Amenaza de recesión mundial y las otras razones de Donald Trump para frenar aranceles a mayoría de países

hace 3 días 66

El pasado miércoles, justo una semana después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció enormes tarifas arancelarias para todos los países del mundo durante una jornada que muchos interpretaron como el fin de la era de la globalización, el impredecible magnate puso freno de mano abortando, al menos de momento, lo que se perfilaba como una crisis financiera con impacto planetario.

A eso del mediodía, y escasas horas después de que entraron en vigor los aranceles, Trump publicó un trino en su red social Truth en el que anunció una pausa de 90 días para las tarifas "recíprocas" que le había impuesto a más de 60 naciones.

Si bien el presidente republicano dejó en pie un arancel base del 10 por ciento -que aplica para todos, incluido Colombia- e incrementó el gravamen contra China hasta un 145 por ciento, la noticia provocó cierto alivio en el mercado bursátil que hasta ese momento venía en picada libre registrando pérdidas superiores al 20 por ciento desde que Trump asumió la presidencia el pasado 20 de enero.

Otra medida que también fue bien recibida fue la exención del gravamen a los teléfonos inteligentes, computadores y otros dispositivos electrónicos como los semiconductores.

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El presidente de EE.UU., Donald Trump Foto:SAUL LOEB / AFP

La recuperación, no obstante, fue parcial con el mercado aún volátil por la materialización de una guerra comercial con el gigante asiático, que respondió con aranceles propios del 125 por ciento a las importaciones de EE. UU.

Pese a ello, la Casa Blanca ofreció una explicación triunfalista sobre la situación. Según Karoline Leavitt, portavoz de Trump, tanto los medios como los gurús de la economía nunca entendieron que lo había detrás era una jugada maestra del presidente.

"Muchos de ustedes claramente pasaron por alto El Arte de la Negociación", en alusión al famoso libro del mandatario, escrito en 1987, en el que hablaba de su estrategia negociadora.

Si el objetivo de los aranceles, como ahora dicen, era forzar negociaciones y obtener concesiones, entonces el plan para revitalizar el sector productivo queda en el aire pues las empresas no van a regresar.

Karoline LeavittPortavoz de Trump

En otras palabras, el famoso Día de la Liberación no era otra cosa que un bluff de Trump para obtener concesiones de los países, ampliar el acceso a los productos estadounidenses y aislar a China.

Un mensaje que repitieron sus asesores a lo largo de toda la semana y que tiene mucho de cierto, pues decenas de países han pedido audiencia con Trump para que les levante el castigo a cambio de la eliminación de barreras comerciales.

¿Por qué Donald Trump decidió pausar los aranceles?

Según los funcionarios, muchos de esos acuerdos serían anunciados en las próximas semanas, entre ellos posiblemente alguno con Europa, que anunció una pausa de los aranceles que impuso en retaliación (del 20 por ciento a ciertos sectores) mientras negocia algún un pacto con EE. UU.

Pero las razones dadas para el "reversazo" de Trump fueron un poco contradictorias. Los mismos funcionarios de su administración llevaban semanas advirtiendo que el mandatario no tenía la menor intención de dar marcha atrás, pues su apuesta a largo plazo era forzar una reestructuración del comercio internacional -a través del proteccionismo- con el fin de "resucitar" a EE. UU. como superpotencia de las manufacturas, usando los aranceles para incentivar el retorno de las empresas que se relocalizaron a otros países en las últimas décadas.

Aranceles en el mundo

Aranceles en el mundo Foto:iStock

"Las dos cosas no pueden ser ciertas a la vez. Si el objetivo de los aranceles, como ahora dicen, era forzar negociaciones y obtener concesiones, entonces el plan para revitalizar el sector productivo queda en el aire pues las empresas no van a regresar. Sobre todo, mientras persista la incertidumbre sobre el futuro y poca claridad sobre las verdaderas intenciones de Trump", afirma Peter Orszag, director ejecutivo de Lazard, una de las empresas de gestión de activos y asesoramiento financiero global más grandes del mundo.

Para la mayoría de los economistas, por el contrario, lo que sucedió el miércoles fue una clara prueba de que Trump, pese al enorme poder que ostenta, le responde a un jefe supremo sobre el que no tiene control: el sistema financiero. O del dinero, para ponerlo en términos más directos.

A pesar de que sus constantes llamados a la calma y a que se confiara en sus "instintos", el anuncio de la semana pasada desató una espiral en caída que amenazaba con llevarse por delante la economía mundial.

En solo 8 días, su decisión borró más de un billón de dólares en los portafolios de ahorradores e inversionistas y las voces más autorizadas, entre ellos Goldman Sachs y Polymarket, subieron sus proyecciones de una recesión -no solo estadounidense sino mundial-, a más del 60 por ciento acompañada de un peligroso fenómeno inflacionario.

Las críticas y preocupaciones que vinieron de los círculos republicanos por la guerra arancelaria

Incluso sus más firmes aliados, como Elon Musk y el mangante de los fondos de cobertura Bill Ackamn, comenzaron a criticar públicamente las medidas.

"Esto es un invierno nuclear económico auto inducido", dijo Ackamn, acusando de paso al secretario de Comercio, Howard Lutnick, por promover medias para su enriquecimiento personal.

Montaje con fotos de AFP

Las bolsas se caen tras tensión comercial entre Estados Unidos y China. Foto:Montaje con fotos de AFP

Esto es un invierno nuclear económico auto inducido

Bill AckmanInversionista y seguidor de Trump

El descontento incluso se extendió a los podcasters que ayudaron a conectar a Trump con una legión de jóvenes durante la campaña de 2024, incluyendo a David Portnoy, de Barstool Sports, quien afirmó haber perdido 20 millones de dólares tras la introducción de los aranceles.

Las fisuras también se extendieron a su partido donde varios senadores republicanos, en público y en privado, expresaron reservas sobre la bondad de las medidas y su efecto político entre su base electoral (la mayoría de los estadounidenses se opone a las políticas económicas de Trump y el uso de los aranceles).

Sin embargo, de acuerdo con diversos recuentos, lo que verdaderamente asustó a Trump fue el comportamiento de los bonos del Departamento del Tesoro.

Normalmente, en tiempos de volatilidad en los mercados, los inversionistas corren hacia estos bonos, que son considerados la apuesta más segura dada la solidez de la economía estadounidense y su capacidad de pago a los acreedores, y el efecto, por lo general, es que suben de precio y bajan las tasas de interés que estos mismos bonos ofrecen. Sin embargo, comenzó a suceder todo lo contrario. En lugar de comprar, se desató una tendencia a la venta que redujo su valor.

Más delicado aún, la tasa de interés para los bonos a diez años comenzó a subir hasta alcanzar el 4,5 por ciento.

La secretaria de prensa nacional de Trump 2024, Karoline Leavitt.

La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. Foto:AFP

Dos claras señales de desconfianza en la economía estadounidense y su capacidad de pago y que tienen un impacto directo en los créditos hipotecarios, que ya están por las nubes en EE. UU. (entre el 7 y el 9 por ciento anual).

Dado que la mayoría de los bancos además apalancan sus inversiones en estos mismos bonos, el temor de una crisis financiera, similar a la inmobiliaria del 2008 o la que desató la pandemia del covid-19 en 2020 se volvió latente.

Una seria amenaza para el fisco de EE. UU. pues el país tendría que pagar mucho más caro para financiar su déficit fiscal -más del 6 por ciento de su PIB- y también a la hora de refinanciar los casi 8 billones de dólares de deuda que vencen el año próximo y es que casi un tercio de sus pasivos externos.

En otras palabras, toda una crisis financiera que, a diferencia de las dos previas (2008 y 2020), dejarían a Donald Trump como el único responsable.

"Uno puede pensar que lo peor de todo esto es la incertidumbre que ha generado para las empresas e inversionistas. Nadie en su sano juicio haría una inversión importante en Estados Unidos hasta que se tomen las decisiones arancelarias definitivas. Pero, eso no es lo más canceroso. Lo peor es que ha destruido cualquier respeto que los gobiernos e inversores extranjeros pudieran tener por la competencia económica y fiscal de Estados Unidos. Es posible que haya destruido la ventaja competitiva financiera más importante que tenía Estados Unidos, que era la confianza en los dólares y los bonos del Tesoro como puerto seguro para la inestablidad", dice Robert Preston experto en economía de ITV, de Londres.

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Collage de Donald Trump y Xi Jinping. Foto:Internacional

Para Preston, además, en lugar de "liberación", lo que Trump se compró fue una "cárcel fiscal", ya que China, precisamente, es dueña de una gran cantidad de esos bonos (al menos un billón de ellos) y puede inundar el mercado si quiere castigar al mandatario estadounidense.

Al margen de ello, y pese a que Trump frenó un metro antes de caer al precipicio, lo que sigue es igualmente incierto.

Por un lado, todos los países tendrán que asumir el 10 por ciento a las importaciones de sus productos, que ya de por sí es la tasa impositiva más alta en casi 100 años y que, según los economistas, se traducirá en más inflación.

"Todos respiraron con algo de alivio el miércoles. Pero, si solo consideramos que en este momento hay aranceles de más del 100 por ciento entre las dos economías más grandes del mundo, ya estamos en una guerra comercial de escala global como la que no se había visto en décadas y que, si nada cambia, se traducirá en una recesión o algo peor". 

Así mismo, falta ver el resultado de las negociaciones que se adelantarán con los otros países a lo largo de estos 90 días y que ha sido descrito como un incierto periodo de "calma chicha", en referencia a la condición meteorológica y marítima en la que el viento brilla por su ausencia.

Pero, por supuesto, lo más complejo estará en el rumbo que tome la guerra comercial entre estos dos gigantes económicos. En especial, porque China y EE. UU. están totalmente interconectados -con los estadounidenses dependiendo de importaciones baratas para el consumo y los exportadores chinos dependiendo del vasto mercado estadounidense- y porque juntos representan más del 40 por ciento de la economía mundial por lo que cualquier divorcio abrupto tendría graves consecuencias no solo para ellos sino para el resto del mundo.

"Todos respiraron con algo de alivio el miércoles. Pero, si solo consideramos que en este momento hay aranceles de más del 100 por ciento entre las dos economías más grandes del mundo, ya estamos en una guerra comercial de escala global como la que no se había visto en décadas y que, si nada cambia, se traducirá en una recesión o algo peor", afirma Josh Lipsky, director sénior del Centro de Geoeconomía del Atlantic Council.

China, por supuesto, tiene mucho que perder. Pero, también Estados Unidos y el mismo Trump, como se evidenció esta semana. Y aunque ambos países han dicho que están dispuestos a negociar, por el momento, ninguno ha dado su brazo a torcer. En definitiva, dos locomotoras que avanzan a toda marcha y por la misma carrilera mientras el planeta contiene el aliento.

SERGIO GÓMEZ MASERI - CORRESPONSAL DE EL TIEMPO - WASHINGTON

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