MILÁN — Películas como “La Dolce Vita” de Fellini, de 1960, crearon una imagen de Italia como un paraíso para fumadores. Pero esos días quedaron atrás. Una serie de leyes prohibirán, de manera gradual, fumar en espacios compartidos en interiores, como restaurantes.
Ahora, el Gobierno de centro-izquierda de Milán ha llevado la ofensiva más allá, al convertirse en la primera ciudad italiana importante en prohibir que se fume al aire libre a menos que el fumador esté a por lo menos 10 metros de otras personas. Las reglas entraron en vigor el 1 de enero.
“La gente fumará un poco menos, lo cual es bueno para su salud y la salud de todos, y quienes no fuman estarán menos expuestos al humo de segunda mano”, indicó Anna Scavuzzo, la Vicealcaldesa de Milán.
Para sus detractores, las nuevas reglas son un ataque a un preciado estilo de vida.
Funcionarios de la ciudad esperan que las nuevas reglas no sólo hagan que disminuya el número de fumadores, sino que también mejoren la calidad del aire al reducir algo de material particulado. De acuerdo con una agencia de salud regional, el humo del cigarro es responsable del siete por ciento de las emisiones de material particulado en Milán, una de las ciudades más contaminadas de Italia.
Las multas por fumar en exteriores van de 40 a 240 euros. La Policía local se ha contenido con las multas, al aplicar sólo 16 en las primeras tres semanas tras la entrada en vigor de las reglas, Scavuzzo dijo que un enfoque así de blando podría no durar para siempre.
“Si una medida no va acompañada de una multa, los italianos no son tan escandinavos como para respetar la ley de cualquier modo”, señaló.
Hasta ahora, las quejas de los residentes han sido moderadas. Pero Marco Barbieri, secretario general para la filial en Milán de la Asociación Italiana de Minoristas - Confcommercio -, que incluye a bares y restaurantes, se siente furioso. Está seguro de que los miembros de la asociación serán multados ya que es fácil detectar a fumadores errantes que comen o beben al aire libre.
Dijo que si el Ayuntamiento hubiera estado realmente preocupado por la salud y la contaminación, habría incluido a los cigarros electrónicos en la prohibición, pero autoridades municipales han dicho que esos dispositivos no queman tabaco y no creen que tengan demasiado impacto ambiental.
Nicolas Serra, un mesero en Biffi, un restaurante histórico en Milán, dijo que la regla de los 10 metros sería difícil de mantener: “La prohibición no es la forma de hacer que la gente deje de fumar; entre más prohíbas, más gente querrá hacerlo”.
Sin embargo, Anna Mondino, la directora científica de la Fundación AIRC para la Investigación sobre el Cáncer, tiene muchas esperanzas. “Si Milán lo implementa, tal vez el resto de Italia escuche”, apuntó.