En el mundo de la salsa, el nombre de Sergio George es un ícono. Pero el productor, compositor, arreglista y pianista ha trascendido el género, entendiendo que la música es un todo, y ha colaborado con artistas del pop, del reguetón y otros géneros que mueven masas.
Conforme a los criterios de
Tito Puente, Celia Cruz, Marc Anthony, Cheo Feliciano, Dark Latin Groove (DLG) han sido algunas de las estrellas salseras con las que George ha trabajado, pero también hay que sumar los nombres de personajes de otros estilos musicales como los de Thalía, Jennifer López, Daddy Yankee, Karol G, Maluma y Zion & Lennox.
George cuenta con una carrera de cuatro décadas y es inevitable no reconocer que él ha sido partícipe del auge de la música latina a nivel mundial. En estos años ha sido merecedor de 19 premios, entre Grammy y Latin Grammy.
Nacido en Nueva York e hijo de puertorriqueños, George se ha convertido en uno los más grandes defensores de la cultura afrolatina y es, sin lugar a duda, uno de los productores más influyentes de la industria a nivel mundial.
EL TIEMPO conversó con él sobre su carrera, la industria, la salsa y la música colombiana en el marco de la promoción de su álbum urbano Sergio George, ataca Sergio: urban salsa sessions. Un disco en el que reafirma que la fusión entre ambos géneros es posible.
Vivo con miedo de que todo va a acabar en algún momento. Por eso no paro de trabajar. Soy 'workaholic'. Espero que el éxito continúe, si Dios quiere.
De todas las canciones en las que ha trabajado, si usted fuera una, ¿cuál sería?
Pensándolo rápido, la primera que se me viene a la cabeza es Ríe y llora de Celia Cruz. Básicamente, porque mi carrera y mi vida han sido risas, pero a la vez sufrimientos. La canción la compuse con Fernando Osorio, un año antes de la muerte de Celia Cruz. Son cosas que tengo en el alma.
Si tuviera que destacar algo en particular de su carrera ¿qué sería?
La perseverancia y el miedo al fracaso.
¿Miedo al fracaso? ¿Usted?
Sí. Vivo con miedo de que todo va a acabar en algún momento. Por eso no paro de trabajar. Soy workaholic. Espero que el éxito continúe, si Dios quiere. Tengo mis Grammys y canciones que han pegado y eso es chévere, pero sigo trabajando, no puedo parar. Cuando me nominan a algo, se me olvida y sigo. Es la gente la que me recuerda mis logros porque yo siempre estoy enfocado en lo que viene.
¿Sigue habiendo expectativa cada vez que lanza una canción?
Totalmente. Hasta que alguien no me diga, “wow, me encanta”, no estoy feliz. Y si la canción no funciona, no quiero escucharla nunca más.
¿Y le ha pasado al revés? ¿Una canción que usted creyó que no iba a funcionar y se convirtió en un exitazo?
Sí, con Tu amor me hace bien de Marc Anthony. Me parecía un tema aburrido. No me terminaba de gustar el arreglo. No me parecía un hit. Lo sentía como un relleno del álbum. La primera vez que escuché un estadio cantando la canción pensé: “me equivoqué”.
De todo lo que ha sucedido en su carrera hasta ahora, ¿qué es lo que más le ha sorprendido?
Cuando pienso en productores de salsa, hay muy pocos que han logrado trascender y destacarse, siendo ellos talentosísimos. Y me sorprende pensar que han desaparecido y yo sigo acá, haciendo nada diferente de lo que ya ha hecho mucha gente.
¿Por qué tomó la decisión de ser productor siendo pianista?
Porque quería tener control de mi música. Me cansé de ser un arreglista o pianista y cruzarme con productores que por celos o porque no les importaba no me invitaban al estudio a montar mi música. Siempre lo hacían ellos por su por su lado, me lo enviaban, pero sentía que estaba muy mal producido. No sé si era a propósito o sin culpa, pero me cansé y entendí que la única manera de proteger mi música era convirtiéndome en productor para tener más control.
Hablemos sobre el accidente del 2008, el que le cambió la vida…
Yo estaba yendo para mi casa a eso de las 11:00 p. m., después de haber estado trabajando todo el día en un remix para Chayanne. Estaba manejando y de repente escuché una explosión. Vi un túnel y una lucecita. Me estaba muriendo, pero estaba consciente porque me acuerdo del retrovisor. Sufrí un choque frontal a 150 km/h. El doctor que me atendió me dijo que iba intentar salvar mi mano derecha porque la tenía en pedazos.
Es que sin su mano usted ya no podía hacer música…
Claro. Y, cuando le entregué mi vida a Dios, decidí que, si tenía que hacer otra cosa con mi vida, lo haría. No tuve mi mano por seis meses. Era un pianista sin dedos. Y nunca lloré. Estaba resignado de que tenía que hacer otra cosa. He tenido dos operaciones y aún no es la misma que antes, pero aprendí a ajustarme a lo que hay. La vida es eso. Hay que ajustarse y hacer lo mejor con lo que uno tiene. El accidente me cambió la vida. Por eso ya no ‘cojo lucha’ contra nada. Solté. Y cuando lo hice, mi nombre empezó a crecer más.
Veo una luz al final del túnel. Veo el interés de los músicos que no son “salseros” como Wisin o Camilo de meterse en esto. Y ese es el futuro. No son los típicos salseros, pero no creo que el “típico salsero” exista.
¿Cómo ve la salsa hoy?
Si me hubieras hecho esa pregunta hace dos años, te hubiera dicho que estaba en terapia intensiva. Pero ahora yo veo una luz al final del túnel. Veo el interés de los músicos que no son “salseros” como Wisin o Camilo de meterse en esto. Y ese es el futuro. No son los típicos salseros, pero no creo que el “típico salsero” exista. La gente pone etiquetas en cosas que no existen. La salsa es una fusión de varias cosas y salsa es un nombre de márketing. No es un género musical, es un nombre de márketing. Para que la gente pueda bailar y disfrutar, tú no tienes que ser un sonero estilo “nosequién”.
Esa es una afirmación polémica…
Y hay gente que no le gusta que lo diga. Soy estudioso de la música afrocubana. Me crié en el ambiente de Nueva York de los sesentas, y ahí nació el nombre salsa. Pero la salsa no era la Fania, era boogaloo. El boogaloo era el sonido de esa época, de James Brown, música negra combinada con el soul cubano. Ni siquiera era en español, era bilingüe. Entonces se fue para otro lado, con más letras, más cotidianas.
¿Cómo ve el 'boom' de la música colombiana?
Viví en Colombia en el 87 y sabía que eso iba a pasar. En Colombia hay cuatro países en uno por las diferentes influencias culturales. Todos y cada uno tiene su música, su dialecto, sus artistas, su comida. Y los unen dos cosas: una canción que pega y el fútbol. Entonces, si algo pega en Colombia, pega en el mundo entero. Por eso no me sorprende el éxito de Colombia, porque es un mini Estados Unidos latino, con diferentes gustos y por eso es un país especial.
¿De qué canción le hubiera gustado hacer parte?
¡De la que más ha vendido! Por supuesto, Despacito (risas).
¿En serio?
Estoy orgullosos de lo que he hecho, ha sido buena música que ha vendido. No le tengo celos a nadie. Pero si tú vendes más que yo, me gustaría estar ahí. Claro. (risas).
ÚRSULA LEVY
Para EL TIEMPO
@UschiLevy