A cinco años del devastador incendio que consumió la catedral de Notre-Dame, en París, un grupo de arqueólogos ha desvelado el enigma que intrigaba a la comunidad científica y a quienes participan en su restauración.
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Durante las labores de recuperación, fueron encontrados dos ataúdes en su interior, uno de los cuales contenía un cuerpo con características inusuales. Las investigaciones realizadas han permitido identificar el origen de estos restos, que habían permanecido ocultos durante años.
El trágico incendio de Notre-Dame ocurrió el 15 de abril de 2019, presumiblemente a causa de un cortocircuito en el sistema eléctrico de las campanas. A pesar de la falta de una explicación definitiva, las obras de restauración han revelado valiosos artefactos históricos en este emblemático edificio que data de más de 600 años.
En 2022, los trabajadores excavaron a una profundidad de 20 centímetros y hallaron dos ataúdes revestidos de plomo bajo una de las naves de la catedral. Sin conocer inicialmente quiénes eran, los expertos se pusieron a investigar tanto genéticamente como desde un punto de vista histórico para determinar la identidad de los cuerpos.
Uno de los ataúdes fue identificado rápidamente gracias a una placa de bronce en su tapa. Este pertenecía a Antoine de la Porte, un canónigo de Notre-Dame, quien falleció a los 83 años en las vísperas de Nochebuena de 1710. Los análisis del esqueleto revelaron que había llevado una vida sedentaria y que gozaba de buena salud, dado el estado óptimo de sus dientes, sugiriendo una dieta adecuada y poco desgaste físico.
La identidad del segundo ataúd
El segundo ataúd, en contraste, generó aún más preguntas. Mientras que el canónigo murió en condiciones favorables, el segundo cuerpo pertenecía a un joven que había vivido en condiciones precarias. Este último presentaba un mal estado dental y se dedicaba a la equitación. El medio estadounidense The Guardian lo identificó como “Le Cavalier”, señalando que su pelvis mostraba marcas de un jinete experimentado, falleciendo a los 30 años.
El ataúd del joven no contaba con placa de bronce y su forma estaba modelada según su cuerpo. Los daños por el plomo en su cráneo evidencian la degradación sufrida, probablemente por la exposición al aire y la oxidación. La investigación de fragmentos de tela y material vegetal encontrados en el féretro sugiere que fue embalsamado mediante una técnica poco común de la Edad Media y se cree que fue enterrado con una corona de flores.
Eric Crubézy, profesor de antropología biológica en la Universidad de Toulouse III y encargado de la excavación, destacó que ambos individuos desempeñaban un papel importante en la vida social y eclesiástica de París, lo que explica su sepulcro en el corazón de la catedral. Se estima que el caballero pertenecía a la élite de su época, siendo enterrado bajo la gran cruz del coro, que fue destruida en el incendio.
El profesor Crubézy también indicó que el joven padecía de una enfermedad crónica que probablemente causó su muerte y deterioro dental post mortem. “Habría tenido un final de vida difícil”, agregó, además de mencionar que su cráneo presentaba deformidades por usar una diadema en su infancia.
Christophe Besnier, científico y director de la excavación del Instituto Arqueológico Nacional de Francia (Inrap), expresó: “Si la fecha de su muerte se sitúa en torno a la segunda mitad del siglo XVI o principios del siglo XVII, es posible que podamos identificarlo en el registro de defunciones que tenemos. Si es anterior, probablemente nunca sabremos quién era”.
La Nación (Argentina) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.