En tan solo tres días, las aguas del Pacífico fueron epicentro de seis sismos que, por fortuna, no llegaron a superar los 3,1 grados en la escala de Richter y pasaron casi que inadvertidos para poblaciones del occidente y del suroccidente del país.
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Estos fueron datos del Servicio Geológico Colombiano reportados los pasados 9, 11 y 12 de septiembre. Solo en este último día, el SGC recibió vibraciones desde el océano Pacífico, entre la 1:05 y las 7:28 de la mañana.
Y es que cuando se piensa en este mar y en terremotos o movimientos que desde allí han generado más de un estrago en ciudades, como Cali o en otras regiones del Valle del Cauca e inclusive, sintiéndose en Bogotá, por ejemplo, viene a la memoria aquella madrugada del 15 noviembre de 2004, cuando algunos ciudadanos describieron en la capital del Valle ese sismo de 6,7 grados en la escala de Richter casi que como el último instante de sus vidas y hasta creían que “era el fin del mundo”. Fue uno de los sismos más fuertes con más impactos en Cali.
Aunque la ciudad está a menos de 200 kilómetros de Popayán o del Eje Cafetero, cuando estas regiones se estremecieron por terremotos -el de la capital caucana, el 31 de marzo de 1983 y el del Armenia, el 25 de enero de 1999- los daños no fueron tan graves para la Cali, como sí el movimiento que cumplirá 20 años.
Eran las 4:06 de la mañana de ese lunes, cuando el sismo que surgió en el Pacífico frente a costas del municipio de Pizarro, en el vecino departamento de Chocó, en el Bajo Baudó, desencadenó grietas en más de 300 apartamentos de Cali de los edificios Los Conquistadores, Géminis, Torres de la Plazuela, Torres de la 50 y Torres de Tequendama, en el sur de la ciudad, por lo que más de dos mil personas estuvieron como judíos errantes, buscando ayuda para encontrar dónde vivir o arreglos de sus viviendas. En edificios, también de apartamentos, como Chiminangos, en el nororiente , empezaron a aparecer fisuras.
Esos estragos hicieron visible que hospitales, clínicas y otras edificaciones en zona de la autopista Suroriental, así como en la avenida Rooselvelt, en el sur y suroriente caleños, han estado en suelos menos duros que los que más resistentes a los de la avenida Sexta Norte, el emblemático corredor de la rumba de los salseros, o en las avenidas 2N, 3N, 4N y 5N, en barrios, como Granada, Prados del Norte, San Vicente, Santa Mónica Residencial, Vipasa y Versalles. La zona del oeste es quizás la más segura de Cali ante los sismos, porque los edificios están sobre rocas de las montañas de esa zona.
El profesor Gilberto Areiza, docente titular de la facultad de Ingeniería de la Universidad del Valle e ingeniero civil con maestría en Ingeniería Estructural de Lehigh University, en Pensilvania, Estados Unidos, explica que hay que tener en cuenta que Cali es una ciudad con 488 años de historia y eso es un factor para mirar cómo está en cuanto a sismorresistencia, si se toma en cuenta que la primera normatividad en construcciones se remonta a 1984. Es decir, que Cali ha tenido 40 años para reformarse. Sin embargo, la mayoría de las edificaciones en la ciudad están dentro de esos cuatro siglos con barrios tan antiguos sin modificaciones algunas, como San Nicolás, San Pedro, Sucre, El Calvario y El Obrero, en el centro caleño. El oeste con San Antonio, El Peñón, Santa Rita y Santa Teresita son otros de los antiguos.
El profesor Areiza dice siente temor por el hospital San Juan de Dios, que atiende especialmente, a población vulnerable y sin recursos, en San Nicolás. Fue abierto al público en 1753 y la primera etapa de su construcción data de la década de 1830.
Otra de las edificaciones que no tiene refuerzos de sismorresistencia es la estación central entre 11 que maneja el Cuerpo de Bomberos de Cali, una institución de 96 años de servicios. Las instalaciones principales están ubicadas en la avenida Las América o 3N, en el norte caleño, donde los suelos son más estables y firmes, como sigue explicando el profesor Areiza.
El norte es, pues, una de las zonas que menos daños ha sufrido por movimientos telúricos.
“La estación central es una de las 11 que no cumple con la normatividad, pero en este momento, la alcaldía de Cali nos está apoyando con el ejercicio de adelantar un estudio”, dijo el comandante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Cali, capitán Francisco Díaz. Frente a los sismos de estas últimas décadas en Cali, según el capitán Díaz, ninguna de las 11 estaciones, como la central en el norte, se han visto afectadas. El profesor Areiza reitera que es porque el norte es de suelos duros, mientras que en la avenida Rooselvelt, los suelos son más jóvenes y propensos a más daños, cuando hay un sismo.
El comandante de los Bomberos indicó que se espera que el estudio lo financie la Administración distrital. Ya para las obras de reforzamiento una vez se conozca cuáles estaciones serían las que necesitan esas mejoras tampoco es claro de dónde podrán salir los recursos, debido a que el organismo de socorro recibe dineros de la tasa bomberil, proveniente de los pagos del impuesto predial que hacen los ciudadanos en la capital vallecaucana.
En este año, el presupuesto de esa sobretasa es de 28.000 millones de pesos para las 11 estaciones con incendios que agotan los recursos, entre ellos, la ola de conflagraciones forestales de las últimas semanas. Hasta ahora, los Bomberos han recibido 20.000 millones y esta plata resulta insuficiente para todos los servicios que prestan los 570 bomberos de manera voluntaria. Este no es un cuerpo oficial y trabaja en una ciudad con menos presupuesto frente a otras capitales del país. Bogotá recibe unos 150.000 millones de pesos; Medellín, 80.000 millones y ciudades más pequeñas, como Bucaramanga, en Santander, unos 40.000 millones.
El sur y el oriente de Cali, más propensos a grietas
El profesor de la Univalle sostuvo que esos “suelos blandos amplifican enormemente el efecto sísmico”.
Según el investigador, el oriente es otro sector con debilidades con el distrito de Aguablanca, donde viven familias de estratos 1, 2 y 3, tras migraciones por el sismo del 12 de diciembre de 1979, en Tumaco, en Nariño, y por hechos de violencia en ese departamento, así como en Cauca y Chocó.
Es lógico que la sismorresistencia no sea prioridad, pues es la zona donde la población poco invierte en sus viviendas, además de que el oriente ha sido formado en un comienzo por asentamientos subnormales, como también ocurrió en barrios como los de la montañosa comuna 20, donde está Siloé, o en aquellos de la comuna 1, también en la montaña con el barrio Terrón Colorado y los de la igualmente empinada comuna 18 con Alto Nápoles. Muchas de las viviendas en estos sectores fueron levantadas por sus dueños sin ningún conocimiento en estructuras; algunas de las casas tienen más de tres niveles, aumentando el riesgo de desplome.
De hecho, los suelos de la ladera son bastante inestables por la erosión, según la alcaldía de Cali, y de ahí que son los más propensos a deslizamientos de tierra que han causado hasta tragedias en el pasado, en la ciudad. No importa que están en la montaña, pero no sobre roca, como las viviendas y apartamentos de estratos 5 y 6 del mismo occidente, pero que han sido construidos por arquitectos, teniendo en cuenta además de la normatividad de 1984, también las de 1998 y 2020. “Pero no todas las edificaciones en Cali han acatado esas normas”, dice el profesor Areiza que estima que entre el 60 y el 80 por ciento de las construcciones no tienen condiciones de sismorresistencia.
En el sur también está el Hospital Universitario del Valle (HUV), pero la institución ha hecho parte de procesos para fortalecer las estructuras.
En cuanto al centro histórico de Cali, donde se erigió el icónico Teatro Municipal Enrique Buenaventura, el 9 de abril de 1918 y fue declarado patrimonio nacional en 2002, en la alcaldía de la ciudad no reportan afectaciones por sismos pasados.
El estilo barroco italiano adornado por obras de artistas nacionales y extranjeros, fueron algunos de los detalles arquitectónicos y artísticos que le permitieron al Teatro Municipal ser declarado monumento nacional. Esta joya arquitectónica es una interpretación de la tipología del teatro de opera europeo del Siglo XIX.
“En su exterior, Rafael Borrero y Francisco Ospina, autores de los planos, utilizaron el repertorio formal y ornamental neoclásico propio del período republicano. La obra pictórica de Ramelli y Efraim Martínez le proporcionan al teatro un complemento ornamental perfectamente articulado con su especialidad arquitectónica. La sala es de proporciones mayores a la del Teatro Colón de Bogotá. Posee platea, tres filas de palcos y una galería”, se lee en la resolución 1585 de 2002 del ministerio de Cultura.
Aunque el riesgo de deterioro es latente, la antigua edificación ha tenido un constante mantenimiento y restauración que le ha permitido esa preservación de la memoria histórica en el tiempo, de acuerdo con informaciones de la alcaldía de Cali. Sin embargo, en la secretaría de Cultura de distrital informaron que no se conocen estudios para determinar qué edificaciones del centro histórico estarían propensas a un derrumbe, en caso de un sismo de grandes magnitudes.
No obstante, en la Universidad del Valle han hecho seguimientos, los cuales, arrojan que las edificaciones que más se afectarían son aquellas con hasta 10 pisos o menos.
El nororiente, otro afectado
Entre tanto, más de un centenar de residentes de diferentes torres en el conjunto de apartamentos Chiminangos, en el nororiente de Cali, han vivido con el miedo y el riesgo de que sus apartamentos se vengan abajo.
Han sido testigos de cómo el suelo, paredes y los techos se han agrietado cada vez más, por lo que el clamor se ha extendido a lo largo de una década, en especial, desde los sismos del 30 de septiembre de 2012 con epicentro en La Vega, en el Cauca, de 7,3 grados en la escala de Richter, y del 15 de noviembre de 2004.
Es por eso que en la Personería de Cali intervinieron con una acción de tutela que pide acciones concretas y no más espera. Las primeras familias aquejadas por las grietas señalaron los riesgos en el sector 7, agrupación 1 de la torre I con cerca de 60 habitantes. Los mismos bomberos comprobaron en ese entonces la amenaza por tremendas grietas en las escaleras y la zona de circulación.
El clamor se extendió en este 2024 a los residentes del conjunto residencial Chiminangos II, del sector 7 con las torres E, F y G. Con Chiminangos I y II en el sector 7.
Ante la situación, el Juzgado Primero Penal del Circuito ordenó en su decisión del 17 de julio de este año a la Alcaldía, en una tutela instaurada por la Personería de Cali, que en el término de siete días, de manera conjunta con las secretarías correspondientes, realice la valoración de las condiciones socioeconómicas de los residentes del conjunto residencial Chiminangos 2, torres E, F y G.
El 17 de marzo de 2024, uno de los residentes del conjunto presentó solicitud de visita, donde la secretaría de Gestión del Riesgo, Emergencias y Desastres, el 26 de marzo de 2024 rindió un informe que establece el visible deterioro en las estructuras de las torres E, F y G, de fisuras, grietas y desprendimiento de elementos arquitectónicos, con desplazamiento evidente de las juntas, esto casi en la mayor parte de las tres torres.
En el informe mencionado se dejaron consignados posibles daños graves e irreversibles a la vida o bienes materiales, recomendando a sus habitantes estar alertas y realizar monitoreos visuales periódicos, como el de realizar ensayos y estudios para monitorear en primera medida la anomalía que se encuentra generando la situación del riesgo.
María del Rosario Ocampo es una de las afectadas en el conjunto Chiminangos II en el sector 7 de Chiminangos. Ella como sus vecinos reiteran que sí han recibido visitas de funcionarios de la alcaldía de Cali, de las secretarías de Seguridad y Justicia, y de Gestión del Riesgo. La habitante ha sostenido que piden una colaboración a la Administración y que la misma Alcaldía les ha indicado que debe realizarse una reubicación preventiva.
“Desde hace mucho tiempo venimos con grietas y en las gradas pusimos un 'gatos' provisionales para sostenerlas”, manifiesta. La señora señala que en estas torres, las grietas empezaron a aparecer hace siete años. Sin embargo, en otras torres estas fisuras vienen desde una alerta de la misma comunidad en 2004 y desde el 2012, tras otro sismo en ese año. No obstante, la habitante y otros de las torre E, F y G, coinciden en asegurar que adentro de los apartamentos no habría daños graves, como sí se observa en los corredores, con riesgos de que las escaleras colapsen.
El personero distrital, Gerardo Mendoza, recordó que el pasado 7 de mayo pasado, el inspector de Policía urbana de la comuna 5, en el barrio La Ribera, había ordenado la evacuación preventiva de la estructura y el no uso de la edificación, situación que contó con el seguimiento del Ministerio Público.
EL TIEMPO consultó a la Alcaldía y en la secretaría de Vivienda de Cali informan que se postularon hogares y aún se están evaluando las condiciones sobre si cumplen o no los requisitos para darles un subsidio.
Asimismo, según la secretaría de Gestión del Riesgo de Cali, el decreto 2157 de 2017, que reglamentó el art 42 de la ley 1523 de 2012 exige a las empresas públicas y privadas contar con un plan de gestión del riesgo, el cual incluya los procesos de conocimiento, reducción y manejo de desastres, en concordancia con la responsabilidad en la gestión del riesgo de desastres establecida por la ley.
“Estos planes de gestión del riesgo deben ser armonizados de acuerdo con el precepto normativo citado con el plan distrital de gestión del riesgo. En ese sentido, es responsabilidad de todas las empresas públicas y privadas que tengan edificaciones a cargo, identificar las diferentes amenazas, su vulnerabilidad y los niveles de riesgo respectivos, a través del instrumento mencionado (plan de gestión del riesgo de desastres de empresas públicas y privadas)”, fue la respuesta de la dependencia sobre cuáles edificaciones están afectadas en Cali.
CAROLINA BOHÓRQUEZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Cali