La idea de que la inteligencia artificial (IA) se convierta en juez se escapa de los libros y de la ficción, para llegar a la realidad y abarcar un debate serio sobre los problemas éticos y de justicia que implica el uso de esta tecnología en la cotidianidad. Tras el estreno de la película Justicia artificial, que no solo ha captado la atención del público por su trama intrigante, sino por plantear una pregunta que resuena de manera inquietante en el presente: ¿aceptarías que te juzgara una inteligencia artificial?
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Dirigida por el español Simón Casal, la película explora un futuro cercano en el que el Gobierno español propone un referendo para sustituir a jueces humanos por un sistema de inteligencia artificial (IA) en todos los tribunales. Lo que parece ser un avance hacia una justicia despolitizada y eficiente pronto se revela como una trama llena de riesgos y manipulaciones.
La protagonista es una jueza invitada a supervisar este sistema. Sin embargo, la repentina muerte de la creadora de la IA la lleva a investigar si este nuevo paradigma judicial es en realidad una amenaza disfrazada de progreso.
La cinta toca un asunto cada vez más relevante en el panorama colombiano; recientemente, la Corte Constitucional de Colombia emitió una sentencia clave que, aunque no vinculada directamente a la película, reafirma que la inteligencia artificial no puede sustituir al juez humano en los procesos judiciales. La sentencia T-323/24 se erige como un testimonio de las limitaciones y dilemas éticos que se presentan cuando se busca implementar la tecnología en sectores tan delicados como la justicia.
El director de la producción explica que la idea surgió de una inquietud personal sobre los límites de la IA y el dilema del enfrentamiento de la inteligencia humana y la artificial.
“En un juicio se basan en hechos del pasado para decidir sobre el futuro. La IA se basa en el pasado con la información que existe. No tiene la capacidad de intuir, de empatizar, de emocionarse, no es parte de una sociedad”, señala Casal; además, afirma que la IA, aunque pueda parecer la solución perfecta para eliminar la corrupción y mejorar la eficiencia, también puede reproducir los prejuicios y limitaciones del ser humano.
Casal subraya que Justicia artificial no es una distopía futurista, sino un reflejo de una realidad que podría estar a la vuelta de la esquina. “El debate que plantea la película ya está ocurriendo en varios sectores del mundo”, y destaca la importancia de cuestionar los avances tecnológicos antes de delegar en ellos aspectos tan cruciales como la justicia.
¿Y qué piensan expertos y académicos?
La Universidad de los Andes organizó el panel ‘IA y justicia: ¿pueden ser más justos los robots que los humanos?’, a propósito del estreno de la película. Entre los panelistas estaban Juan David Gutiérrez, profesor de la Escuela de Gobierno y Ph. D. de Oxford e investigador en política pública, inteligencia artificial, competencia y regulación; y Juny Montoya, directora de Desarrollo e Innovación Pedagógica y Curricular, Ph. D. en Educación de la Universidad de Illinois y abogada y especialista en Derecho Comercial.
En la charla, moderada por Marta Beltrán, directora del Sistema informativo de Citytv, Juan David Gutiérrez abrió el debate afirmando que este año la Universidad de los Andes lanzará una base de datos de sistemas de toma automatizada de decisiones en el sector público colombiano que caracterizará más de 300 diferentes herramientas utilizadas por entidades públicas en Colombia. Él afirma que los sistemas pueden agilizar procesos y serán de ayuda: “Hoy en día muchas tareas como la transcripción de audiencias que duran horas se puede agilizar. No es perfecto, siempre hay que revisar, pero aporta mucho en tiempo y la gente se puede dedicar a hacer cosas sustanciales”; y resaltó que la tecnología es muy útil, pero debe ser utilizada con responsabilidad y límites claros. No cree que decisiones fundamentales pueden recaer completamente en sistemas automatizados y recalcó que “no hay que olvidarse que la tecnología es creada y programada por humanos y en esa medida va a reproducir los mismos problemas, por ejemplo, la corrupción”.
Por su parte, Juny Montoya señaló que aunque la eficiencia puede ser una ventaja no es lo único importante: “La justicia no solo debe ser rápida y consistente, sino también humana. La IA no puede sentir empatía ni entender el contexto social y emocional que rodea a un caso. Tampoco puede hacer innovaciones, que es una cosa que hacen los jueces, quienes usan la información que ya está, toman decisiones basadas en la información que ya está, pero también en función de valores éticos, o de intenciones políticas y de gobierno, que modifican el contexto, entonces pueden hacer que la sociedad cambie”.
En la discusión, ambos expertos coincidieron en que la inteligencia artificial puede ser una herramienta complementaria, pero nunca un sustituto completo de los jueces humanos. Juan David Gutiérrez compartió ejemplos de cómo la IA ya está siendo utilizada en tareas como la anonimización de sentencias, mostrando que la tecnología puede mejorar la eficiencia sin comprometer los derechos fundamentales. No obstante, tanto Gutiérrez como Montoya se mostraron firmes en que la IA no puede tomar decisiones finales en los tribunales.
Gutiérrez aclaró, además, que aplicarla en este momento en Colombia es “inconstitucional”. Y Montoya planteó un cuestionamiento que la película propone directamente y es que el control de las IA está en manos “de las compañías que la desarrollan y obviamente para su interés y beneficio”. Esto no debería pasar en un sistema de justicia, pues “este debe estar al servicio de la sociedad y no para intereses de una compañía comercial”.
Justicia artificial es una película provocadora y una invitación a reflexionar sobre el futuro de la justicia y la inteligencia artificial. “Lo más importante no es la herramienta, lo que es fundamental es la reflexión como sociedad de qué futuro queremos, qué comunidad vamos a ser”, afirmó el director de Transformación Digital de la Universidad de los Andes, Harold Castro, quien concluyó: “No sabemos qué va a pasar, pero podemos estar preparados y construir ese futuro”.
Al cierre del panel, la pregunta planteada en la película fue devuelta por Beltrán a los participantes: “¿Aceptarían ser juzgados por una IA?”. La respuesta fue un “no” rotundo por parte de todos los panelistas.
Como explicó Montoya: “Hay decisiones que una máquina simplemente no puede tomar. La justicia es, ante todo, una construcción humana”.
ANDRÉS RUIZ ZULUAGA
Especial para EL TIEMPO