Cada año, millones de católicos en todo el mundo celebran el Domingo de Pascua, una fecha que representa mucho más que el cierre de la Semana Santa. Es el día en que, según la fe cristiana, Jesús resucitó de entre los muertos, marcando el punto más alto y trascendental de toda la tradición católica.
Este 20 de abril, la Pascua vuelve a ocupar el centro del calendario litúrgico. No solo es una conmemoración más, sino el eje sobre el que gira toda la doctrina cristiana: la vida después de la muerte, la victoria sobre el pecado, y la promesa de una eternidad en presencia de Dios.
Los feligreses viven este día con alegría, luz y renovación. Foto:iStock
A diferencia del tono solemne y de recogimiento que caracteriza los días previos, como el Viernes Santo o el Jueves de la Última Cena, el Domingo de Pascua se vive con un espíritu de alegría, luz y renovación. Es el momento en que el dolor de la cruz se transforma en una proclamación de vida, esperanza y redención para la humanidad.
La Resurrección no es solo una historia del pasado. Para los creyentes, es una realidad viva, actual, que transforma su manera de entender el sufrimiento, la muerte y el destino final del ser humano.
El relato bíblico: el sepulcro vacío
El Evangelio de San Juan narra uno de los momentos más significativos de toda la Biblia: al amanecer del tercer día tras la crucifixión, María Magdalena fue al sepulcro de Jesús y encontró que la piedra que sellaba la tumba había sido removida. Alarmada, corrió a buscar a Pedro y Juan, dos de los discípulos más cercanos a Jesús.
Ambos constataron que el cuerpo ya no estaba allí. Mientras el resto de los apóstoles se refugiaba en una casa, María permaneció en el sepulcro, llorando desconsoladamente. Fue entonces cuando Jesús se le apareció, vivo, resucitado, y le encomendó una misión crucial: anunciar a los demás que Él había vuelto.
Las señales de la Resurrección no solo fueron el sepulcro vacío, sino también las repetidas apariciones de Jesús a sus seguidores. En ellas, reafirmó su identidad como el Hijo de Dios y dejó la promesa de su regreso.
El domingo santo representa la resurrección de Jesús. Foto:iStock
El Domingo de Pascua es mucho más que una tradición religiosa o una celebración familiar. Es, en palabras del propio Vaticano, la piedra angular de la fe católica.
Sin la Resurrección, el mensaje de Jesús perdería su sentido más profundo. A través de este acto divino, se sella la promesa de salvación para la humanidad y se invita a los fieles a vivir con la certeza de que la muerte no es el final, sino el principio de una vida plena y eterna junto a Dios.