Estados Unidos sigue aún conmocionado por el asesinato de la congresista demócrata en Minnesota, Mellissa Hortman, y su esposo, al igual que por el atentado contra el también senador de este mismo estado, John Hoffman, y su cónyuge.
La congresista asesinada Melissa Hortman (izq) y el senador John Hoffman, quien resultó herido. Foto:AFP
Vance Luther Boelter, el supuesto responsable, fue arrestado este domingo tras dos de días de intensa persecución.
Aunque los motivos exactos se desconocen, las autoridades han descrito el incidente como un “asalto con motivaciones políticas” debido a un manifiesto encontrado en su carro donde deja claro su repudio contra causas “liberales” como la defensa del aborto.
El asesino, de hecho, tenía una lista de otros 15 legisladores y, según la investigación preliminar, planeaba realizar otro atentado contra personas que se manifestaron el pasado sábado en oposición a las políticas del presidente Donald Trump.
Como se esperaba, políticos de ambos partidos -incluyendo al mandatario republicano- condenaron de manera enérgica el nuevo acto de violencia.
El repudio, sin embargo, no fue suficiente para esconder una dolorosa realidad: pese a lo escalofriante del asunto, la violencia política en Estados Unidos se está convirtiendo en el “pan de cada día”, igual que, como sucede con los tiroteos o masacres, cada tantos meses enlutan al país.
Vance Boelter, sospechoso de asesinar a Melissa Hortman. Foto:EFE
De acuerdo con un informe de la Universidad de Princeton desde enero de este año se han presentado casi 180 incidentes de ataques, amenazas y hostigamientos con motivaciones políticas en al menos 40 estados de Estados Unidos.
Entre ellos, el incendio provocado en la residencia del gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, y el asesinato de dos funcionarios de la embajada de Israel en Washington, por citar algunos de los ejemplos más visibles. Y, por supuesto, nadie olvida los dos atentados que sufrió Trump el año pasado durante la campaña electoral o el brutal ataque contra el esposo de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, en el 2022.
Según un seguimiento que realiza la agencia Reuters a este tipo de casos, desde la violenta toma del Capitolio el enero 6 de 2021, se han registrado más de 300 incidentes de violencia política, en lo que llaman el incremento más agudo de estos crímenes en Estados Unidos desde los años 70.
¿Quiénes son los principales blancos de la violencia política en Estados Unidos?
La violencia, de acuerdo con los estudios, impacta a funcionarios públicos en todas las ramas del poder, desde congresistas hasta jueces.
El último informe de la policía del Congreso, que se encarga de la seguridad de los legisladores, sostiene que en 2024 se presentaron 9474 amenazas contra legisladores, casi el triple de los que se registraron en el 2017.
El 6 de enero de 2021, partidarios de Trump protestaron frente al Capitolio. Foto:ALEX EDELMAN / AFP
En una encueste reciente realizada por la Universidad de Massachusetts entre congresistas y excongresistas, por ejemplo, más de la mitad reveló que ellos o sus familiares fueron víctimas de amenazas o asaltos durante el tiempo que prestaron servicio.
En los casos de los funcionarios judiciales, los aumentos también son dramáticos: de 220 incidentes en el año 2020 a más de 457 en 2023. Si bien, los datos para 2024 y 2025 aún se están recopilando, las cifras preliminares apuntan a niveles todavía superiores.
De acuerdo con el politólogo de la Universidad de Londres, Brian Class, aunque las explicaciones para esta alza son varias, no hay duda de que el fácil acceso a las armas que existe en Estados Unidos, sumado a la retórica incendiaria de los mismos políticos y la demonización de los adversarios -que se describen como enemigos y traidores-, son los principales catalizadores.
“El discurso que sugiere violencia contra el opositor se ha normalizado a lo largo del último lustro en Estados Unidos y ahora lo que vemos es su efecto en las calles”, sostiene Class.
Algo en lo que coincide Brian Levin, profesor emérito y director fundador del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo de la Universidad Estatal de California.
“El aumento de la violencia dirigida contra funcionarios electos, empleados públicos y el poder judicial es un reflejo del momento en el que estamos viviendo. Lo que observamos es que estos actos suelen ir acompañados de declaraciones políticas que justifican la violencia”, afirma Levin.
Durante un mitin de campaña en Pensilvania, Trump recibió un disparo. Foto:Rebecca Droke/AFP
Según Levin, en el discurso cotidiano existe una creciente aceptación de un “lenguaje de eliminación” que se ve agravado por un universo en línea donde “la agresión genera clics y participación”.
Para el senador estatal Aric Putnam, los políticos y las figuras públicas - comenzando por el propio Trump, que ha sugerido “ejecutar” a personas que se le oponen- son los principales responsables de la violencia que se registra en el país.
“Tenemos un sistema permisivo en el que alguien puede hablar de terribles actos de violencia contra un rival, pero luego afirma que no era en serio o su intención no era literal. Luego, cuando suceden este tipo de tragedias, todos nos mostramos sorprendidos porque algo así pudiera ocurrir. Si no moderamos el discurso, estas cosas van a seguir sucediendo y se van a tornar aún peores”, añade Putnam.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
@sergom68