“Es mil veces mejor ser enemigo del imperio que ser aliado. Y Venezuela, no arrodillándose, consiguió las licencias (de Chevron). Mientras Ucrania perdió todo el país y millones de ucranianos se arruinaron la vida, todo por confiar en el Imperio (…)”, dijo en un video el creador de contenido argentino Diego Omar Suárez (Michelo 2.0) el 1.º de marzo. Tres días después, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos revocó la Licencia General 41 y la sustituyó por la 41A, que obliga a Chevron a retirar progresivamente sus operaciones de Venezuela.
Según organizaciones de investigación digital venezolanas, el contenido de Suárez empleó marcos discursivos usados típicamente por la propaganda oficialista, para presentar la medida inicial como un logro gubernamental y reforzar la desconfianza hacia adversarios políticos como Estados Unidos y la oposición.
La producción de contenidos como este no es del todo espontánea. Diego Omar Suárez forma parte de una cohorte de creadores digitales e influencers entrenados por iniciativas de capacitación para simpatizantes del oficialismo, como la Universidad Internacional de las Comunicaciones (Lauicom), la Escuela Influye y los talleres ofrecidos por el canal estatal ruso RT, con los que, según declaraciones de los mismos profesores, entrenadores y alumnos, se enseña a defender al Gobierno venezolano y a Nicolás Maduro de la llamada “guerra comunicacional”.
Todo esto tiene un agravante y es que se estarían usando recursos públicos para este propósito. Y cuando los creadores de contenido actúan de forma coordinada y recurren a desinformación o ataques estigmatizantes, la estrategia adquiere características de una “operación de información maliciosa” –según criterios de Carnegie Endowment for International Peace– y amenaza la integridad informativa que reconocen los Principios Globales de la ONU.
La mano rusa
RT, cadena estatal rusa enfocada en noticias, ha sido señalada tanto por la Unión Europea, Estados Unidos y la Otán como por verificadores de información latinoamericanos como uno de los principales vehículos de propaganda y de desinformación del Kremlin en la región.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Foto:Getty Images via AFP
Sus canales en otros idiomas son gestionados por TV-Novósti, una organización sin fines de lucro financiada de manera sostenida por el Gobierno ruso. De acuerdo con la reseña publicada por Lauicom en Facebook, TV-Novósti fue la entidad que impartió el curso CompaRTe a 70 creadores de contenido en Venezuela a finales de enero.
Diego Omar Suárez fue uno de ellos. Además de dos colegas argentinos, Javier Gómez (Javiflama) y Omar Silvestre (Arquitecto del Pensar), y de periodistas de Venezolana de Televisión –canal estatal perteneciente al Sistema Bolivariano de Comunicación e Información– y de otros portales digitales alineados con el oficialismo, como Venezuela News.
La lista de participantes incluyó también a integrantes de organizaciones juveniles vinculadas directamente con partidos políticos, representantes de redes comunicacionales como Comunicadores Clap, Guerrillas Digitales, y miembros de, al menos, un gremio profesional.
Las “alianzas formativas” de RT se intensificaron después de que la Unión Europea bloqueó la señal de RT en 2022. Desde entonces, el canal estatal ruso prioriza países del llamado sur global y recurre a talleres presenciales y plataformas de e-learning para cultivar influencers y periodistas afines.
La organización Hybrid Warfare Analytical Group publicó en 2024 un informe en el que calcula que la Academia RT ha entrenado a unos 1.700 comunicadores de 35 países africanos y del Sudeste Asiático. Según ese estudio, la iniciativa ofrece cursos gratuitos, acceso directo a productores de RT y vínculos con organismos públicos de cooperación cultural, científica y educativa con otros países, lo que facilita la expansión de contenidos prorrusos a través de medios locales e influenciadores “independientes”.
Lauicom
El edificio donde se encuentra Lauicom perteneció al diario El Nacional, un periódico independiente fundado en Caracas en 1943 por el reconocido escritor Miguel Otero Silva. La propiedad pasó a manos de Diosdado Cabello tras una demanda por difamación presentada en 2015, después de que el periódico reprodujo un artículo del diario español ABC que lo vinculaba con el narcotráfico, acusación que Cabello ha negado públicamente en diversas oportunidades.
Al poco tiempo, Cabello cedió el inmueble para la creación de Lauicom, el proyecto universitario que inició actividades formalmente en marzo de 2022.
Varias organizaciones, como el Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de los Andes, denunciaron que la transferencia del inmueble se realizó sin anunciar públicamente fecha, hora ni monto base para las ofertas y sin notificar al representante legal de El Nacional, en contravención de las normas procesales. La ONG Provea añadió que la medida constituía un golpe a la libertad de prensa.
Desde entonces, Lauicom ha estado dirigida por cuadros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y ha organizado cursos con ponentes que van desde el tiktoker Michelo 2.0 hasta oficiales activos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Entre sus posgrados figuran maestrías en Comunicación Estratégica para la Defensa Cognitiva y Comunicación Política y Contrahegemónica, además de talleres técnicos en fotografía, edición móvil, inteligencia artificial y analítica de redes. Publicaciones de la misma universidad en redes muestran el vínculo directo con la administración de Maduro, al compartir mensajes del PSUV. Incluso la rectora tiene un pódcast con Diosdado Cabello bautizado Sin truco ni manía.
La Escuela Influye
Presentada por sus integrantes como un programa para “fortalecer la batalla comunicacional en defensa de la patria” y “formar usuarios capaces de generar contenidos con valores”, la Escuela Influye opera, en la práctica, como un semillero de voceros digitales que amplifican la narrativa oficial en redes sociales.
Aunque sus actividades son similares a algunas desarrolladas en Lauicom, la Escuela Influye se distingue por ser gestionada directamente por funcionarios del equipo de Medios Digitales del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información (MIPPCI).
El pedido de Nicolás Maduro, en febrero de 2021, al ministro de Comunicación e Información, Freddy Ñáñez, de crear una escuela de influencers marcó el eje de las capacitaciones de la Escuela Influye: comunicación digital y el uso eficiente de redes sociales para respaldar la gestión gubernamental.
Sus propias publicaciones destacan la formación de participantes en la creación de contenidos que –desde la óptica oficialista– buscan desmontar fake news, resaltar logros de la revolución bolivariana y “mostrar la realidad del país”. Para ello se enfatizan estrategias como la amplificación coordinada de contenidos y la producción de videos verticales y narrados en primera persona, formatos favorecidos por los algoritmos de plataformas como Instagram y, sobre todo, TikTok.
Aunque la Escuela Influye se presenta como un programa “defensivo” frente a la desinformación y el discurso de odio, investigaciones de Cazadores de Fake News muestran que varios de sus integrantes han participado o han estado vinculados a campañas que difunden desinformación y contenidos estigmatizantes, utilizando técnicas de manipulación en redes sociales.
(*) El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes contra el odio, contra el fascismo y contra el bloqueo. Este contenido fue escrito tomando en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.
(**) Connectas es una iniciativa periodística sin fines de lucro que promueve la producción, el intercambio, la capacitación y la difusión de información sobre temas claves para el desarrollo de las Américas.