Sazón al caldo Margui / El Condimentario

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En muchos hogares colombianos, el uso de los caldos en cubo es habitual. Cuando el tiempo apremia es el salvador que llega al rescate. ¿Estamos metiendo un villano en nuestras cocinas?

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Sobre su origen hay varias versiones, como sucede con la historia de los alimentos y preparaciones. Pero, sin duda, la razón de este invento gastronómico surge del hambre y la pobreza. Con estos cubos concentrados de carne, pollo o verduras, combinados con otros ingredientes –que hoy se consideran perjudiciales para la salud– se puede alimentar a familias, ejércitos y poblaciones vulnerables, y a quienes se encuentran en territorios donde no hay las condiciones idóneas para el cultivo y preservación de alimentos. Son una solución económica y fácil de transportar. Lo paradójico es que ayudan a calmar el hambre, pero con efectos riesgosos para el organismo, gracias a su alto contenido de sal y otros cuestionados componentes artificiales.

Estoy de acuerdo, de hecho, me gusta la modernidad, los avances y la investigación, pero en el caso de estos cubos tengo contradicciones. Me molesta su sabor artificial y que todos los platos terminan con un gusto similar. Pero no se puede tapar el sol con las manos, y la realidad es que es común verlos en las cocinas caseras y tradicionales. Son el as bajo la manga de muchas familias. El otro día estaba viendo a una portadora de tradición cocinar un plato típico de su región, con esmero y cariño. Todo era felicidad, aromas, buenos ingredientes, sabor y sazón hasta que del bolsillo sacó un cubo de caldo y lo agregó. Se me quebró el corazón.

Si bien es cierto que van en contra de la tradición y de la comida ancestral, en la que se utilizan vegetales, especias y hierbas, cocidos a fuego lento para extraer sus sabores naturales y dar sazón. Estos cubos tienen el encanto de lo práctico, aun a pesar de que sus ingredientes parecen más de laboratorio que de huerta y ese es el sabor que queda en la memoria gustativa.

Pero que no cunda el pánico, hay soluciones al alcance de la mano, el bolsillo y el fogón. Preparar estos concentrados en casa no es complicado. Internet está repleto de recetas con explicaciones detalladas. Esta es mi receta de caldo Margui: cocino una mezcla de verduras mixtas picadas en trocitos (zanahoria, calabacín, apio, acelga, hojas y tallos, cebolla larga, pimentón), cilantro, orégano y albahaca frescas, especias al gusto (comino, cúrcuma, tomillo, laurel y pimienta) y 150 gramos de sal marina. Cocino a fuego lento las verduras sin agua, agrego la sal y los condimentos, revuelvo y tapo. Pongo al fuego de nuevo por 10 minutos y luego licúo. Dejo reducir a fuego muy lento hasta formar una pasta. Enfrío y refrigero. La agrego a cucharadas y a veces con chorrito de vinagre para equilibrar, queda increíble.

Cada quien decide si vale la pena el riesgo y la sazón casera y natural por la comodidad. ¿El caldo en cubo es un salvador en tiempos de apuro o un villano silencioso que pone en jaque nuestro bienestar? ¡Buen provecho!

MARGARITA BERNAL

Para EL TIEMPO

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