Un grupo de más de 40 científicos liderado por el climatólogo Michael Mann de la Universidad de Pensilvania, alertó al mundo por el posible colapso de la Circulación Meridional Atlántica (AMOC, por sus siglas en inglés), que es una circulación de agua vital para el equilibrio climático global.
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En el caso en que realmente llegue a derrumbarse la AMOC se podría llegar a desatar un periodo de clima extremo sin algún precedente y así se podría ver amenazada la agricultura en el hemisferio norte de la Tierra.
El desplome de esta circulación obligaría a esta zona del mundo a entrar en una nueva ‘era de hielo’, en la que se podrían llegar a registrar temperaturas de hasta 15 grados centígrados menos de los promedios actuales.
Aunque algunas regiones nórdicas como Dinamarca y Noruega serían de las más afectadas, las consecuencias que tendría el colapso de la AMOC serían a nivel global y todos los países del mundo se verían afectados climatológicamente.
La función principal de la Circulación Meridional Atlántica es la de redistribuir la humedad y el calor de manera eficiente en la Tierra. Si este sistema deja de funcionar con normalidad podría llegar a causar sequías y hambrunas en algunas regiones sudamericanas como Brasil y Argentina.
Según lo investigado por los expertos un derrumbe de la AMOC es muy posible si no se controla de manera efectiva la emisión de gases de efecto invernadero. Los resultados que arrojaron los estudios son de un 95 por ciento de seguridad de que aquel desplome ocurra a finales del siglo 21.
Además, un colapso de esta Circulación Meridional impone también una crisis biológica en cuanto a especies marinas, lo que podría resultar en un aumento de refugiados climáticos y algunos problemas geopolíticos.
Los expertos aseguran que un derrumbe de la AMOC no significa que la humanidad deje de existir, pero sí le impondrá algunos riesgos de vida a diferentes países del mundo. Además, le resaltaron a las diferentes regiones la necesidad de crear un plan de acción que impida el evento catastrófico.
ERIKA LUCIA IBAÑEZ GARCIA
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO