En sus inicios internet y las redes sociales se comprendieron como una panacea del desarrollo social, de cómo “conectarnos todos” nos iba a convertir en una mejor sociedad global y nos iba a dar un trampolín poderoso en nuestra evolución.
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Décadas después hemos descubierto, con profundo dolor, que los intereses de grandes corporaciones que controlan la opinión y la información de la gran red la han convertido en, casi, una enemiga de la unión y la consolidación social: todo lo contrario.
La polarización, el odio, la desinformación y la manipulación son las bases estructurales hoy en día de un internet y redes sociales que centran al mundo en un debate creciente: ¿cómo regular el internet y sus efectos nocivos?
Bill Gates le dedicó un capítulo entero a este tema en su más reciente serie en Netflix, '¿Y ahora qué?' La desinformación es el peor veneno de la globalización digital.
Alemania implementó en 2018 una regulación de contenidos en internet que obliga, so pena de violentas multas y sanciones, a Google, Facebook y Twitter a retirar en menos de 24 horas los contenidos manipulados, falsos e injuriosos, una medida que ha funcionado, pero que no deja de generar la inquietud de que roce con la libertad de expresión.
Ahora la Unión entera se apresta a discutir un nuevo marco regulatorio que pretende confrontar y contener la desinformación en toda Europa, obligando además a las plataformas digitales a no menoscabar el derecho a la libertad de expresión.
El marco conocido incluye mecanismos de verificación de noticias, etiquetas que adviertan cuando un contenido es de dudosa procedencia y acciones contundentes de eliminación y bloqueo de informaciones comprobadamente falsas y/o manipuladas.
Y dicha responsabilidad se las impone a las plataformas digitales. Ello comprende un compromiso que siempre han esquivado los gigantes de internet, la transparencia sobre sus algoritmos y que la ciudadanía y la sociedad entiendan cómo operan.
Menuda discusión. Necesaria, cómo no. Un camino que seguro trazará un sendero por el que, sin duda, tendremos que analizar y seguir, según como salga.
Es eso, o seguir dejándoles impunemente la ‘responsabilidad’ de construir cultura y tejido social a unas industrias digitales que no ven implicaciones sociales y antropológicas en su actuar, solo números.
JOSÉ CARLOS GARCÍA R.
Editor Multimedia
@JoseCarlosTecno en redes