Ejercitas tus músculos para fortalecerlos y prevenir la fragilidad y el declive; ¿podría tu cerebro funcionar de la misma manera? Esa premisa lanzó múltiples apps de entrenamiento cerebral y muy probablemente contribuyó a la venta de libros de acertijos los últimos 20 años. También inspiró a numerosos investigadores a explorar si el entrenamiento cognitivo realmente puede hacer que las personas sean más inteligentes e incluso reducir el riesgo de demencia.
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Pero una idea aparentemente sencilla es más complicada de lo que parece. Porque la respuesta a “¿entrenar a tu cerebro es de ayuda?” depende del tipo de ejercicios que estés haciendo y de qué beneficios busques.
Algunos juegos de entrenamiento cerebral enseñan estrategias para mejorar una habilidad o reconocer patrones. Otros aumentan gradualmente la velocidad y la dificultad para desafiar al cerebro, dijo Lesley Ross, profesora de psicología en la Universidad de Clemson, en Carolina del Sur. Muchos estudios han mostrado que jugar estos juegos puede mejorar las capacidades cognitivas de las personas —no sólo en una tarea específica, sino también en tareas relacionadas.
Eso “no es muy sorprendente”, dijo Adrian Owen, profesor de neurociencia cognitiva e imágenes en la Universidad Western, en Ontario, Canadá, del mismo modo en que alguien que practique memorizar números de teléfono probablemente mejoraría en recordar fechas.
La evidencia de que jugar un tipo de juego te hará más inteligente en general o te ayudará a mejorar en una tarea completamente diferente es menos convincente.
Algunas empresas han dicho que sus juegos pueden ayudar a evitar el deterioro cognitivo, pero la investigación es escasa. Un estudio halló que los adultos mayores sanos que jugaban un juego diseñado para mejorar la velocidad de procesamiento tenían un riesgo 29 por ciento menor de demencia una década después. Las personas que jugaron otros dos juegos, una tarea de memoria o una tarea de resolución de problemas, también tuvieron un menor riesgo, aunque el beneficio no fue significativo.
Hay más investigaciones sobre cómo los comportamientos cotidianos —como hacer crucigramas, jugar juegos de mesa, leer libros o aprender un idioma— pueden proteger contra el deterioro cognitivo.
Varios estudios han sugerido que mientras más a menudo participen las personas en actividades cognitivamente estimulantes, menor es su riesgo de deterioro cognitivo o su diagnóstico de demencia se verá postergado.
Uno encontró que entre los adultos que desarrollaron demencia, los que hacían crucigramas con regularidad retrasaron la aparición del deterioro de la memoria por más de dos años.
Si algo es un reto mental, “lo más probable es que sea bastante bueno para el cerebro”, dijo Ross.
Cuando se les preguntó por qué estas actividades podrían ayudar, los expertos mencionaron la teoría de la “reserva cognitiva”. La idea es que mientras más “músculo mental” haya desarrollado alguien, más resiliente será a la demencia, dijo Joe Verghese, presidente del departamento de neurología de la Facultad de Medicina Renaissance de la Universidad Stony Brook, en el Estado de Nueva York. Es probable que estas actividades no prevengan el daño cerebral que conduce a la demencia, pero la reserva cognitiva puede “retardar la aparición de los síntomas durante unos años”, afirmó.
La investigación muestra que las personas con mayor educación tienen un menor riesgo de demencia, afirmó Samuel Gandy, director asociado del Centro de Investigación del Mal de Alzheimer Mount Sinai, en la ciudad de NY. Otros estudios han demostrado lo mismo para personas con trabajos cognitivamente retadores. Los pasatiempos desafiantes podrían tener un efecto similar.
Sin embargo, no hay manera de medir directamente la reserva cognitiva, afirmó Owen. Por lo tanto, es difícil decir si los juegos de entrenamiento cerebral también pueden mejorarla.