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Estos secadores absorben bacterias del ambiente y las liberan nuevamente al usarlos; la humedad favorece el crecimiento microbiano.
Lucía Almagro, biotecnóloga, explica por qué evita los secadores de manos en baños públicos Foto: iStock

PERIODISTA22.05.2025 16:25 Actualizado: 22.05.2025 16:43

22.05.2025 16:25 Actualizado: 22.05.2025 16:43
La biotecnóloga y divulgadora científica Lucía Almagro, en su serie de videos 'Diario de una científica', alertó en uno de sus vídeos en TikTok sobre los riesgos sanitarios que implican los secadores de manos en baños públicos. Según la especialista, estos dispositivos, que muchas personas utilizan por comodidad o ante la falta de papel, no son tan higiénicos como parecen y pueden ser fuente de recontaminación bacteriana.
Secadores de manos: una fuente oculta de bacterias
Lucía Almagro explicó que, aunque la mayoría de usuarios cree que usar un secador de manos es una opción práctica y limpia, existe evidencia científica que demuestra lo contrario. Los secadores de aire pueden absorber bacterias presentes en el entorno del baño y almacenarlas en su interior. Posteriormente, cuando se activa el dispositivo, liberan esas bacterias a través del chorro de aire, que impacta directamente sobre las manos recién lavadas. De esta manera, se puede perder el beneficio de la higiene previa y aumentar el riesgo de contaminación.
Estudios muestran que los secadores pueden dispersar bacterias a varios metros alrededor. Foto:iStock
Además, Almagro señala que dentro de estos secadores se mantiene un ambiente húmedo, ideal para la proliferación bacteriana. Esta combinación de humedad y calor favorece el crecimiento de microorganismos, aumentando la carga bacteriana que puede transmitirse al usuario. Según la experta, esta situación es más común en los modelos modernos, cuyo flujo de aire puede estar diseñado para proyectarse hacia arriba o directamente sobre la palma, intensificando la dispersión de microorganismos.
Impacto de los secadores en la higiene pública
Diversos estudios científicos respaldan las advertencias de Almagro. Investigaciones han mostrado que los secadores de manos pueden dispersar bacterias hasta un metro alrededor, contaminando superficies próximas y aumentando el riesgo de infección por contacto. En contraste, métodos tradicionales como el uso de toallas de papel han demostrado ser más efectivos para remover bacterias y reducir la humedad en las manos después del lavado.
Almagro destaca que, aunque en muchos baños públicos los secadores se hayan impuesto por razones económicas o de reducción de residuos, su uso no siempre garantiza una buena higiene. La acumulación de humedad en estos dispositivos y su capacidad para dispersar bacterias los convierten en un elemento potencialmente problemático.
lavar manos Foto:EFE
La mejor alternativa: toallas de papel o secado al aire natural
Frente a esta realidad, la biotecnóloga recomienda que, siempre que sea posible, se utilicen toallas de papel para secar las manos tras el lavado. Estas no solo absorben mejor la humedad, sino que también arrastran una mayor cantidad de bacterias, evitando que permanezcan en la piel. Otro beneficio de las toallas es que pueden usarse para manipular objetos como pestillos o manivelas de las puertas, que son puntos frecuentes de contaminación cruzada.
En situaciones donde no haya papel disponible, Almagro aconseja optar por el secado al aire natural, es decir, dejar que las manos se sequen por evaporación. Aunque este método es más lento, estudios han evidenciado que genera menor dispersión bacteriana en comparación con el uso del secador de manos.
Conciencia y educación en higiene pública
La recomendación de la biotecnóloga también invita a reflexionar sobre la importancia de la educación y la concienciación en hábitos de higiene, especialmente en espacios públicos. La elección de cómo secarse las manos puede parecer un detalle menor, pero tiene impacto directo en la prevención de enfermedades.
Europa Press
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de Europa Press, y contó con la revisión de un periodista y un editor.
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