La tecnología se ha convertido en un elemento definitivo en las guerras y los conflictos. En el caso de Colombia no es distinto: está perfectamente mapeado y comprobado cómo las organizaciones delincuenciales están integrando en sus estrategias a plataformas como las redes sociales y los sistemas de comunicación y mensajería para distintas actividades.
WhatsApp y Facebook, por ejemplo, son el arma del miedo preferida por los criminales para intimidar a regiones, poblaciones, veredas.
Los paros armados, órdenes de bloqueos, amenazas y declaratorias de objetivos militares se distribuyen a través de la popular plataforma de chat y redes, las más usadas del país. Literalmente, con una sencilla nota de voz o mensaje en Facebook paralizan a todo un municipio, ordenan el cierre del comercio y el bloqueo de actividades como el transporte o la libre movilización ciudadana.
Twitter, o X como la rebautizó Elon Musk, es el atril político del crimen: la ‘agenda informativa’ de los grupos ilegales se surte en dicha red como parlante ‘del pensamiento político’ de toda gama de bandidajes. El parlante de comunicados de prensa, tratados, mensajes (y amenazas e insultos) contra el Gobierno, los empresarios, líderes políticos, entre otros.
Y TikTok, por su génesis, la vitrina de atracción para el reclutamiento: a punta de reguetón, bailes y videos atractivos, los criminales se disfrazan de movimientos ‘chéveres’ y ‘divertidos’ para convocar a menores de edad a reclutarse. Son decenas los casos en regiones como el Cauca, Valle o Caquetá donde operan varios grupos ilegales con cuentas en TikTok emitiendo videos que invitan a menores de edad.
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Una vez más, estamos ante un mal uso de la tecnología y las plataformas digitales. Una evidente deformación de lo que debería ser el sentido de estos sistemas. ¿Qué podrían hacer el Estado y las Fuerzas Militares para contener este fenómeno? Mucho. De la mano de dichas plataformas, a las que deberían llamar al orden y el compromiso, se deberían generar procesos y actividades pedagógicas y tecnológicas para minimizar y evitar el mal uso que hoy en día campea en favor del terrorismo de sus sistemas.
Sí bien podríamos decir que TikTok, Facebook, WhatsApp o Twitter también son víctimas de esos grupos ilegales que las mal usan, también hay que decir que cuentan con las tecnologías, la inteligencia artificial y el expertise en otros países con los que podrían aportar soluciones y medidas que se alineen con el objetivo común de cerrarle los caminos al terror que nos inunda.
Hay niños, familias, campesinos y pequeñas comunidades afectadas que merecen respuestas.
El reto será entender cómo cortarle el espacio al terrorismo en el uso de la tecnología para su beneficio, sin afectar los derechos y las libertades de los ciudadanos y las empresas. ¿Cómo detectar el uso del terrorismo en WhatsApp, por ejemplo, sin que eso signifique violentar la encriptación y seguridad misma de las comunicaciones privadas de todos los demás? La IA puede ser el camino.
JOSÉ CARLOS GARCÍA R.
Editor Multimedia
@JoseCarlosTecno