Un lugar al que solo se accede por una entrada secreta y en el que se sirven cocteles con ingredientes que pueden tomar varios días en prepararse, así es Handshake Speakeasy, el bar mexicano que el 22 de octubre se coronó como el mejor del mundo, según The World’s 50 Best Bars, llevándose por delante al Bar Leone, ubicado en Hong Kong, y al Sips, de Barcelona, que quedaron en la segunda y tercera posición, respectivamente.
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Esta es la primera vez que un bar latinoamericano lidera el ranquin internacional, que usualmente acaparan coctelerías en Londres, Estados Unidos y, más recientemente, España.
The World’s 50 Best Bars reconoció a Handshake por las técnicas avanzadas en la preparación de sus bebidas y por la estética que emula los speakeasy de la década de 1920, bares clandestinos que funcionaban en la época de la prohibición del alcohol en Estados Unidos y que se ocultaban tras fachadas de otros negocios para evadir a la policía.
Si bien Handshake Speakeasy emula el secretismo de esos antros de la ley seca, con una puerta que solo tiene un número 13 sin un aviso que indique que es un bar, este establecimiento, ubicado en el barrio Colonia Juárez en el centro de Ciudad de México, no es para nada un sitio de mala muerte, por el contrario, es una oda a la elegancia que ofrece licores prémium.
Este lugar abrió sus puestas en 2019, primero se ubicaba en el barrio Polanco, y luego se mudó a su actual locación, donde ofrecen una carta que a primera vista es minimalista, pero en la que se cuida cada detalle, como lo han dicho sus socios fundadores Marcos di Battista, Rodrigo Urraca y el holandés Eric van Beek, bartender principal. Además, en el corazón del bar hay un laboratorio de experimentación en el cual se ponen a prueba las nuevas creaciones.
Mixología premium
Una de las características que distingue a este bar es la complejidad y precisión de sus cocteles. Bajo la dirección de su maestro mixólogo Erick van Beek, algunos de los ingredientes de las bebidas pueden tardar hasta 48 horas en prepararse.
La oferta de bebidas es minimalista, pero cuidadosamente elaborada para proporcionar una experiencia única. En las preparaciones, Van Beek usa la mixología molecular, creando bebidas que combinan técnicas especiales como congelar, clarificar y flamear, entre otras, para cambiar la textura de los cocteles o intensificar su sabor.
También hay una puesta en escena a la hora de servir los tragos, algo que ejemplifica un coctel como el Once upon a Time in Oaxaca, que se sirve con un ovillo de lana de acero encima al cual le prenden fuego para imitar la cocción del agave cuando se hace mezcal.
La carta
En la carta hay clásicos del lugar como el Salt n’ Pepper, que lleva mezcal espadín, fresa, pimiento amarillo y habanero; el Sencha, con brandi, sake, té verde y yuzu; el Coffee Fizz, que lleva mezcal, café, limón y whisky, y el Coconut & Fig Negroni, preparado con dry gin, coco, un bitter de la casa y hoja de higo.
Otros de sus cocteles combinan elementos frutales y herbales, como el Mexi-Thai, con tequila, lima makrut, coco, tomate y aceite de albahaca; el Fig Martini, que lleva ginebra, hojas de higo, vermut y aceite de limón; y el Capresse, que lleva ginebra, tomate, albahaca y un tono cítrico.
También están los Outspoken flavours, que se describen como bebidas con un punch de sabor presentadas “de una manera diferente a la que se podría esperar”. Es aquí donde tienen asiento tragos como el Cariño, una bebida cremosa que lleva ron, chartreuse amarillo, vainilla, limón, yogur griego y nuez moscada. También se cuenta el Cacao Negroni, con ginebra, manteca de cacao, Di Battista (el bitter de la casa) y cinzano rosso; o el Butter Mushoom Old Fashioned, compuesto de whiskey, mantequilla, hongos y jarabe de arce.
Los precios promedio son de 250 a 300 pesos mexicanos por bebida, lo que es unos 54.000 y 65.000 pesos colombianos, aproximadamente; aunque también se ofrecen versiones minis de cocteles más clásicos como el martini, el dirty martini, un mezcal negroni y un espresso martini por 100 pesos mexicanos (21.500 pesos colombianos, en promedio). También hay opciones sin alcohol por 150 pesos mexicanos (alrededor de 32.400 pesos colombianos).
Exclusividad
Al entrar al bar, tras pasar unas cortinas de terciopelo fino, los clientes se encuentran con un moderno ambiente con un diseño interior que mezcla elementos de art déco en tonos dorados y negros con lámparas y candelabros que cuelgan del techo, que permiten una iluminación tenue y ponen en contexto la elegancia de sus bebidas.
El aforo es de 32 personas, lo que garantiza una experiencia exclusiva, y solo se puede entrar luego de reservar, y por la popularidad que ha ido ganando el lugar, las fechas suelen estar llenas incluso con más de un mes de antelación. El número máximo de invitados por reserva es de seis personas.
Otra marca del lugar es que no es un sitio para estar toda la noche, sino que cada cliente puede estar un máximo de una hora y media, después de ese tiempo los camareros acompañan afuera a las personas para recibir a las siguientes en la lista de ingreso.
Dos bares colombianos en el listado
Entre los 50 mejores bares del mundo hay uno colombiano entre los 10 primeros. Se trata de Alquímico, que ocupó el puesto número 8 para la medición de 2024 de The World’s 50 Best Bars. Este bar está ubicado en el centro histórico de Cartagena, en una casona colonial, y tiene tres pisos, en cada uno se ofrece una experiencia distinta.
En el primero se presenta, de acuerdo con la página web del bar, “un viaje por las regiones de Colombia y sus ingredientes característicos”, en el segundo se ofrecen “clásicos de la coctelería con un toque colombiano” y en el rooftop se rinde homenaje a los ingredientes cultivados en una pequeña finca de Jean Trinh, francés de ascendencia vietnamita que fundó el lugar.
De otra parte, en el puesto número 44 del listado está La Sala de Laura, un espacio de ambiente sofisticado ubicado en Bogotá. Su fundadora es la sommelier y consultora de bebidas Laura Hernández Espinosa, hija de la chef colombiana Leonor Espinosa. De hecho, La Sala de Laura está ubicada en el segundo piso del restaurante LEO, y se centra en presentar bebidas artesanales que exploran los ecosistemas colombianos y resaltan la biodiversidad del país.
Este año, el bar estrenó una serie de cinco cocteles inspirados en el avistamiento de aves en Colombia que resaltan su rol clave en el equilibrio natural.
*Con información adicional de EL TIEMPO