El 15 de octubre, dos pandas fornidos, un macho y una hembra, llegaron al Zoológico Nacional de Washington procedentes de China. Si todo va según lo planeado, algún día tendrán cachorros.
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El programa fue creado con el objetivo declarado de salvar una querida especie en peligro de extinción. Los zoológicos pagarían hasta 1.1 millones de dólares al año por pareja, ayudando a China a preservar el hábitat de los pandas. Siguiendo métodos de reproducción precisos, los zoológicos ayudarían a mejorar la diversidad genética de la especie.
Y algún día, China liberaría pandas a su hábitat natural.
Sin embargo, una investigación de The New York Times, con base en más de 10 mil páginas de documentos, encontró que las autoridades chinas y los zoológicos estadounidenses le han dado un brillo optimista a un programa que ha batallado, y a menudo fracasado, para cumplir esos objetivos. Los registros, fotografías y videos ofrecen una historia detallada y sin adornos del programa.
Muestran que, desde el principio, los zoológicos vieron a los cachorros de panda como una vía para obtener visitantes, prestigio y ventas de mercancías. En eso han tenido éxito.
En la actualidad, China ha extraído más pandas de la naturaleza que los que ha liberado, halló The Times. El número de pandas salvajes sigue siendo un misterio porque el recuento del Gobierno chino es considerado en general defectuoso y politizado.
En el camino, algunos pandas han resultado heridos. Debido a que los pandas son famosamente volubles a la hora de aparearse en cautiverio, los científicos han recurrido a la reproducción artificial. Eso mató al menos a un panda, quemó el recto de otro y provocó vómitos y lesiones en otros, muestran los registros. Algunos animales estaban parcialmente despiertos durante procedimientos dolorosos. Los pandas en China han perdido y recuperado la conciencia al ser anestesiados e inseminados hasta seis veces en cinco días, mucho más de lo recomendado.
La cría en zoológicos estadounidenses ha contribuido poco a mejorar la diversidad genética, dicen los expertos, porque China normalmente envía al extranjero animales cuyos genes están bien representados en la población.
Sin embargo, los zoológicos estadounidenses claman por pandas y China se los proporciona con entusiasmo. Los zoológicos obtienen atención y asistencia. Los criadores chinos reciben bonos en efectivo por cada cachorro, muestran los registros. A principios de siglo, 126 pandas vivían en cautiverio. Hoy hay más de 700.
Kati Loeffler, una veterinaria, trabajó en un centro de cría en Chengdu, China, en los primeros años como académica afiliada al Zoológico Nacional de Washington, dijo que los científicos allí usaban la anestesia de manera excesiva y descuidada.
“Siempre había presión y la implicación de que los cachorros traerían dinero”, dijo Kimberly Terrell, directora de conservación del zoológico de Memphis hasta el 2017. Señaló que los funcionarios del zoológico insistían en inseminar a su anciana panda cada año, a pesar de las preocupaciones entre los cuidadores del zoológico de que era poco probable que tuviera éxito. Nunca fue así. El zoológico dijo que sus esfuerzos de reproducción cumplían con todos los requisitos.
Los documentos clave y materiales audiovisuales recopilados por The Times vía solicitudes de registros abiertos, muestran que las técnicas más riesgosas ocurrieron en la infancia del programa, pero que la reproducción agresiva continuó en el Zoológico Nacional y en otras instituciones durante años. Un panda en Japón murió al recolectarle esperma en el 2010. Hasta hace poco, los centros de cría chinos separaban a los cachorros de sus madres para que las hembras volvieran a entrar en celo.
Al centro de esta historia está el Zoológico Nacional, que forma parte del Smithsonian Institution en Washington. Los pandas han sido parte de la imagen del zoológico desde 1972, cuando el Presidente Richard M. Nixon intercambió un par de bueyes almizcleros por dos pandas después de su histórico viaje a China.
Annalisa Meyer, representante del Zoológico Nacional, reconoció que los esfuerzos para liberar pandas a la naturaleza “aún estaban en desarrollo” y que el éxito del programa no se podía medir en la cantidad de animales liberados. Dijo que los pandas en los zoológicos eran un “seguro contra la extinción” y que la seguridad de los animales era una máxima prioridad.
En la década de 1980, China envió pandas a zoológicos extranjeros, donde andaban en bicicletas y empujaban carritos, como espectáculos de carnaval. Se necesitó una demanda para que intervinieran los reguladores estadounidenses.
Después de años de negociación, los zoológicos estadounidenses y el Gobierno chino llegaron a un acuerdo, y el Servicio de Pesca y Fauna de Estados Unidos emitió una política en 1998. Los zoológicos podían rentar pandas durante una década a la vez, y el dinero se destinaba a la conservación.
Científicos estadounidenses y chinos acordaron estudiar conjuntamente la cría de pandas. La población en cautiverio mostró señales de endogamia. Los esfuerzos de inseminación artificial habían flaqueado.
Entonces, a finales de la década de 1990 y principios de la del 2000, científicos del Zoológico Nacional, el Zoológico de San Diego, en California, y otras instituciones volaron a la provincia china de Sichuan. Fotografías y registros de archivo revelan detalles de viajes de los que rara vez se ha hablado, pero que sentaron las bases para la cría en todo el mundo.
Los investigadores dispararon dardos tranquilizantes a los pandas para anestesiarlos y luego los colocaron en camillas o tablas. Los científicos recolectaron semen de los machos insertando sondas electrificadas en sus rectos.
Esta técnica, llamada electroeyaculación, se utiliza habitualmente en la cría en cautividad. Pero los científicos drogaron a algunos de los animales con ketamina no adulterada, un potente sedante que los veterinarios suelen utilizar en combinación con otras drogas. La ketamina por sí sola puede dejar a un animal ansioso y adolorido, y parcialmente despierto —como reconoció en ese entonces un veterinario del Zoológico Nacional.
Los expertos dicen que la electroeyaculación debe realizarse con precaución y con un voltaje mínimo. “Puedes causar mucho daño”, dijo Thomas Hildebrandt, experto en reproducción artificial de animales en el Instituto Leibniz para la Investigación de Zoológicos y Fauna en Berlín.
La Base de Investigación de Cría de Pandas Gigantes de Chengdu, que hoy posee un tercio de los pandas cautivos del mundo, negó haber usado voltaje excesivo o haber dañado a los animales de otra manera. “Ningún panda gigante ha sufrido daños a su salud o ha muerto durante una cirugía debido al uso de ketamina”, dijo el centro en un comunicado.
Los apuntes dejan claro que los científicos no tenían intención de dañar a los animales. Creían que estaban salvando la especie. En los esfuerzos de conservación, el bienestar de las especies a menudo supera al de los animales individuales.
Bajo la política china que rige el programa de renta, los zoológicos no pueden beneficiarse económicamente de los pandas.
En 1993, representantes de zoológicos de Estados Unidos y Europa se reunieron en el Zoológico Nacional para elaborar estrategias.
Los apuntes de esa reunión muestran que los administradores del zoológico no estaban interesados en exhibir sólo una especie rara. Querían cachorros, refiriéndose a los acuerdos como “préstamos para la cría”.
“Los machos de edad no van a generar tanto dinero como una pareja reproductora”, dijo un científico del Zoológico Nacional en la reunión.
Los pandas atraen a grandes donadores.
En 1999, antes de que llegaran sus últimos pandas, el Zoológico Nacional inició una campaña de recaudación de fondos con valor de 13 millones de dólares, que incluían 10.5 millones de dólares para lo que llamó un “centro educativo”.
El zoológico, una organización sin fines de lucro, no cobra la entrada. Pero los documentos muestran que veía a los pandas como una forma de “formar colaboraciones sólidas con empresas de la zona”.
Negoció acuerdos de patrocinio de pandas con Fujifilm y Animal Planet; trabajó con hoteles locales para crear paquetes que incluyeran donaciones al zoológico; y se proveyó de tapetes para ratón, pelotas de golf y vasos tequileros con motivos de panda para las tiendas de regalos.
A los pocos meses de la llegada de los pandas Mei Xiang y Tian Tian, un millón de visitantes habían cruzado las puertas.