En el corazón de la Sierra Nevada de Santa Marta, el pueblo Arhuaco enfrenta una de sus luchas más difíciles: preservar Katanzama, uno de sus sitios sagrados más emblemáticos.
Este predio, ubicado entre Don Diego y Palomino, en el kilómetro 60 de la Troncal del Caribe, más que un lugar de encuentro para los rituales y celebraciones de la comunidad indígena, es un puente espiritual entre la Sierra Nevada y el mar, un espacio donde la tradición ancestral y el futuro educativo convergen.
Sin embargo, este territorio está en riesgo. La Sociedad de Activos Especiales (SAE) ha notificado al Cabildo Arhuaco sobre la necesidad de pagar más de 240 millones de pesos en impuestos prediales acumulados y constituir pólizas de garantía antes del 29 de diciembre.
Los indígenas están preocupados por perder su territorio. Foto:Prensa Alcaldía de Santa Marta
Para los Arhuacos, quienes basan su riqueza en los saberes ancestrales y no en bienes económicos, esta suma es inalcanzable.
“No es justo que hoy nos pidan pagar impuestos. Esto es totalmente contrario a nuestros derechos. Pedimos al señor Presidente que nos libere de esta carga, porque no tenemos la capacidad económica y estas normativas no deberían aplicarse a un pueblo ancestral como el nuestro”, expresó Luis Salcedo Zalabata, gobernador del Cabildo Arhuaco.
El valor cultural y espiritual de Katanzama
Katanzama es el epicentro de la vida social, política y educativa del pueblo Arhuaco. Aquí se realizan encuentros masivos para rituales, reuniones con líderes políticos y proyectos educativos.
En este predio también funciona un colegio indígena y está en marcha la construcción de la primera universidad intercultural de Colombia, liderado por la Universidad del Magdalena.
Precisamente el rector de esta institución, Pablo Vera Salazar, ha sido uno de los principales aliados de los Arhuacos en esta batalla. Durante una reunión reciente con líderes del Cabildo, el directivo enfatizó la importancia de Katanzama no solo para el pueblo Arhuaco, sino para el país entero.
Universidad de Magdalena apoya técnica y legalmente a la comunidad. Foto:Prensa Universidad de Magdalena
“Retirar este territorio a sus legítimos propietarios sería un acto que contradice su derecho histórico y cultural. Este lugar es un modelo único que busca integrar los saberes ancestrales con la educación superior, promoviendo la reconciliación y el desarrollo sostenible”, señaló el rector.
El aporte de instituciones a Katanzama
Actualmente, en este resguardo, diferentes instituciones, como la Caja de Compensación Familiar del Magdalena (Cajamag) desarrollan programas sociales de educación como el 'Biblioburro' y actividades de emprendimiento para su población infantil y adolescente.
Lo anterior, en el marco de las Jornadas Escolares Complementaria que han permitido un desarrollo integral de la población.
En este resguardo se imparte educación a niños y adolescentes. Foto:Cajamag
Un sistema que comunidades ancestrales consideran 'injusto'
La exigencia de la SAE de cumplir con requisitos económicos desconoce la realidad de su pueblo y las leyes que protegen a a sus comunidades, según consideran los indígenas.
“Estas condiciones son inalcanzables para un pueblo que ha protegido este territorio durante siglos”, afirmó el gobernador Salcedo Zalabata.
La preocupación en Katanzama es palpable. “Estamos muy angustiados por esta situación. No sabemos qué hacer para evitar un posible desalojo de este lugar sagrado”, añadió el líder indígena.
El temor no es solo la pérdida del predio, sino lo que ello simboliza: un eco de los despojos coloniales que los pueblos indígenas han enfrentado durante 500 años.
Llamado al Gobierno Nacional
Ante esta amenaza, las autoridades Arhuacas y la Universidad del Magdalena han elevado un llamado urgente a través de una carta al Presidente Gustavo Petro.
En el documento solicitan la titulación definitiva del predio, liberándolo de las normativas económicas que podrían convertirse en barreras para los derechos ancestrales.
El rector Vera Salazar destacó la necesidad de que el Gobierno asuma su responsabilidad histórica. “Este es un acto de justicia que simboliza restituir los derechos de nuestros pueblos indígenas después de siglos de lucha”, afirmó.
Una decisión que marcará el futuro
La situación de Katanzama no se trata únicamente de un conflicto jurídico, sino un desafío ético y cultural.
Mientras el reloj avanza hacia la fecha límite, los Arhuacos esperan que el Gobierno Nacional tome una decisión que honre la diversidad y los derechos de Colombia.
Para esta comunidad, Katanzama es un símbolo de resistencia, identidad y esperanza.
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Roger Urieles
Para EL TIEMPO Santa Marta
En X: @rogeruv