¿Por qué algunas personas no miran a los ojos cuando hablan? Esto fue lo que vivieron cuando eran niños, según la psicología

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Experiencias en la infancia y causas neurológicas pueden explicar esta conducta, de acuerdo con la psicología.

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Evitar el contacto visual podría estar relacionado con sucesos del pasado. Foto: iStock

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03.06.2025 10:50 Actualizado: 03.06.2025 11:19

Evitar el contacto visual durante una conversación es un gesto que puede interpretarse de diversas maneras: timidez, desinterés o incluso sospecha. Sin embargo, la psicología indica que esta conducta puede tener raíces más profundas, muchas de ellas asociadas a experiencias vividas en la infancia o a causas neurológicas específicas. 

Una infancia marcada por la crítica y el rechazo

Según la revista 'CuerpoMente', el entorno familiar durante la infancia es determinante en la formación de la autoestima y el desarrollo emocional. La Asociación Americana de Psicología señala que la retroalimentación que un niño recibe en casa influye directamente en su autoconcepto. 

En hogares donde predominan las críticas, los castigos o la represión emocional, los niños pueden aprender a evitar el contacto visual como un mecanismo de defensa frente a la desaprobación.

La sinergóloga Eva García Ruiz, citada por 'CuerpoMente', explica que la conducta de evitar la mirada no necesariamente implica mentira, sino un intento inconsciente de protegerse del juicio o la crítica. En estos casos, apartar la mirada puede persistir en la adultez como una forma de distanciamiento emocional.

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Puede ser una forma de protegerse contra las críticas. Foto:iStock

Conflictos con figuras de autoridad y represión emocional

El Dr. Gabor Maté, experto en trauma, advierte que los conflictos con figuras de autoridad, como padres o profesores, también pueden originar esta conducta. Un niño que ha sido humillado o ignorado al intentar expresarse puede desarrollar una respuesta automática de retraimiento, especialmente ante figuras que le recuerden a aquellas experiencias tempranas.

De igual forma, en ambientes donde las emociones eran reprimidas, con frases como “no llores” o “no hagas tanto ruido”, los niños pueden aprender a ocultar sus sentimientos. El contacto visual, al ser un detonante emocional, se evita para no quedar expuestos, como indica un estudio publicado en 'Frontiers in Psychology'.

Climas conflictivos y sensación de rechazo

El contacto visual también puede evitarse como una respuesta a climas de constante tensión, como aquellos marcados por discusiones familiares o situaciones de acoso escolar. En estos contextos, el gesto de desviar la mirada se convierte en una forma de pasar desapercibido.

Asimismo, experiencias de rechazo o negligencia afectiva pueden llevar a una baja autoestima y a la percepción de no ser digno de atención. Según 'CuerpoMente', en estos casos, evitar mirar a los ojos es una forma de evitar la exposición emocional al rechazo anticipado.

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Puede indicar baja autoestima. Foto:iStock

Causas neurológicas y trastornos asociados

Más allá del entorno psicosocial, existen también explicaciones neurológicas para esta conducta. De acuerdo con el Functional Neurology Center, evitar el contacto visual no siempre responde a timidez o mala educación, sino que puede estar relacionado con una disfunción neurológica.

En personas con trastorno del espectro autista (TEA), por ejemplo, mirar a los ojos puede provocar una sobreestimulación del sistema subcortical, una región cerebral implicada en la interpretación de emociones faciales. 

Investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard han observado que esta sobreactivación genera un alto nivel de estrés y malestar, por lo que forzar el contacto visual en estas personas puede ser contraproducente.

Del mismo modo, personas con trastorno de estrés postraumático (TEPT), especialmente derivado de abusos en la infancia, pueden experimentar el contacto visual como una amenaza. 

Un estudio de 2019 citado por el Functional Neurology Center mostró que, en estos casos, el contacto visual activa regiones cerebrales vinculadas al miedo y la ansiedad, como el área periacueductal gris, en lugar del área prefrontal, que se activa en individuos sin trauma.

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Este hábito puede estar relacionado con una disfunción neurológica. Foto:iStock

Ansiedad social y sobrecarga cognitiva

También se ha identificado una relación entre la ansiedad social y la evitación de la mirada. Las personas con esta condición suelen experimentar vergüenza o autoconciencia al interactuar con otros, lo que eleva su nivel de ansiedad al mantener contacto visual.

Finalmente, mirar a los ojos puede interferir con la capacidad cognitiva para articular pensamientos complejos. Una investigación japonesa encontró que los participantes tenían más dificultad para encontrar palabras adecuadas mientras mantenían contacto visual con rostros en una pantalla, lo que sugiere que esta interacción puede consumir recursos mentales necesarios para la expresión verbal.

Factores culturales y familiares

Por último, 'CuerpoMente' recuerda que en algunas culturas, como la japonesa, mirar fijamente a los ojos puede considerarse una falta de respeto. Incluso en contextos familiares, sin una influencia cultural explícita, puede no ser habitual mantener contacto visual directo durante las conversaciones, lo que explica la existencia de este hábito sin necesidad de un trasfondo traumático.

*Este contenido fue escrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de conocimiento público divulgado a medios de comunicación. Además, contó con la revisión de la periodista y una editora. 

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SOFÍA ARIAS MARTÍNEZ

REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL

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