Adiós a Mario Vargas Llosa: último icono del boom latinoamericano que difuminó la línea entre política y periodismo

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Pasó por los periódicos de Perú, llegó a escribir obras de teatro, y de ahí pasó a escribir historias que engancharon al universo entero. Jorge Mario Vargas Llosa fue la pluma que le dio a la humanidad obras como 'La ciudad y los perros', otros tres clásicos como 'Conversación en La Catedral', 'La guerra del fin del mundo' –su libro favorito–, y 'La fiesta del Chivo'.

Este escritor se ingenió un gran libro por cada década. Más de 12.000 páginas escritas en una vida dedicada a la literatura. Y solo tuvo un enorme objetivo, que al parecer cumplió: que su obra sobreviviera muchos años. En especial ahora que Morgana, Gonzalo y Álvaro, sus tres hijos, confirmaron su muerte en redes sociales, luego de que su padre cumpliera los 89 años.

Su hijo Álvaro Vargas Llosa informó a través de un mensaje en la red social X: “Con profundo dolor, hacemos público que nuestro padre, Mario Vargas Llosa, ha fallecido hoy (domingo) en Lima, rodeado de su familia y en paz”.

Llosa nació en Arequipa, el 28 de marzo de 1936, en Perú. Fue nacionalizado ciudadano español en 1993 y dominicano en 2022. Con su partida, la generación dorada del boom latinoamericano se queda sin su último gran representante. 

Los inicios de su carrera profesional fueron como periodista en las salas de redacción del diario limeño La Crónica y La Industria de Piura. En sus primeros años como escritor, no solo incursionó en el periodismo, sino que también dio sus primeros pasos en el teatro. Fue testigo de la puesta en escena de su primera obra dramatúrgica, La huida del Inca, presentada en el emblemático teatro Variedades de Lima, marcando así el inicio de una prolífica carrera literaria.

Estudió Letras y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, motivado por una herida que se abrió al descubrir, a los diez años, que su padre no estaba muerto. Desde los salones de clase empezó a despertar su curiosidad intelectual, junto con su afán por intervenir en debates políticos.

De hecho, saber de la existencia de su papá desembocó en El pez en el agua, unas memorias que publicó en 1993, tres años después de que Alberto Fujimori lo derrotara en las elecciones presidenciales.

Entre las obras más destacadas del escritor, quien ganó el premio Nobel de Literatura en 2010, se encuentra La ciudad y los perros, escrita en 1963. Considerada por muchos como su obra maestra, Conversación en La Catedral destaca por exponer, a través de un diálogo en un bar, la corrupción y el desencanto durante la dictadura de Manuel A. Odría. Fue escrita en 1969.

Así, con un pensamiento progresista en lo moral, pero neoliberal en lo económico, el peruano se convirtió en una de las piezas fundamentales del boom latinoamericano. Pues, desde 1963 y siendo un veinteañero, ganó el premio Biblioteca Breve, con La ciudad y los perros, que llamó la atención de la editorial barcelonesa Seix Barral.

Para llegar a este punto usó de inspiración su propio pasado. En la adolescencia asistió al Colegio Militar Leoncio Prado de Lima, en donde sobrevivió a la vida de cadete escribiendo cartas de amor y novelitas eróticas, que vendía o cambiaba por cigarros con sus compañeros de sección. Le decían Poeta.

Más tarde, en 1990, escaló sus pensamientos a Piedra de toque, la columna periodística que publicó quincenalmente en El País de España hasta 2023 y en las que demostró su compromiso político conservador. 

Lo que explicaría la tardanza que tuvo la Academia Sueca para otorgarle el Nobel de literatura, “por su cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”. En ese entonces, tenía 74 años y acababa de mandar a la imprenta una novela sobre el colonialismo salvaje asociado a la explotación del caucho: El sueño del celta.

Entre tanto, en 1969, Mario Vargas Llosa escribió Conversaciones en La Catedral, luego de que viajara a París a presentarse por primera vez a un concurso de cuentos. Allí presenció una escena de brutalidad contra los animales de la que tuvo que recuperarse en el primer café que encontró y que llevaba por nombre: La Catedral.

En 1971 este pródigo escritor presentó su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid, titulada García Márquez: lengua y estructura de su obra narrativa, por la cuál obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude. Y ese mismo año Barral Editores publicó el descomunal trabajo, no con el desabrido y seco título académico original, sino con el mucho más literario y sugerente de Historia de un deicidio.

Cuando parecía que ya no escribiría otro gran libro, en 2019, publicó Tiempos recios, basada en la intervención de la CIA para derrocar —en 1954 y con falsas acusaciones de comunismo radical— el Gobierno socialdemócrata de Jacobo Árbenz en Guatemala. No obstante, su último libro vio la luz en octubre de 2023: Le dedico mi silencio, que finaliza con la despedida de Llosa de la ficción.

En total, este escritor publicó 50 obras que lo llevaron a todos los galardones que alguien se pueda imaginar: del Cervantes al Nobel pasando por el Princesa de Asturias, el Rómulo Gallegos y hasta el Planeta. Fue miembro de la Real Academia Española, además, se convirtió también en uno de los “inmortales” de la Académie Française, aunque nunca escribió una sola línea en francés.

Este hombre vivió en Lima, Madrid, París, Londres y Barcelona. Participó en todos los debates y se inspiró en Jean Paul Sartre para moldear su pensamiento político. En lo personal fue un ser enigmático. Se casó con su tía Julia a los diecinueve años y Diez años después, su segunda esposa fue su prima Patricia. Dormía poco. Caminaba una hora por las mañanas. Planificaba su trabajo mientras se ejercita. Leía los periódicos todos los días. Y, en parte, también es lo que ha hecho que Mario Vargas Llosa pase a la historia como uno de los mejores escritores de América Latina, en especial, por borrar la línea que hay entre la política y las letras.

“Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a través de nosotros, los lectores transformados, contaminados de anhelos y, por culpa de la ficción, en permanente entredicho con la mediocre realidad. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible”, dijo el escritor al recibir su Nobel.

María Jimena Delgado Díaz

Periodista de Cultura

IG @mariajimena_delgadod

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