Así opera el temido mercado de la marihuana en el suroccidente: más de 1.300 toneladas al año

hace 8 horas 10

El llamado triángulo de la marihuana y de la coca, en el norte del Cauca, es una de las principales zonas con corredores que, a su paso, han dejado muertes en el Pacífico colombiano.

Desde allí se producen entre 1.300 y 1.800 toneladas al año de cannabis en diversas variedades, una, la creepy, entre las más apetecidas del mundo, con cuatro enclaves en la región Pacífica y abarcando los departamentos de Cauca, Nariño y Valle.

Es una actividad ilegal en torno a un mercado billonario para comercializarlo en Estados Unidos, Suramérica y Centroamérica, un mercado que ha estado bañado en sangre en la última década.

Al sumar el cañón del Micay, a solo a 70 kilómetros del corregimiento de El Plateado, en el sur caucano, la ‘joya de la corona’ para ‘Iván Mordisco’, el Cauca se ha vuelto uno de los más grandes epicentros para sacar y entrar droga, entre marihuana y coca, desde esta localidad, pasando por López de Micay y por otras, como Bocagrande y Mechengue.

Incautaciones de droga en el Valle, en la vía que va de Florida a Cali.

Incautaciones de droga en el Valle, en la vía que va de Florida a Cali. Foto:Policia Valle

Y al añadir la extracción ilegal de oro en zonas del cañón del río Naya, en el norte de la región y en límites con el Valle del Cauca, y del mismo cañón del Micay, este departamento de 3 millones de hectáreas -una Colombia chiquita con todos los pisos térmicos-, es mucho más codiciado por los grupos armados.

En el norte caucano, la marihuana es el cultivo reina en más de 3.000 hectáreas. Solo en los resguardos indígenas nasas de Tacueyó, Toribío y San Francisco hay alrededor de 9 mil cultivos en manos de un número superior a los 16 mil campesinos e indígenas que la siembran y cosechan cada tres o cuatro meses en invernaderos artesanales, donde las luces se encienden sin falta a partir de las 6:00 p. m.

A lo lejos se observan montañas tapizadas de bombillos, cuya conexión es fraudulenta y que iluminan esa zona rural de los municipios del triángulo de la marihuana y la coca: Corinto, Toribío y Miranda, donde se han registrado masacres de grupos armados y aún se vienen presentando enfrentamientos entre los disidentes de los frentes ‘Dagoberto Ramos’ y ‘Jaime Martínez’ contra otros alzados, como el frente ‘Manuel Vásquez Castaño’, del Eln, y la ‘Segunda Marquetalia’. 

Ejército en el norte del Cauca, en zona de productores de marihuana.

Ejército en el norte del Cauca, en zona de productores de marihuana. Foto:Foto Cortesía

Pero en esa zona también están miembros del ‘clan del Golfo’ con herencia narcoparamilitar.

Solo en el norte del Cauca, que cubre 349.714 hectáreas en total de territorio, las autoridades contabilizaron ocho masacres en 2024, de las cuales, seis ocurrieron en el norte del departamento, dejando un saldo de 36 muertos.

Ocurrieron en los municipios de López de Micay (12 muertos), Corinto (siete muertos), Cajibío (tres muertos), Miranda (seis), Toribío (tres más) y Buenos Aires (cinco). Toribío, por ejemplo, históricamente, por ser sitio de las antiguas Farc y hoy zona de sus disidencias no dejado de agitarse en el conflicto armado. 

En 2020, hubo 14 masacres en Cauca, la mayoría en el norte y en el sur del departamento, sumando 100 asesinatos de líderes sociales y de ocho firmantes de paz o excombatientes de las Farc. Toda esta situación llevó a que la Comisión de la Verdad desarrollara 12 espacios en el marco de lo denominó ‘Diálogo para la no continuidad y la no repetición del conflicto en el Cauca’.

“Para entender por qué se recicla la guerra en el Cauca hay que detenerse a comprender la historia del departamento. El Cauca ha sido el escenario de disputas históricas entre sectores sociales que se han enfrentado por la tenencia de la tierra, lo que ha dejado a la región sumergida en la violencia durante siglos”, se lee en un informe de la Comisión de la Verdad.

“Cinco años después de la firma de los acuerdos de La Habana, la paz se sigue sintiendo lejos del territorio y hay comunidades que hoy padecen, en mayor medida, las consecuencias del conflicto armado que cuando estaban las Farc-EP”, dice el mismo documento.

Los 'pesebres' del Cauca

Uno de los principales detonantes de violencia es el narcotráfico con esas más de 3.000 hectáreas de marihuana en el norte caucano y las 18.750 de coca, concentradas, especialmente, en el cañón del Micay, según el Programa Nacional de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito.

Esas 3.000 hectáreas de cannabis es un número aproximado, pues satelitalmente es más sencillo para las autoridades detectar las plantaciones de coca. Las alertas lumínicas del Estado y seguimientos de la Policía de Antinarcóticos han permitido calcular esa distribución de la marihuana por municipios. En Toribío es de 128,2 hectáreas; Corinto con 101,2 más; Caloto, 41,4; Miranda, 13,1, y Jambaló, 1,9. 

Un informe del Sistema Integrado de Información y Monitoreo (Siima) de la Policía Antinarcóticos arroja que entre esa totalidad, hay más de 350 hectáreas de tipo creepy con elevado tetrahidrocannabinol o THC, componente para lograr efectos psicotrópicos.

Con la operación ‘Perseo’ del Ejército, desde el año pasado, disidentes de las Farc del frente ‘Carlos Patiño’ se han adentrado más hacia el norte del cañón del Micay, alcanzando zonas de Huisitó y Honduras, en El Tambo, agregando otro actor al álgido y disputado norte del Cauca.

Ejército en el norte del Cauca, en zona de productores de marihuana.

Ejército en el norte del Cauca, en zona de productores de marihuana. Foto:Foto Cortesía

Ancízar es uno de los más de 16 mil campesinos que ha levantado invernaderos con luces que permanecen prendidas durante 12 horas al día, aunque hay otros secaderos de la mata de marihuana que siguen de largo en las 24 horas y que por la puesta del sol se dejan ver, siendo los ‘pesebres’ del Cauca.

El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) da cuenta de que cada cultivador puede producir en promedio, alrededor de 500 libras de marihuana al año.

“Luego de que ha germinado la semilla, se saca la planta y de esa planta se cortan los esquejes o los hijitos. Después se trasplanta y se siembra otra vez. De cada planta se sacan grandes cantidades en diferentes periodos y eso se siembra nuevamente. Eso ya son los hijos de la planta madre y a esos hijos también se le pueden sacar esquejes”, explicó Ancízar, quien tiene sembrados en Corinto, Miranda y Toribío.

En un invernadero con carpas y pilares de guadua, estos labriegos invierten entre 8 y 9 millones de pesos. Ellos como Jaime, quien tampoco da su nombre completo por su seguridad, contó que están organizados en agremiaciones de cultivadores de cannabis con la premisa de no pasarse de la cuota mínima de 1.000 matas de marihuana por familia para que el precio en el mercado no se desplome.

“Pero hay una organización queriendo imponer nuevas reglas dentro del territorio no pasarse de las 500 plantas y si se hace les cortan el cultivo, arrancan cables y bombillos. Es un grupo neutro de la misma comunidad que hace esto para también evitar la demanda de los productos. Aclaro, aquí los integrantes de los grupos armados no cultivan, solo las comunidades”, dijo Ancízar.

Incautaciones de droga entre Valle y Cauca.

Incautaciones de droga entre Valle y Cauca. Foto:Policia Valle

Y son, sobre todo, comunidades de indígenas nasas, quienes son ‘contratados’ por estos grupos ilegales. “La verdad, ellos vienen y mandan. Un arma con la que pueden matar vale más que cualquier otra oferta”, dijo Jaime, quien tiene plantaciones solo en Toribío y quien como otros campesinos, también ha sembrado coca, considerada ancestral para los indígenas, pero la marihuana, como es su caso y el de otros nativos, le representa su fuente de sustento.

Estos campesinos se refieren más que todo a seguir órdenes de los frentes ‘Dagoberto Ramos’ y ‘Jaime Martínez’, del ‘Bloque Occidental, Comandante Jacobo Arenas (BOCJA)’, de las disidencias de ‘Iván Mordisco’, en el norte caucano. Las autoridades, entre Policía del Cauca y Ejército también lo confirman. El mayor manejo de los cultivos de marihuana en este pedazo del territorio nacional proviene de los disidentes, muchos de ellos, infiltrados o viviendo inclusive en los cascos urbanos de los municipios de aquel triángulo.

De acuerdo con el comandante de la Tercera División del Ejército, brigadier general Federico García, “los grupos armados tratan de tomarse el control y el poder de una ‘gran empresa’, al servicio de las economías ilegales y que corresponde a la siembra de los cultivos ilícitos. Está la transformación del producto, los laboratorios y pues toda esa cadena está dispuesta en corredores estratégicos que convergen prácticamente en el océano Pacífico, en la costa Pacífica caucana y es la que permite, pues exportar el producido final”.

Según fuentes de la Tercera División, esta ‘empresa ilícita’ comercializa un kilo de marihuana en el país en más de 250 dólares, pero en Estados Unidos, ese kilo es pagado a 6.500 dólares que equivalen a 26 millones de pesos.

Mientras hay asociaciones que trabajan con los campesinos en la ilegalidad y con el temor a los disidentes, hay otras que sí tienen autorización, pero con base en el uso médico y terapéutico de la marihuana. Una de las agremiaciones con permisos es la Asociación de Agroproductores y Cannabicultores (Asoprocann) con casi 150 integrantes, entre campesinos, afros e indígenas, teniendo en cuenta la reglamentación de la planta, a partir de julio de 2016 y otras normatividades, como la resolución 579 de 2017 que deja distinguir la marihuana de uso psicoactivo de la que no lo tiene.

Incautaciones de droga en el suroccidente colombiano.

Incautaciones de droga en el suroccidente colombiano. Foto:Policía Nacional

Las temidas rutas de la droga

La temperatura ideal para la germinación de las semillas de marihuana debe estar entre 22 y 25 grados centígrados, mientras que la humedad relativa debe estar entre el 70 y el 90 por ciento. 

Las semillas necesitan un ambiente cálido y húmedo para iniciar el proceso de germinación. Si la temperatura es demasiado baja, la germinación será más lenta y si es demasiado alta, las semillas pueden secarse antes de germinar, siguió explicando Ancízar. Después del proceso de secado, que puede durar dos semanas, la marihuana es embalada con cinta de enmascarar para que se inicie su transporte.

Las rutas del narcotráfico, tanto de la marihuana como de la coca, utilizan corredores similares. Es toda una cadena para transportar los alucinógenos por parte de los grupos armados por caminos, entre terrestres y fluviales, que no solo se concentran en el Cauca. Este es el departamento corazón de la droga en el suroccidente colombiano y donde más operaciones contra cultivos ilícitos en el país se han realizado. En el último año, los operativos de la Fuerza Pública han dejado cerca de 200 toneladas incautadas.

Una de las salidas al Pacífico, para luego en el mar hacer envíos a Centroamérica y Norteamérica, es internándose por trochas a lomo de mula, una manera más camuflada para eludir a las autoridades hacia el sur del Cauca, donde El Plateado es clave y por las cuales, líderes han intentado gestionar una carretera para el acceso de vehículos y motos, o se han opuesto a tales acciones irregulares, terminando desaparecidos o asesinados con el paso de los años.

Autoridades de las gobernaciones de Valle, Cauca y Nariño, así como en las secretarías de Seguridad o Gobierno en Cali, Popayán y Pasto, cuentan con esta información de la Oficina de las Naciones Unidas contra el Delito y la Droga (Unodc).

De acuerdo con estos reportes, otra vía para llevar la marihuana desde Nariño y Cauca es la Panamericana que une el interior del país con el suroccidente nacional, como una columna vertebral que pasa por Pasto, Popayán y Cali. Las ciudades capitales de Nariño y Valle del Cauca, son consideradas los nodos principales en esta cadena industrial ilegal por los grupos armados organizados. 

El puerto de Tumaco, en Nariño, así como Popayán, capital de Cauca, y Jamundí y Buenaventura, en el Valle, son nodos secundarios, pero no por eso dejan de tener igual importancia. Entre Tumaco y Buenaventura hay otra ruta, la del mar y ríos, pasando por el litoral donde están municipios, como López de Micay.

Tumaco, con casi 300.000 habitantes y más de un centenar de asesinatos en un año, siendo el más violento de Nariño, según datos del Instituto Nacional de Medicina Legal, es estratégico para sacar la droga por mar, como lo es Buenaventura, pero también por tierra desde la nariñense vereda Puerto Rico.

Puerto Rico se encuentra ubicada en la zona del litoral y está en el centro de los cultivos ilícitos de todo Tumaco. Esta vereda y áreas aledañas es una zona tan estratégica, porque en dos minutos se puede pisar suelo ecuatoriano, tras navegar el río Mataje y llegar a la zona de Corriente Larga. El área del Mataje es una frontera natural con Ecuador de 28 kilómetros y es catalogada por fuentes de inteligencia de la Policía Nacional, como una ruta propicia para tomar luego las aguas del Pacífico que permitan el transporte de droga desde Suramérica hacia Centro y Norteamérica.

Fue cerca del río Mataje, pero en jurisdicción de Ecuador, que en la mañana del 26 de marzo del 2018, tres integrantes del equipo periodístico del diario El Comercio fueron secuestrados y, posteriormente, asesinados.

Cuatro enclaves del macabro emporio

Hay cuatro grandes enclaves identificados dentro de esta economía irregular en los tres departamentos del suroccidente. Allí se concentra la mitad de todos los cultivos en el Pacífico colombiano. En el Valle del Cauca, la ruta va enfocada a la comercialización y a la exportación, más que a la producción misma, sea de marihuana o coca.

De acuerdo con reportes de la Policía y el informe de Unodc, dos están en Nariño con un total de más de 37.000 hectáreas, solo de coca.

Uno de los enclaves en Nariño con alrededor de 1.000 cultivadores de marihuana, es justamente el de la frontera de Tumaco con Ecuador, además de que abarca un sector de Barbacoas. Los ríos Mira y Guiza lo dividen en dos.

Los centros poblados que se encuentran en las zonas con mayor afectación por cultivos son Llorente, La Balsa, Inda Zabaleta, entre otros. En el enclave se localizan áreas que requieren una intervención especial, como son los resguardos Gran Rosario, Inda Zabaleta, La Turbia y Cuayquier, y la tierra de las comunidades negras Alto Mira y Frontera, pues allí sus pobladores están en medio de un fuego cruzado y sin tener oportunidades de escaparse de intimidaciones, sino siembran coca y marihuana. El enclave de la frontera con Tumaco ocupa el 8,5 por ciento del territorio de la región y contiene el 16 por ciento de las drogas de la región, informó la Unodc.

Allí, la ruta tiene identificados estos caminos como flujo hacia Ecuador, para tomar allí dirección a otros países de Suramérica. También, pasando el puente de Rumichaca, en Ipiales.

El segundo enclave de Nariño es el que se localiza en la costa Pacífica de este departamento, en los municipios de Olaya Herrera, El Charco y sectores de Magüí Payán y La Tola. Posee una relación estrecha con una amplia red hídrica (ríos Tapaje y Satinga, principalmente) y de manglares que le permite una conexión directa con el océano Pacífico.

Ya en el vecino Cauca, la cabecera municipal de Argelia y sus corregimientos El Mango, Sinaí y El Plateado, son el tercer enclave con el municipio de El Tambo, donde los disidentes llevan más de una decena de ataques con drones en esta semana. Según la Unodc, ahora esta es la principal zona de producción en el Pacífico por encima de Tumaco, que antes tenía ese lugar.

En la Unodc y las autoridades coincidieron en que en la zona de El Naya, entre Cauca y Valle del Cauca, en estribaciones de la cordillera Occidental, se localiza el último de los cuatro enclaves de producción con sus cultivos, los que se iluminan como si fueran pesebres, al igual que en Argelia y El Tambo.

Entre Nariño y Cauca hay más de 57.000 hectáreas de sembrados ilegales, entre marihuana y coca.

La ruta de la comercialización

Desde Pasto empieza la ruta hacia la comercialización de la droga. Sigue por la vía Panamericana, pasa por Popayán, continúa hacia el punto de control, que es el triángulo con Corinto, Miranda y Toribío para luego tomar hacia Jamundí (Valle).

En Cali y en el Valle no se identifican cultivos. De hecho, Cali es considerado enlace estratégico, centro de comercialización y punto final de corte y distribución minorista.

Cali permite la conexión del suroccidente con el resto del país.

En esa ruta de comercialización se indicó que uno de los trayectos es el comprendido entre Miranda y Cali, cuyo recorrido no demora más de una hora. Al llegar a Cali se arriba por la zona del suroriente, donde está la comuna 15, la más violenta de la capital del Valle del Cauca.

Al salir de Cali se toma la vía hacia Buenaventura, como el último destino dentro del país para el embarque de la droga, toda una ruta que a su paso ha sembrado el terror entre las comunidades, alcanzando los cascos urbanos, como el de Cali y los de municipios pequeños en Cauca y Nariño.

MICHEL ROMOLEROUX Y CAROLINA BOHÓRQUEZ

Corresponsales de EL TIEMPO

Popayán y Cali

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