A los 13 años, Emily Katy, originaria del centro de Reino Unido, experimentó su primer ataque de pánico mientras estaba en un viaje escolar. Ese episodio marcó el inicio de una etapa llena de ansiedad y desafíos que transformaron radicalmente su vida, cuando comenzó a tener los síntomas de un trastorno que tardó en diagnosticarle.
Conforme a los criterios de
Tal como detalló un informe de BBC, desde ese momento, el pánico se volvió recurrente, acompañado de obsesiones y comportamientos compulsivos. Aunque su colegio implementó ciertos ajustes, las crisis de ansiedad la llevaron a evitar las clases y sufrir intensamente cuando había que realizar un simulacro de incendio. Sin embargo, hasta ese entonces nadie sospechaba que podría ser autista.
A los 16 años, tras intentar quitarse la vida, Emily fue internada en un centro de salud mental para niños y adolescentes. Allí, sus padres y los médicos comenzaron a notar patrones que sugerían autismo, pero el diagnóstico inicial fue otro: trastorno generalizado de ansiedad y personalidad. "No creo que seas autista, creo que es más un problema de ansiedad social", fue la opinión del médico a cargo en aquel entonces, según contó.
No fue hasta los 17 años, tras una evaluación privada, que un psiquiatra concluyó que Emily podía tener autismo. Para ella, ese momento fue un alivio. Sentir que todo lo que había vivido tenía una razón marcó un antes y un después en su vida.
Poco después, Emily decidió compartir su experiencia a través de un blog llamado Auténticamente Emily. Este espacio le permitió conectar con otras personas autistas y, al mismo tiempo, comprender mejor su propia condición. Su involucramiento con la Red de Jóvenes Autistas amplió su perspectiva, transformando su rabia personal en un impulso para abogar por un mejor entendimiento del autismo, especialmente en mujeres jóvenes.
Su compromiso con la condición para ayudar a más personas que tengan autismo
Inspirada por una enfermera que la apoyó durante su internación, Emily cambió su carrera de psicología por enfermería en salud mental. En 2022, se graduó y comenzó a trabajar con niños y jóvenes neuro diversos, utilizando su historia como una herramienta para inspirar y educar, tal como detalló el informe de BBC.
En enero pasado, un nuevo diagnóstico (trastorno de atención) explicó aspectos adicionales de su experiencia, como la dificultad para concentrarse o la sensación de tener pensamientos acelerados.
Hoy, Emily combina su labor como enfermera con su faceta de escritora, promoviendo el entendimiento del autismo en el sistema de salud mental. “Espero que al compartir mi historia, se inicien conversaciones sobre la importancia de comprender el autismo y que otras niñas autistas sepan que no están solas”, concluyó Emily, quien ha convertido su experiencia en un mensaje de esperanza.