En el barrio La Victoria, ubicado en el corregimiento de Villagorgona, Candelaria (Valle del Cauca), no se habla otro tema: el asesinato de Sofía Delgado Zúñiga, la niña de 12 años que fue reportada como desaparecida la tarde del domingo 29 de septiembre, y cuyo cuerpo fue encontrado sin vida en el corregimiento de La Regina.
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Los diálogos entre sus habitantes circundan en un mundo del ‘hubiera’ (‘hubiera hecho esto’, ‘hubiera hecho esto otro’, ‘hubiera evitado esto’...), como una forma de quimioterapia con la que buscan calcinar el odio creciente en sus almas, contra Brayan Snaither Campo Pillimue, confeso asesino de la menor.
Es por eso que no dudan en poner a prueba su creatividad para imaginarse cualquier tipo de tortura y sufrimiento extremo contra el victimario, pero en el fondo, solo quieren justicia, una que no le proprocione ventajas al agresor, sino algo de tranquilidad a sus corazones. Sin embargo, hay mucha desconfianza; un sorbo de ello, fue la liberación de la compañera sentimental del agresor, acto que consideran injusto.
Esa misma rabia que sienten al saber que pudieron hacer algo para evitar el crimen, los desbordó en el momento de confirmar al agresor, tanto, que intentaron quemar la vivienda donde residía con su compañera sentimental y su pequeña hija, y vandalizaron el local donde funcionaba su venta de productos para mascotas, que terminó totalmente saqueado.
“Fueron momentos de angustia, de mucho desespero e impotencia, todos querían hacer justicia, pero no lograron encontrarlo allí, porque ya estaba en manos de la Policía, y su esposa también, por eso, fue que también atacaron la estación de Policía y muchos salieron a enfrentarse con ellos, fue un caos total”, recuerda Blanca Cárdenas, quien toda ha residido toda su vida en el sector, al igual que a sus hijos.
Doña Blanca admite que también hay mucha impotencia, porque siente que pudieron hacer algo para evitar el fatal desenlace.
“Casi todos los vecinos nos conocemos, pero creo que faltó ser más contundente para actuar”, se lamenta.
Sobre el victimario, considera que si bien, hubo algo de sospechas, descartaba que fuera él, debido a su amabilidad. Además, recuerda que el padre del agresor fue su profesor y es conocido en el sector.
Se cumplieron las sospechas…
Aunque Karen Cuevas no vive en la zona, la recorre a diario para vender cepillos y paños húmedos, por lo que sabe cómo respira el barrio.
Sin embargo, al conocer el momento de la desaparición de la niña, se le pasó por la mente al de la veterinaria, como conocen a Brayan Campo.
Recuerda que en uno de sus tantos días de trabajo, la llamó para comprarle algunos cepillos, pero en el momento de pagarle, le dijo que lo acompañara a su local. Sin embargo ella, que asegura, no solo camina la calle, sino que también la vive, dice que se negó y con un “no, tranquilo”, se fue y prefirió perder esa venta, pero al igual que muchos de los habitantes de la zona, no se imaginaron que el joven emprendedor y padre de familia, fuera a llegar hasta tanto.
Alrededor del crimen se han conocido muchas versiones, incluso, la más fuerte, que indicaba que una menor había logrado escapársele del local donde la querían encerrar. Por esta situación, fue que muchos vecinos activaron sus alertas y fijaron sus miradas sobre Brayan.
“Se han escuchado muchas historias de violaciones o intentos de violaciones por parte de él, pero muchas personas han preferido callar, por eso, lo mejor, es proteger más a los hijos”, añade doña Blanca.
Los carteles con el rostro de Sofía Delgado aún permanecen en muchas de las esquinas del barrio, lo que muestra el desespero de una comunidad que quería encontrar con vida a uno de los suyos.
Los vecinos sienten que lo hicieron casi todo: campañas, búsqueda casi puerta a puerta, oraciones, marchas…
Sienten que en los días que Sofía estuvo desaparecida, nadie dormía y solo se hablaba de conjeturas y teorías para poderla encontrar. Incluso, se adelantaron gestiones para poner circular amarilla de interpol y así evitar que la sacaran del país.
Una de las vecinas, quien vive cerca a la tía de los Delgado Zúñiga, y quien pidió reserva de su nombre, aseguró que esos días fueron de zozobra. “Había mucha desconfianza, nadie quería sacar a sus niños y había mucho miedo porque se pensaba que podía haber sido una banda o algún grupo armado o cualquier cosa, pero menos que fuera alguien del mismo vecindario, que es lo que más duele”, comenta.
Pero el trágico final, ha llevado a los vecinos a unirse en una sola voz para clamar justicia.
“Solo pido que se haga justicia y al culpable le caiga todo el peso de la ley, porque este tipo de casos no pueden seguir pasando”, expresó Liz Burgos, amiga de la familia, y quien con dolor y tristeza, ayudó a organizar la vivienda de la tía de la menor para rendirle un homenaje, mientras sus restos estaban en manos de Medicina Legal.
El arreglo, un arco con bombas inflables de color blanco con algunas rosadas y azules. En el fondo, dos fotos de la pequeña.
'El museo del horror'
Cada persona que transita por el lote donde habría sido interceptada la niña, empieza a tratar de reconstruir la situación. Al lado, se ubica el local de color blanco donde estaba el negocio del agresor, que aún tiene los rastros de la furia, de lo vecinos. Unos metros pasando la calle, y al final de una cuadra, está el lugar donde vivía Brayan Campo y su familia, que aún tiene rastros de vidrios rotos, piedras regadas y una ventana que revela un interior incendiado.
Algunas personas en bicicleta y motos, hacen el recorrido, algunos de manera disimulada, otros, preguntan donde queda cada lugar y se van.
Protección a los niños
En el barrio habitan muchos niños, que tímidamente tratan de jugar y volver a una normalidad en la cual cada día hay más amenazas.
“En el sector hay mucha pérdida de niños, y ahora, con este caso, también violación. Acá se han presentado otros casos, pero muchas personas prefieren callarse”, comentó Cárdenas, quien pese a la situación, considera que el barrio se ha unido más, ha sido más solidario y que de ahora en adelante, todos van a trabajar para cuidarse entre ellos y darles una niñez más segura a sus pequeños.