POZZUOLI, Italia — Una alarma penetrante sonó en millones de teléfonos celulares, una señal para cientos de miles de personas para que hicieran sus maletas y huyeran de uno de los volcanes más peligrosos de Europa. Pero la mayoría de los que lo escucharon se encogió de hombros.
Conforme a los criterios de
Era alrededor de las 17:00 horas de un viernes y la alerta formaba parte de un simulacro de cuatro días realizado en octubre, coordinado por el departamento de protección civil italiano, para preparar una zona densamente poblada cerca de Nápoles para el día en que sus residentes pudieran enfrentar una multitud de peligros volcánicos.
La amenaza no acecha en el horizonte, como el cercano Monte Vesubio, al este. En lugar de ello, una caldera de 13 kilómetros de ancho —repleta de volcanes— está embebida en la tierra y el mar al oeste de Nápoles, formando los Campos Flégreos, o “campos ardientes”.
La mayoría de los expertos cree que una erupción no es inminente, pero la actividad volcánica —cientos de terremotos menores, junto con un claro crecimiento y hundimiento de la tierra— ha aumentado considerablemente en los últimos años, poniendo a las autoridades en alerta máxima.
Así que el 12 de octubre, los habitantes de la ciudad costera de Pozzuoli, situada en parte de los Campos Flégreos, se reunieron para ensayar. Escenas similares se dieron en otras áreas.
“Estamos un poco ansiosos”, dijo Lucia Scherillo, de 74 años. La incertidumbre no ayudaba. “Algunos vulcanólogos dicen que es peligroso, otros dicen que no”, dijo. “¿Yo qué sé?”, añadió.
Entre los Campos Flégreos y el Vesubio, los italianos de la zona han vivido durante mucho tiempo con la amenaza de un desastre —y con recordatorios de catástrofe en las ruinas de Pompeya y los turistas que atraen, no muy lejos al sureste. Los residentes han construido ciudades turísticas junto al mar y barrios en las laderas del Vesubio.
El departamento de protección civil de Italia enfrenta muchos retos abrumadores. Con una advertencia de erupción de 72 horas, espera poner a salvo a 500 mil personas de una zona vasta y densamente poblada, y proteger todo, desde obras de arte hasta animales de zoológico.
El simulacro involucró registrar a los residentes de Pozzuoli en uno de varios centros improvisados y subirlos a autobuses para traslado a la principal estación de tren de Nápoles.
Posteriormente, Fabio Ciciliano, un funcionario de protección civil, calificó la operación como un éxito, aunque dijo que evaluar cualquier problema llevaría tiempo. En el simulacro participaron unas mil 500 personas.
Sin embargo, la vida real tiende a ser menos disciplinada que un simulacro. “El pánico no es racional”, señaló Adriana Di Nisi, de 57 años, de Pozzuoli, mientras veía a la gente bajar tranquilamente del autobús. Aún así, el carácter napolitano relajado “nos ayuda”, dijo.