo que está ocurriendo musicalmente en Colombia y especialmente en Bogotá, que tiene una oferta cultural inmensa. Aquí hay una Filarmónica de altísimo nivel, muchas sinfónicas juveniles y programas de formación en barrios y escuelas que hacen que la música forme parte de la cotidianidad. Creo que este concurso aparece un momento crucial y por eso es importante que los violinistas jóvenes del mundo participen.
Leticia Moreno. Foto:Concurso Internacional de Violín Ciudad de Bogotá
¿Qué lo hace especial?
Es un piso más en la construcción de esa fuerza musical del país, porque en Colombia como en Venezuela, Brasil y Cuba es total el mestizaje entre indio, afro e hispanoamericano. Eso se escucha en nuestras músicas y en la forma de crear. Es importante que haya una obra comisionada de nueva creación, encargada a la violinista Carolina Noguera, pues da espacio a las nuevas músicas, a la creación contemporánea. Eso es fundamental pues genera espacio para que los nuevos compositores ofrezcan su imaginario sonoro. Es que tenemos fantásticas orquestas y violinistas, pero muchas veces falta creación.
Diego León Giraldo
Para EL TIEMPO