Los síntomas del mal arranque económico y político de Trump

hace 15 horas 15

En fuerte contraste con la imagen que proyecta de un gobernante todopoderoso al mando de la primera potencia mundial, a Donald Trump se le acumulan los problemas mes y medio después de regresar a la Casa Blanca. Un inesperado rebrote de la inflación, la caída de las acciones en Wall Street, el freno del consumo, el rechazo de amplios sectores a su alineación con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y la rápida pérdida de puntos en las encuestas pintan un cuadro poco alentador para él y su vicepresidente, J. D. Vance.

“Vance, traidor, vete a esquiar a Rusia” y “Vance, peón de Putin”, decían, el sábado, letreros que centenares de manifestantes levantaban en Waitsfield, Vermont, cuando el vicepresidente llegó con su familia para esquiar en la nieve, al día siguiente de las agresivas frases que Vance y Trump dirigieron al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en una turbulenta reunión en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Las protestas obligaron al equipo de seguridad a trasladar “a un refugio seguro” a los Vance, cuyos planes de esquí se frustraron.

Lo ocurrido en este rincón del noreste del país no es un hecho aislado. En seis semanas tras su vuelta al poder, la favorabilidad de Trump va para abajo. El promedio de sondeos de la plataforma Real Clear Politics mostró que su imagen positiva pasó de 50 por ciento en diciembre a 47 por ciento actualmente. Cifras similares presentó una encuesta de la firma YouGov para The Economist: por primera vez en meses, más de la mitad de la opinión tiene un concepto desfavorable del mandatario.

En otro sondeo, de Ipsos para la agencia Reuters, los encuestados valoraron mal las principales políticas de Trump. Solo la lucha contra la inmigracíon ilegal se salvó: 43 por ciento de los encuestados dijeron que va por buen camino, y otro 43 por ciento comentó que por mal camino. En política exterior, solo 32 por ciento dijo que por buen camino, contra 48 por ciento por mal camino. En economía, la relación fue 30 por ciento buen camino contra 53 por ciento mal camino. Y en cuanto al costo de vida, 20 por ciento buen camino contra 64 por ciento mal camino.

El frente económico es el que muestra síntomas más inquietantes. Sumados a ello los miles de despidos en la burocracia federal y el cierre de decenas de entidades públicas, dentro del programa de recortes del multimillonario Elon Musk, y el desmonte de cientos de programas sociales, entre los estadounidenses de clase media y popular crece la insatisfacción.

Muchos votantes, en especial quienes optaron por la fórmula republicana Trump-Vance, han comenzado a expresar su enojo. Para decenas de congresistas republicanos que se han encontrado cara a cara con los electores, la hostilidad se ha hecho manifiesta en el curso de los town hall convocados a fines de febrero, cuando los miembros de la Cámara de Representantes aprovecharon su primer receso del año para reunirse con los votantes de sus respectivos distritos.

Duros reclamos

Un reportaje de The New York Times registró los duros reclamos que escucharon congresistas como el republicano Pete Sessions, de Texas, quien se vio en problemas para responder los cuestionamientos de cientos de electores que atiborraron un centro comunitario en el poblado de Trinity, en una zona rural en el este del estado de dominio republicano.

Según el diario, Sessions “se encontró con una avalancha de frustración e ira de los electores, quienes cuestionaban la agenda y las tácticas de Trump, y presionaban a Sessions y a sus colegas en el Capitolio para que hicieran algo al respecto”. Debra Norris, una abogada de Hunstville, le hizo ver que “el Gobierno solo puede hacer cumplir las leyes aprobadas por el Congreso, no puede crear leyes”, antes de desafiarlo. “¿Cuándo van a recuperar el control del Ejecutivo y dejar de perjudicar a sus electores?”.

Decenas de congresistas vivieron situaciones similares en otras zonas del país. Esta ola de indignación crece con el telón de fondo de una inquietante situación económica. El gasto de los consumidores tuvo en enero su primera caída en dos años, al marcar -0,2 por ciento. La explicación parece estar en el rebrote de la inflación, que trepó al cierre de enero a un 3 por ciento anual, el peor resultado desde junio.

Lo más complicado es que las recetas que está aplicando la administración Trump pueden agravar ambos problemas. Más de 10.000 empleados públicos fueron despedidos en el primer mes del nuevo mandato de Trump, y otros 75.000 han aceptado renunciar a cambio de una indemnización.

Pero esto es apenas el principio: según el diario USA Today, 400.000 funcionarios podrían salir a fines de 2026, una verdadera masacre laboral que va más allá de la necesidad de reducir el gigantesco déficit fiscal que Trump y Musk esgrimen como argumento. Y, claro está, en cuanto a la política, en noviembre del año entrante serán las elecciones de mitad de mandato, que renovarán las 435 curules de la Cámara y un tercio del Senado. Si el clima que en estos días han enfrentado los congresistas republicanos se sigue calentando, los demócratas podrían recuperar el control del Capitolio, un desastre para Trump.

La situación puede ser peor. “Semejante ejército de despedidos hará que cientos de miles de hogares que se nutrían de esos ingresos frenen su gasto, y eso ahondará la caída del consumo”, le explicó a EL TIEMPO un analista económico vinculado a la diplomacia de la Unión Europea. “Pero además, si Trump sigue imponiendo aranceles a las importaciones de China, Europa y otros países, esas mercancías subirán de precio y el rebrote de la inflación se va a acentuar”, agregó.

Contraevidencia

Trump ha sostenido desde tiempos de campaña que los aranceles a esas importaciones son una manera de hacer pagar a los fabricantes extranjeros una contribución a la reducción del déficit fiscal estadounidense. Pero la gran mayoría de los economistas consideran que esa argumentación oculta una falacia, pues los aranceles se reflejan ante todo en los precios, de modo que quienes pagarán esa contribución no serán los fabricantes extranjeros sino los consumidores estadounidenses.

Tanto en medios de comunicación tradicionales como en redes sociales, los críticos de esa política de Trump han traído a cuento un discurso radial, pronunciado en 1988 por Ronald Reagan, el líder republicano más admirado en más de medio siglo. En la alocución, en vísperas del Día de Acción de Gracias, Reagan hizo una encendida defensa del libre comercio, el mismo que Trump está desmontando a punta de aranceles.

Decía Reagan: “En los últimos años, el déficit comercial llevó a algunos políticos a pedir medidas proteccionistas, advirtiendo que, de lo contrario, perderíamos empleos. Pero se equivocaron, (...) cuando el comercio total de Estados Unidos ha aumentado, los empleos también han aumentado. Y cuando nuestro comercio total ha disminuido, también lo ha hecho el número de empleos”.

Reagan planteó entonces algo que encaja para Trump: “... el proteccionismo está siendo utilizado por algunos políticos estadounidenses como una forma barata de nacionalismo...”. Más claro aún, sostuvo: “Nuestros socios comerciales pacíficos no son nuestros enemigos, son nuestros aliados. Debemos tener cuidado con los demagogos que están dispuestos a declarar una guerra comercial contra nuestros amigos, debilitando nuestra economía, nuestra seguridad nacional y todo el mundo libre, mientras agitan cínicamente la bandera estadounidense”.

Los mercados parecen estar de acuerdo con Reagan e inquietos con Trump, como lo confirma la caída de los principales indicadores de Wall Street. Nasdaq, donde cotizan las firmas de tecnología, cayó un 4 por ciento en febrero. El Dow Jones de empresas industriales retrocedió un 1,6 por ciento, y el índice S&P, 1,4 por ciento. “El primer mes completo del nuevo gobierno de Trump ha dejado a la bolsa preocupada por su política arancelaria...”, concluyó el diario español El Economista. Además, los nuevos anuncios de Trump sobre los aranceles a los productos agrícolas hundieron las bolsas aún más ayer.

A este mal clima se suman las críticas internas y externas a la emboscada sufrida por el presidente Zelenski en la Oficina Oval, el viernes 28 de febrero. El ucraniano es bastante popular en Estados Unidos, con 47 por ciento de imagen favorable contra apenas 29 por ciento de desfavorabilidad, según YouGov, lo que contrasta con el 50 por ciento de imagen desfavorable que hoy tiene Trump.

Una encuesta de la cadena CBS mostró que el 52 por ciento de los estadounidenses respalda a Ucrania frente a Rusia, 44 por ciento se declara neutral y solo el 4 por ciento se alinea con Moscú.

Los juicios contra Trump y Vance por el manejo de ese encuentro han sido severos en el exterior. El exlíder sindical y expresidente de Polonia, Lech Walesa, ícono de la resistencia anticomunista, declaró estar “aterrorizado” y “asqueado”, y dijo que los ataques verbales de Trump y Vance a Zelenski, en el Despacho Oval le recordaron “los interrogatorios” de los servicios secretos comunistas. Por su parte, el futuro canciller alemán, Friedrich Merz, aseguró que las frases de Trump y Vance a Zelenski “no fueron una reacción espontánea (...), sino claramente una escalada fabricada para el encuentro...”.

Con la economía en problemas, la opinión pública camino del desencanto y hasta de la indignación, y las críticas a su alineación con Rusia en aumento dentro y fuera de su país, Trump puede estar juntando los ingredientes de una tormenta perfecta. El reconocido estratega demócrata James Carville predijo, días antes de la visita de Zelenski a la Casa Blanca, que el apoyo popular a Trump “podría colapsar en cuatro o seis semanas”. Suena exagerado, pero lo cierto es que si el presidente estadounidense sigue así, en unos meses la predicción de Carville se cumplirá.

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