Hace veinte años fundé Lumos, una organización benéfica internacional para niños y niñas que busca hacer realidad el derecho de todos a crecer en una familia segura y amorosa. Al hacerlo, he llegado a comprender los vínculos devastadores que existen entre la violencia contra las niñas y los niños y la institucionalización de ellos mismos.
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La violencia es una de las principales causas de la separación de menores de edad y sus familias, lo que puede dar lugar a que ellos y ellas sean internados en instituciones de protección. Los niños, niñas y jóvenes que ingresan al cuidado alternativo quedan expuestos al riesgo de sufrir más violencia en el sistema que se supone que debe protegerlos, especialmente en internados de protección, que son intrínsecamente nocivos, dados sus efectos bien documentados sobre el desarrollo integral de los niños y niñas [1]. De hecho, el acogimiento institucional de niños y niñas ha sido reconocido como una privación de la libertad [2] y una forma de violencia, en sí misma, contra esos niños y niñas.
Por esta razón, la Conferencia Ministerial Mundial para Poner Fin a la Violencia contra la Niñez, que se celebrará en Bogotá los días 7 y 8 de noviembre, no solo es importante (por primera vez, los Gobiernos de todo el mundo se reunirán a nivel ministerial para asumir compromisos relacionados con la eliminación de la violencia contra los niños y niñas), sino que también refleja la magnitud del problema: 1 de cada 2 niños y niñas es víctima de violencia [3].
La campaña de la conferencia afirma que el poder para poner fin a esta violencia está “en nuestras manos”, un mensaje poderoso y esperanzador. Sin embargo, es importante que nos aseguremos de que los niños y niñas que se encuentran en instituciones de protección o en riesgo de ser internados formen parte de la conversación.
Los niños y niñas en el sistema de cuidado suelen estar entre los más marginados y discriminados, como aquellos con discapacidad, los que viven en extrema pobreza y quienes pertenecen a grupos sociales, culturales y étnicos minoritarios. Con frecuencia, se encuentran en situación de impotencia, con medios limitados o nulos para expresar y desafiar las violaciones que sufren. Estos niños y niñas no deben quedar atrás en los esfuerzos mundiales por poner fin a la violencia contra la niñez.
Los Gobiernos de muchos países ya han reconocido colectivamente el daño que causa la institucionalización de niños y niñas y se han comprometido a tomar medidas para prevenir la separación familiar innecesaria, reemplazar progresivamente el cuidado institucional por servicios y cuidados de calidad basados en la familia y la comunidad, proteger al mismo tiempo a los niños y niñas que se encuentran en diferentes entornos de cuidado de todas las formas de violencia y abuso: esto se acordó en la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño en 2019 [4].
La buena noticia es que existe una gran interrelación entre los enfoques para poner fin a la violencia contra la niñez y para prevenir y responder a la separación de los niños y las niñas de sus familias. Brindar apoyo a las familias y desarrollar capacidades para la crianza positiva puede ayudar aprevenir tanto la separación familiar innecesaria como la violencia en el entorno hogar, que en sí misma puede ser una causa de separación.
La disponibilidad oportuna de servicios sociales, con los recursos requeridos, y un programa de intervención temprana pueden ayudar a brindar apoyo específico a las familias en situación de vulnerabilidad antes de que surjan los problemas de protección de la niñez. También se reconoce cada vez más que cuando los niños y niñas necesitan ser retirados del cuidado de uno o ambos padres por su seguridad, deben ser ubicados en un cuidado seguro y afectuoso basado en la familia, no en internados de protección que pueden agravar los daños que han enfrentado.
La conferencia de noviembre ofrece una oportunidad para volver a prestar atención sobre estos temas. Es imposible poner fin a la violencia contra la niñez en todo el mundo sin abordar las necesidades de este grupo de niños y niñas que se encuentran en mayor situación de vulnerabilidad: los que están separados de sus familias y son ubicados en internados de protección.
Instamos a los Gobiernos a que en la Conferencia Ministerial Mundial para Poner Fin a la Violencia contra la Niñez aborden la violencia generalizada que sufren los niños, niñas y jóvenes que se encuentran en cuidados alternativos. Pedimos que examinen formas de implementar activamente los compromisos mundiales para prevenir y responder a la violencia contra la niñez de una manera integral, incorporando los esfuerzos requeridos para prevenir la separación familiar innecesaria y proporcionar cuidado alternativo seguro y enriquecedor basado en la familia para todos los niños y niñas.
REFERENCIAS
[1]Van IJzendoorn,M.H., Bakermans-Kranenburg.M.J., Duschinsky, R., Fox,N. A.,Goldman, P. S.,Gunnar,M. R.,Johnson,D. E., Nelson, C.A., Reijman, S., Skinner,G. C. M., Zeanah, C.H., Sonuga-Barke, E.J. S. (2020) Institutionalisation and institutionalisation of children 1: a systematic and integrative review of evidence regarding effects on development. Lancet Psychiatry. VOLUME 7, ISSUE 8, p.703-720. https://doi.org/10.1016/S2215-0366 (19)30399-2.
[2] Nowak,M;(2019) The United Nations Global Study on Children Deprived of Liberty.
[3] Hillis, S.,Mercy,J.,Amobi,A.,& Kress,H. (2016). Global prevalence of past-year violence against children: a systematic review and minimum estimates. Pediatrics,137(3).
[4] General Assembly resolution 74/395, Rights ofthe child. A/RES/74/395 (18December 2019).