No todos los vuelos de los aviones se llenan, así que es común que queden asientos desocupados. Algunas personas creen que, cuando esto pasa, tienen la posibilidad de escoger dónde sentarse.
Muchos viajeros solos, al hacer sus reservas, sueñan con que la silla de la mitad quede desocupada para tener más espacio. Algunas parejas y familias, por no pagar el precio extra de algunos puestos, reservan sitios separados y anhelan con que no haya nadie a su lado para poder intercambiar.
A pesar de que en muchos casos es posible realizar un cambio de asientos, surge la pregunta sobre a quién le pertenece aquella silla. Todavía más cuando sobra un espacio entre dos pasajeros.
En aquel debate, algunos creen que le corresponde al individuo sentado en la ventana, pues no tiene mucho espacio para mover las piernas. Por el contrario, las personas ubicadas en el pasillo suelen tener un área mucho más amplia para estirarse
La silla de la mitad proporcionaría más espacio. Foto:iStock
Los aviones no son tan amplios y tener que permanecer largas horas en la misma posición puede que no sea del agrado de muchos. De esta forma, tanto las personas en la ventana como los sujetos en el pasillo apreciarían tener más espacio.
Una silla vacía podría ser útil para acostarse, estirarse, ubicar objetos personales y hasta para tener una bandeja adicional en la cual poner los alimentos y bebidas. También, se podría hacer uso de las cobijas, pantallas y otros elementos que le corresponden la asiento sin dueño.
Podría estar más cómodo con el espacio del asiento vacío. Foto:iStock
¿A quién le pertenece la silla del medio cuando queda vacía?
Esta inquietud podría resolverse de diversas maneras, dependiendo de la perspectiva de cada individuo. Algunos opinan que le pertenece a la persona con menos espacio, es decir, a quien ocupa la ventana. Otros piensan que este asiento es de quien llegue primero al vuelo.
No obstante, la respuesta definitiva la compartió Dean Foster, experto en etiqueta global y viajera. En conversación con 'Travel + Leisure', medio especializado en viajes, el hombre puso fin al debate.
"El orden de llegada no es en absoluto una regla. Ni la primera persona que ocupó la fila ni la primera persona que metió su bolso debajo del asiento del medio tienen automáticamente derecho a ello", explicó Foster.
De acuerdo con el experto, no hay ninguna garantía sobre esa regla y si un auxiliar de vuelo debe mediar en una situación en la que el argumento es ese, no necesariamente le dará la razón.
Podría aprovechar de las cobijas, bandejas y más objetos. Foto:iStock
Foster reveló que, en estos casos, la comunicación es clave. La realidad es que la silla no le pertenece a nadie y la mejor opción es dialogar con el otro pasajero para llegar a un mutuo acuerdo.
"Dependiendo de si se está hablando o no con la persona, no está de más preguntar si le molesta que use el espacio. Cualquiera respetaría que usted no asumió que estaba bien", comentó.
Para finalizar, dijo que si había una barrera de idioma lo más recomendable era usar gestos o señales para ponerse de acuerdo.
"Entonces, tomar la iniciativa en esto es importante y mi experiencia siempre lo agradece. Y luego tendrás un vuelo mucho más cómodo y agradable porque simplemente se elimina la tensión en torno a cualquiera de los problemas que podrían surgir con estas cosas", concluyó.
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SOFÍA ARIAS MARTÍNEZ
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO