Amaranta Osorio Cepeda (46 años) presume de tener tres nacionalidades: colombiana, mexicana y española. Ejerce tres profesiones: actriz, gestora y escritora. Y ahora ha sacado un libro que habla sobre las formas de la memoria, el título no podías ser otro que ‘La Trilogía del recuerdo’. Una mujer que se transfigura en tres, pero una sola voz, que sabe que no importa cómo ni dónde, “todos siempre tenemos algo para decir”.
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Hija de la pintora mexicana Cristina Cepeda y de Ramiro Osorio, director del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, exministro de cultura de Colombia y cofundador del extinto Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, Amaranta Osorio ha hecho su propio camino.
En ese camino sus obras se han estrenado en países como España, Chile, Colombia, México, Argentina y Checoslovaquia. Ha sido traducida al francés, portugués, inglés, alemán y griego. Además, hace parte del Magdalena Project, una red internacional de mujeres en el teatro y la performance contemporánea. Méritos que no son menores y que debe a su trabajo, cada vez más nombrado en la escena teatral iberoamericana.
Como gestora acaba de dirigir el 'Encuentro Latidos de Ida y Vuelta', en la versión número 39 del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT), en el que participaron figuras de las artes escénicas colombianas como Patricia Ariza, dramaturga, actriz, poeta y activista; Susana Uribe, actriz y directora de La Máscara; Checho Tamayo, performer; y Carlos Satizábal, escritor, director y actor de Corporación Colombiana de Teatro.
Y como dramaturga ha recibido premios como el Calderón de Literatura dramática y el Premio de textos teatrales Jesús Domínguez. El pasado 13 de noviembre, estrenó en Casa México (España) un compilado de tres obras ‘La trilogía del recuerdo’ (Ediciones Invasoras). Un libro en el que indaga sobre la memoria como parte fundamental de la historia, el legado familiar y el cuidado del medio ambiente.
Hace muchas cosas, así que tiene muchas cosas para contar. Ya lo dijo la investigadora Antonia Amo: “El teatro de Amaranta Osorio habla de la muerte, la vida, la transmisión, los relevos, la lucha por salir de las sombras y por romper las bridas de un sistema patriarcal que se infiltra en los territorios de lo íntimo, que domina las relaciones económico-sociales y que resuda en las herencias políticas de la España reciente”.
Hablemos de su último libro, ‘La trilogía del recuerdo’. ¿Por qué partir del concepto de la memoria, como el hilo conductor para las tres historias?
Son tres obras de teatro que giran en torno a la memoria: memoria de los ancestros, memoria histórica y la memoria de los animales que ya no están. Pero también la memoria de la violencia que tenemos en el cuerpo. Para mí recordar es fundamental. Me interesa hablar de los recuerdos porque creo que cuando revisamos la historia podemos verla con nuevos ojos y podemos construir otra narración. Cuando recordamos lo que hemos vivido o la historia, vemos los errores que se han cometido y eso nos ayuda a no repetirlos. Sinceramente no hay posibilidad de generar un mundo más bondadoso, un mundo más lleno de paz, sino elaboramos nuestros recuerdos.
¿Qué asunto en particular la inspiró para hablar de todo esto?
Hay muchas obras y ficciones que ponen a todas las mujeres siempre a pelear y yo tengo muchas amigas y nos ayudamos mucho.
Creo que el punto fundamental, es que viendo lo que pasa en el mundo, todas las guerras, que todo se repite. Tú ves lo del Holocausto y ves ahora lo que está pasando en Israel y Gaza y dices: “Madre mía, ¿cómo podemos como humanidad seguir repitiendo esto?”. Necesitamos recordar, pero también necesitamos, en este mundo en que a veces nos sentimos tan tristes, y yo por lo menos muy impotente ante la realidad, necesitamos recordar la bondad. Hay que recordar esos pequeños gestos: el poder que todas las personas tenemos de hacer algo. De hecho, el libro lo lancé el 13 de noviembre, que es el día internacional de la bondad. Muchas veces tendemos a hablar de lo malo, de todo lo horrible, de la gente horrible, pero hay mucha gente buena y todos hemos hecho algo alguna vez para ayudar a alguien. Entonces, quería poner el foco ahí ahorita.
Pareciera que en este libro el escenario son las sombras, pero la historia es esa luz que se mueve ahí dentro.
Sí, yo suelo hablar de temas muy difíciles, pero siempre busco la esperanza. Para mí es súper importante que haya esa luz y esa bondad. En cada obra hay imágenes distintas, pero, por ejemplo, en 'Sobre tus alas', hablo sobre el duelo de mi madre que murió hace tres años y hablo también de las mariposas monarcas. Que hacen ese viaje larguísimo de México a Estados Unidos. Solo las tataranietas son las que hacen el viaje. Muchas de ellas no llegan hasta Estados Unidos, se quedan, se mueren en el mar y sus alitas se quedan flotando. Justamente son esas alitas y esos restos los que hacen que las otras puedan llegar, porque se posan en las alas de sus compañeras muertas y vuelan más lejos. Yo digo que para mí mi madre y su muerte son eso, por eso se llama 'Sobre tus alas', porque yo sé que, gracias a sus alas, yo puedo volar más lejos.
Esas historias protagonizadas por mujeres fuertes, no la mala o la víctima. Esas mujeres y la resiliencia, presente en este libro y en su obra ¿cómo se conecta con la posibilidad de voz del teatro?
Cuando yo era muy jovencita era actriz. Bueno, todavía lo sigo siendo, pero digamos que cuando era joven era más actriz y me molestaba mucho que había muy pocos personajes protagonistas femeninos y los protagonistas que había estaban locos o eran suicidas, o malísimas personas. Si ves los arquetipos de las protagonistas es un poco terrible, desde Lady Macbeth. Yo decía: no puede ser que siempre haya pocas y que quedemos tan mal. Desde la primera obra dije: no, mis protagonistas van a ser mujeres y yo quiero ver a mujeres fuertes. Hay muchas obras y ficciones que ponen a todas las mujeres siempre a pelear y yo tengo muchas amigas y nos ayudamos mucho. Yo quiero hablar de la sororidad y quiero ver la fuerza de varias mujeres que se ayudan. Ha sido como leitmotiv en mi obra. Esta historia no está contada. Toda la historia que yo conocía siempre estaba contada por los hombres y dije no puede ser. Yo necesito el otro punto de vista, está muy bien esos héroes que se murieron en el campo de batalla, pero quizá las heroínas reales son las que se quedaron en la casa cuidando a sus hijos, sacando a su familia adelante, como lo fue mi abuela. Dije: mis heroínas, van a ser ellas. A partir de ahí, tengo, no sé cuántas, más de 29 obras todas sobre mujeres.
¿Cómo es ese equilibrio entre ser dramaturga, actriz y gestora cultural?. Entre gestar y crear arte.
Yo, si pudiera, solo escribiría. Lo que pasa es que como de escribir casi nadie vive. Yo pensé que cuando uno le iba muy bien... y no, vives a ratitos. Hay que hacer otras cosas. A mí me encanta actuar. Y también, me encanta la gestión cultural, porque también es creativo. Tú estás viendo a qué persona invitas, con quién la pones a dialogar. Haces todo lo posible para que esa magia nazca. Una cosa es hacer magia con las palabras, pensar tu pensamiento, y otra es dar el escenario y proteger ese escenario para que la magia suceda. Es muy bonito, porque siempre te sorprendes de lo que sale, de lo que habla la gente. Entonces lo compagino un poco, así me gusta. También doy bastantes clases, de hecho, ahora tengo talleres en diferentes universidades. Tengo un taller en línea de nueve meses que es con alumnos de todo el mundo. Justamente hablamos de gestar, se llama Gestar una obra. Es que ahora que me dijiste gestar... a mí también me costó escribir y aceptar mi autonomía. Tengo que hacer algo para poder ayudar a la gente que no le pase lo mismo, la gente que está bloqueada, la gente que no se atreve. Hay gente que tiene mucho talento y tiene muchos miedos.
Su padre tiene mucha presencia en la escena cultural colombiana y usted tiene muchos estrenos en Europa y México, pero la presencia de su obra en Colombia no es tan fuerte. ¿A qué se lo atribuye?
Tú ves lo del Holocausto y ves ahora lo que está pasando en Israel y Gaza y dices: “Madre mía, ¿cómo podemos como humanidad seguir repitiendo esto?”
Es producto de estudiar aquí (en España), me quedé y mi trayectoria le he hecho acá. Y también, con un padre (Ramiro Osorio) que dirige un teatro, que ha sido ministro y que es un hombre fuerte, yo siempre quise labrar mi camino sola. Y con él nunca he tenido una producción en el teatro que dirige, no he estado en sus festivales. Yo quería un poco eso. Ahora, justamente, desde el año pasado estuve en Punto Cadeneta Punto con Carolina Vivas y dije: “me hace falta estar en Colombia”. Yo quiero hacer cosas aquí porque me nutro mucho de los artistas de allá y creo que puedo también dar a los artistas de allá y a la gente. Tengo muchas ganas, pero todavía no he encontrado el camino. Estoy buscándolo.
Hay algo que se ha repetido mucho en la conversación: tener algo para decir. ¿Cómo lo relaciona con el teatro y con su obra?
Creo que todas tenemos algo que decir y que es muy importante decir lo que uno piensa. A veces hay miedo. Yo a veces que me meto en temas políticos y me dicen ¡ojo!. Pero creo que todos tenemos derecho a tener una opinión del mundo. En mi caso, por ejemplo, me cuesta, porque a veces quieren asociarme a una guerra o a un partido. Yo siempre estoy por el diálogo, por la paz. Hay que mirar a las víctimas de los dos lados, no podemos solo decir que esos son malísimos y olvidarnos que hay niños que no tienen la culpa de nada, que solo están ahí. Entonces, cada uno tiene que encontrar su postura, la mía es intentar escuchar a todos y hacer que los relatos estén presentes.
Leidy Juliana Restrepo Mesa