Trabajo remoto, ¿la solución para frenar la 'fuga de cerebros'?

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Los líderes empresariales y los funcionarios locales de Tulsa, Oklahoma, cavilaron durante años cómo llenar el vacío creado cuando los jóvenes partieron a las grandes ciudades costeras. ¿Qué podría mantener a los profesionistas en el corazón de Estados Unidos?, se preguntaban.

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Pero en lugar de luchar por retener a los nativos de Tulsa, decidieron reclutar a forasteros. Cinco años después de que la Fundación George Kaiser Family comenzó a ofrecer 10 mil dólares a trabajadores remotos dispuestos a mudarse a Tulsa durante un año, unas 3 mil 300 personas han aceptado la oferta.

La repentina aparición de trabajo remoto durante la pandemia llevó a muchas ciudades a competir por nuevos residentes con incentivos. El programa de Tulsa, Tulsa Remote, es uno de los más grandes. Investigadores de Harvard y otras universidades vieron sus efectos y se preguntaron si estaba resultando un buen negocio para los trabajadores remotos y la ciudad.

Su investigación, publicada a inicios de octubre, encuestó a mil 248 personas —incluyendo a 411 que habían participado en Tulsa Remote y otras que fueron aceptadas, pero no se mudaron o no fueron aceptadas, pero presentaron solicitud— y halló que quienes se mudaron a Tulsa ahorraron un promedio de 25 mil dólares más en costos anuales de vivienda que el grupo que fue elegido, pero no se mudó. Las reubicaciones también fueron una bendición para el Estado y la Ciudad, generando 14.9 millones de dólares en ingresos anuales por impuestos.

“Debido al trabajo remoto, una gran parte de la fuerza laboral puede reubicarse y existe la posibilidad de revertir la fuga de cerebros”, dijo Prithwiraj Choudhury, profesor asociado en la Escuela de Negocios de Harvard y autor principal del estudio.

Dilucidar formas de retener a los profesionistas tiene mucho tiempo de ser un desafío para las ciudades medianas no costeras. Tulsa estaba perdiendo aproximadamente mil personas con educación universitaria más de las que ganaba cada año entre el 2015 y el 2019.

Alrededor del 2011, los filántropos locales empezaron a notar que algunas personas que se habían mudado a Tulsa debido a Teach for America, que coloca a universitarios recién graduados en comunidades como maestros durante dos años, continuaron viviendo allí. Si a otros tipos de trabajadores se les diera una razón para probar la Ciudad, quizás también podrían quedarse.

En la primavera del 2020, cuando el trabajo remoto saltó del 4 por ciento al 43 por ciento de los trabajadores de EE.UU., la perspectiva se volvió mucho más viable. Ese año, 380 personas se mudaron a Tulsa para participar en el programa, y en el 2021 la cifra aumentó a 939. El año pasado, 643 trabajadores remotos se mudaron vía Tulsa Remote.

Casi tres cuartas partes de los participantes que completaron el programa aún permanecen en Tulsa.

Jasmine Renae Ball, de 32 años, había estado viviendo en Los Ángeles, atormentada por la sensación de que debía seguir su propio consejo como planeadora financiera y comprar una casa. Eso no parecía factible. Una vez que las juntas con sus clientes se trasladaron a Zoom en el 2020, hizo solicitud a Tulsa Remote. Compró una casa de tres recámaras en Tulsa por 185 mil dólares, un tercio del costo de departamentos más pequeños en Los Ángeles.

“Todo era muy caro”, dijo Ball sobre su vida en California.

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