—Abuelito, ¿por qué mataron a mi mamá?— pregunta el pequeño Aviel, hoy de 5 años.
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—Hijo, había gente muy mala allá y por eso la mataron— le responde un confundido y acongojado don Julio a su nieto.
—Por eso ella no me llevó a la fiesta, para que no me fuesen a matar, ¿pero mi mamá hizo algo malo?— dice Aviel.
—No, hijo. Ella no hizo nada malo— replica Julio.
En Jerusalén, Julio Rubio dice que no hay día —desde el 7 de octubre del 2023— que no llore. Recuerda en fotografías a su hija Ivonne Rubio, una joven colombo-israelí de 26 años quien fue asesinada en la operación ‘Tormenta de Al Agsa’, orquestada por el grupo terrorista Hamás.
Es muy duro decirlo, pero al menos sabemos que ellos están muertos
En el ataque, milicias de ese bando islamista penetraron por sorpresa la defensa terrestre israelí, en los límites con la Franja de Gaza, y arremetieron contra una comunidad llamada Reim. Hamás se armó con unos 3.000 misiles, granadas, rifles de francotirador, explosivos y ametralladoras cargadas en carros y motos por cientos de milicianos quienes asestaron la masacre.
Con cámaras pegadas en sus cuerpos, este grupo terrorista —que juró destruir Israel— grabó el letal ataque que dejó 1.200 muertos israelíes, entre ellos a Ivonne y a su pareja, el también colombo-israelí Antonio Macías.
Don Julio, quien vive en Israel desde hace 30 años, recuerda que no tenía conocimiento de que Ivonne y Antonio viajaron al sur de Israel para participar en el festival de música electrónica Tribe of Nova. Solo hasta la mañana de ese mismo 7 de octubre lo supo.
A las 7:15 de la mañana de ese sábado, cuando apenas estaba despertando, sonó su celular y, sin saberlo en ese momento, conversó por última vez con Ivonne. Las palabras que entonces le dijo todavía le resuenan en su cabeza como si acabaran de ocurrir.
—Papá, estamos corriendo porque hay una guerra— menciona Ivonne en una breve charla.
—Hija, busquen un refugio para cubrirse de los ataques— responde don Julio, quien pese a esa alerta no se alcanzaba a imaginar la magnitud de lo que estaba pasando en Reim, a solo 90 minutos de Jerusalén.
A esa misma hora, Antonio llamaba a su madre, Claudia Montaño, para avisarle que habían quedado en medio de un ataque cuando disfrutaban del Tribe of Nova. La mujer estaba cuidando ese fin de semana a sus nietos Manuela y Aviel en Tel Aviv, pues la pareja le pidió ayuda con los niños para poder ir al festival.
El ataque de Hamás a Israel, que fue alertado por teléfono a Julio y Claudia, hizo rápidamente eco mundial. Solo fue hasta que vieron las primeras imágenes de lo que acontecía que dimensionaron el peligro que acechaba a la zona de Reim y, por su puesto, a sus hijos.
—Sobrino, usted dónde está— le manifiesta Sandra Montaño, tía de Antonio, en una llamada a las 7:30 de la mañana tras el aviso de Claudia.
—Tía, estoy en el festival que están atacando. Vamos para un búnker— le responde Antonio, a quien le palpitaba el corazón durante su carrera para escapar de las ráfagas de balas que caían por todo el desierto.
https://www.youtube.com/watch?v=X8q5ZIoMEmA
Días de angustia
Tras las imágenes del ataque que se reproducían por la televisión y las redes sociales, las familias Rubio y Macías entraron en una etapa de desesperación desde esas últimas comunicaciones con Ivonne y Antonio.
Las llamadas a sus celulares no tenían respuesta y ya se veía a personas muertas en los alrededores del escenario donde se realizaba el festival de música. En los videos de esa mañana, se registraba cuando empezaron a estallar los misiles en cercanías del escenario.
“Qué pasa”, gritaban algunos de los asistentes cuando empezaron a caer los misiles de Hamás. Incluso, ciertos espectadores pensaban que era un espectáculo de fuegos pirotécnicos del mismo festival. Cuando comenzó la balacera, la mayoría de los jóvenes empezaron a correr para huir o buscaban sus vehículos para escapar del lugar. No obstante, muchos terminaron siendo interceptados por Hamás en ese recorrido, siendo golpeados y secuestrados o acribillados con ametralladoras.
En el caso de Ivonne y de Antonio sí llegaron a un búnker para cubrirse de ataques aéreos, como le mencionaron a Julio. Era una especie de habitación de dos por dos metros cuadrados en pleno desierto. Hasta ese refugio llegaron los hombres de Hamás, quienes aprovecharon que estos espacios no tenían puertas y les lanzaron granadas.
En ese pequeño espacio había unas 20 personas refugiándose del ataque. Luego de la detonación y quedar moribundos, los armados los remataron con ametralladora.
Al Tribe of Nova, Ivonne y Antonio viajaron con otros cuatro amigos, quienes también se refugiaron en el mismo búnker. De todas las personas que estaban allí sobrevivieron un par de jóvenes, entre ellos uno de los allegados a la pareja. Fueron ellos quienes luego les contaron a las familias que Ivonne murió primero y Antonio quedó agonizante unos minutos, llorando por la muerte de su pareja, y apagándose lentamente.
Aunque los colombianos fueron asesinados por Hamás ese mismo 7 de octubre, sus familias en Tel Aviv y Jerusalén quedaron bajo la sensación de incertidumbre. Del otro lado de la línea, por razones obvias, nadie les contestaba y ese silencio les daba señales de lo peor.
Julio comenta que en los días siguientes, sin una sola noticia de lo que pasaba con Ivonne y Antonio, no tenía ganas de dormir o comer. El desasosiego del secuestro o asesinato sumió en el dolor a las familias.
El desierto de Reim, ese fin de semana, se convirtió en un cementerio. Las autoridades de Israel comenzaron los levantamientos de los cuerpos y se hacía el conteo en cientos. Para la identificación, Claudia y Julio tuvieron que someterse a exámenes de ADN para cotejar si alguno de esos cadáveres correspondía a los de sus hijos.
Luego de tres días del ataque, el Ejército israelí timbró en la casa de don Julio en Jerusalén. Especialistas se sentaron en compañía de su esposa y otros dos hijos. Allí les informaron sobre el deceso de Ivonne. En una cajita les entregaron los aretes, un collar, el celular destrozado y otros objetos personales que ella cargaba cuando fue asesinada.
Don Julio comenta que jamás se imaginó que el terror golpearía en su casa de esa manera y cambiaría su vida en un segundo. “Yo no lo puedo olvidar. Yo la tengo siempre en el corazón. A veces no te importa la vida siquiera. Si pudiese retroceder el tiempo atrás, hubiera querido morir al lado de mi hija en ese lugar”, cuenta.
Y mientras a la familia de Julio en Jerusalén se les derrumbaba el mundo con la confirmación de la muerte de Ivonne, en Tel Aviv, los Macías Montaño también lloraban el desenlace de la joven, pero intentaban seguir firmes en busca de la serenidad para contarles la tragedia a Manuela y Aviel.
Desde el primer momento, las autoridades de Israel ayudaron psicológicamente a las familias. De hecho, fue una trabajadora quien los ayudó con las palabras con las cuales Manuela y Aviel se enteraron de que Ivonne había fallecido.
Ese día, antes del sepelio de su madre, Aviel, de solo 4 años en ese entonces, se quedó mirando a su hermana y se dirigió corriendo a su habitación. Allí, Manuela, de 6 años, le contaría que la mamá ya no estaba acá y señaló con su dedo índice de la mano derecha que se había ido para el cielo.
—¿Por qué mi mamá está allá?— pregunta Aviel.
—No sé, pero ella se fue para el cielo— le responde Manuela.
Para ese día todavía no se tenía razón de Antonio, por lo que Manuela les pedía a Claudia y a Sandra que se fueran a buscarlo. Otros dos días después se confirmó que el joven también había fallecido.
“Es muy duro decirlo, pero al menos sabemos que ellos están muertos. Ya tenemos esa tranquilidad y duele mucho, pero hay muchas familias que tienen a sus hijos secuestrados por Hamás, que los están torturando en unos túneles a 120 metros de profundidad, ¿cómo los van a encontrar?”, reflexiona Sandra.
La historia de amor interrumpida
Tanto Ivonne (26 años) como Antonio (28 años) nacieron en Israel y son hijos de migrantes colombianos que llegaron a ese país hace tres décadas. Don Julio cuenta que su hija había estudiado contaduría y era una apasionada por las matemáticas. Mientras que Antonio heredó el oficio que le enseñó su mamá como estilista y barbero.
Antes de comenzar la relación, cada uno tuvo otras parejas de las cuales resultaron sus hijos. Ivonne le dio la vida a Aviel y Antonio, a Manuela. Sandra dice que el noviazgo de ellos cayó como una bendición para toda la familia, pues cada uno había tenido situaciones difíciles con sus anteriores relaciones, también colombianas.
“Se unieron en un momento justo. Hacían bonita pareja. Se complementaban. Los niños los llamaban papá y mamá. Tenían una excelente relación y Antonio ya hacía planes para el matrimonio”, recuerda.
La pareja llevaba unos tres años de convivencia y se asentaron con los niños al norte de Israel. En sus redes sociales se evidencia la vida feliz de los cuatro, hasta que ocurrió la tragedia.
Julio cuenta que los asesinatos de la pareja también separó a los pequeños niños. Él se quedó con la custodia de Aviel; en tanto, Manuela se fue a vivir con su mamá, quien vive en Israel, por lo que ya no pueden verse a diario, como acostumbraban.
A un año del brutal ataque que desató el conflicto entre Hamás e Israel, Julio comenta que es difícil seguir adelante. Para él, el dolor más horrible que puede padecer un humano es perder a un hijo y está lidiando a diario con esa sensación.
“Yo me levanto porque tengo en mis manos el niño de ella. Él me da mucha fuerza para levantarme cada día. También tengo otro hijo especial que tiene 15 años. Ellos son mi fuerza, pero igual lloro todos los días”, dice Julio.
Y en la casa de la familia de Antonio, Sandra cuenta que no solo queda en vacío de la pérdida de su sobrino sino también la ausencia de Manuela, a quien no pueden ver tan seguido como antes. Una situación de este tipo fractura a cualquier familia e intentan salir del dolor poco a poco.
Uno de los rituales que los familiares han hecho en los últimos días es visitar el lugar donde se realizó Tribe of Nova. “Respira uno profundo: ¡Uff! Vine a visitar el lugar donde pasaste tus últimos minutos. Estoy contigo”, señala Sandra sobre el recorrido por tan lúgubre espacio.
Julio y Sandra coinciden que sus familiares eran seres muy bondadosos y con decenas de proyectos por delante. Sus asesinatos también se llevaron por delante el porvenir de Aviel y Manuela en compañía de sus padres.
Cuando han caminado por Reim, recuerdan que Antonio siempre estuvo al lado de Ivonne durante el ataque. “En su agonía, con Ivonne ya muerta, me lo imagino pensando en su familia, en sus hijos y en su mujer, a quien amó y quiso tanto. Es un duelo que todavía no pasa”, relata Sandra.
Un año en guerra
Tras el ataque, la respuesta de Israel fue todavía más letal. En un año de guerra, las fuerzas del primer ministro Benjamín Netanyahu, según el Ministerio de Salud gazatí, han cobrado la vida de 41.500 personas en la Franja de Gaza, región gobernada por Hamás.
La ONU acusó en junio del 2024 a Israel como responsable de crímenes de lesa humanidad: exterminio, uso del hambre como método de guerra e infligir un castigo colectivo en Gaza. En tanto, señaló a Hamás por distintos crímenes de guerra, como atacar intencionalmente a civiles, tomar rehenes y utilizar la violencia sexual.
Cuando alguien se mete a tu casa y te ataca violentamente, tu reacción no puede ser de palabras, tiene que ser de hechos
En las últimas semanas, el conflicto en Medio Oriente se ha expandido a otros escenarios, como el sur del Líbano, donde Israel mantiene una disputa con Hezbolá, grupo islamista que ha sido acusado desde su fundación, en los 80, de llevar a cabo una serie de atentados contra judíos e israelíes. Para Estados Unidos, Israel y otros países, son terroristas.
La escalada de este conflicto en Medio Oriente ya involucró a Irán, que lanzó el primero de octubre un ataque a Israel con decenas de misiles, de los cuales el Ejército israelí se defendió con la Cúpula de Hierro, evitando víctimas mortales. Desde entonces, la tensión en el mundo por un enfrentamiento directo entre estas naciones poderosas y las múltiples amenazas de parte y parte generan zozobra.
En Jerusalén, Julio Rubio dice que desde el 7 de octubre del 2023 la situación es difícil, pues de día y de noche se escuchan las defensas de la Cúpula de Hierro por los misiles desde la Franja de Gaza. Y en las últimas semanas las alarmas en todo territorio israelí se activaron por los ataques de Hezbolá y de Irán.
Pese a la mención de la ONU, el padre de Ivonne dice que cualquier Estado tiene derecho a defenderse. “Israel no atacó a nadie. A nosotros nos atacaron el 7 de octubre. Cuando alguien se mete a tu casa y te ataca violentamente, tu reacción no puede ser de palabras, tiene que ser de hechos”, comenta.
En Israel, todos los edificios tienen un búnker para refugiarse de los ataques aéreos. Con las sirenas que se activan de manera constante en los últimos días, a Julio y su familia les ha tocado correr para resguardarse y cuidar del niño de 15 años, quien especialmente se pone nervioso, vomitando por el escenario de peligro.
Y en Tel Aviv, donde vive la familia de Antonio, Sandra comenta que tienen 10 minutos para llegar a los búnkeres. Desde allí se escuchan las detonaciones de misiles. “Tarde o temprano esto iba a estallar. Se está sembrando mucho odio”, dice.
En su opinión, es una guerra que pareciera que no va a tener fin. Del lado gazatí, Sandra piensa en los niños quienes ahora están sin casa y ven la desolación de la guerra. Y en Israel ve a los menores que, como Aviel y Manuela, ya no van a tener a sus papás. De los dos lugares se sigue avivando un sentimiento de rechazo y rencor el uno del otro.
Pese a los dos puntos de conflicto de Israel, las familias colombianas dicen sentirse seguras de las respuestas del Ejército a sus enemigos. Y sobre los señalamientos del genocidio palestino, Sandra concuerda con Julio que han estado en legítima defensa.
A un año de los asesinatos de Ivonne y Antonio, sus familias siguen sin tener la respuesta de lo que preguntan Aviel y Manuela: ¿por qué mataron a mamá y papá?
CRISTIAN ÁVILA JIMÉNEZ
EDITOR BREAKING EL TIEMPO