Se llama Léon, pero bien se le podría llamar pez vela, pez volador, torpedo o algo parecido. A Marchand se le pude comparar con las especies más veloces del agua. Allí, en su territorio, este nadador francés parece líquido, allí fluye como si no nadara, sino que se deslizara con sus brazos como aletas, para ser el nadador más rápido de estos tiempos. Así fue la estrella de los Olímpicos de París 2024, así amenaza el reino acuático de Michael Phelps, al que llamaron tiburón sin saber que otro veloz depredador iba a aparecer.
Léon Marchand ya era veloz y ya era el llamado a dominar los Juegos de París, pero lo que hizo en su acuario, ante su público, fue más de lo prometido: fue una exhibición de capacidad pulmonar, atlética y mental. Conquistó la piscina como un rayo en el agua para colgarse cinco medallas, cuatro de ellas de oro, más que cualquier otro deportista en París 2024, y una de bronce.
Marchand conquistó las piscinas de París
Marchand fue aumentando poco a poco la distancia con su principal rival. Foto:EFE
Desde su primer lanzamiento a la piscina dejó claro que allí, en el agua, iba a levantar su reino y su castillo. Cuando ganó los 400 metros estilos, su primer oro, señaló el camino estelar que iba a tener en París. Ese día, ante unas 13.000 personas, respondió a las expectativas, pues fue en esa prueba en la que le quitó uno de los récords más valiosos a Phelps, y esta vez deslumbró al marcar un tiempo de 4:02.95, nuevo récord olímpico, y aunque quedó a 45 centésimas de su propio récord mundial, le sacó casi 6 segundos de ventaja a su inmediato perseguidor, el japonés Tomoyuki Matsushita, que se vio impotente para seguirle el ritmo. Léon parecía que no competía, sino que apenas calentaba.
Pero luego, en la misma semana y en una misma noche, Léon hizo historia y ganó dos oros individuales en menos de dos horas, una proeza: primero, los 200 m mariposa, con una sensacional remontada, viniendo de atrás para alcanzar al vigente plusmarquista mundial y anterior campeón olímpico, el húngaro Kristóf Milák, que había dominado casi toda la prueba, hasta que en los últimos 50 metros Léon prendió sus turbinas, aceleró, cabeza adentro, cabeza afuera, respiración al máximo, el corazón a mil, sus brazos desplegados como alas, rompiendo el agua para hacerla tsunami, hasta que alcanzó al húngaro, quizá le hizo risitas bajo el agua o le sacó la lengua, pasó de largo en un remate brutal y llegó primero para establecer el récord olímpico de 1:51.21.
El crono fue de 4 minutos 2 segundos 50 centésimas. Foto:EFE
Marchand se bañó en oro antes de irse a las duchas. Luego regresó como si nada, como si no hubiera ganado antes un oro tan exigente, como si estuviera tan fresco, como si el descanso para él fuera estar en movimiento en el agua, y se lanzó otra vez, ante el escepticismo de quienes no creían que pudiera hacer el doblete pecho-mariposa nunca antes visto en una misma jornada, “no lo va a lograr”, “es imposible”, “qué está pensando Marchand”, y sí, Léon se devoró la piscina una vez más y ganó los 200 m pecho, con 2:05.85, récord olímpico. “Brutal”. “Increíble”. “Es el nuevo Phelps...”. Ya nadie sabía cómo calificarlo. Marchand demostró que no luchaba contra sus rivales, sino contra él mismo, contra el reloj y contra la historia. El agua está de su lado.
Marchand fue a París por cuatro oros, los tenía planificados, visualizados, eran su obsesión, se preparó para eso, si hubiera ganado tres se hubiera ido algo defraudado, eran cuatro, lo dijo, lo pensó, lo deseó, y fue por esa cuarta medalla brillante, en los 200 m combinados. Llegó a la piscina, alzó los brazos mientras el público cantaba La Marseillaise, para hacer más épica la atmósfera, luego se lanzó al agua y brazada tras brazada lideró toda la carrera, sin aflojar, sin palidecer, como si no llevara tres oros a cuestas, otra vez ganó y batió el récord olímpico de Phelps, con un tiempo de 1:54.06.
No se despidió, aún no era hora, le quedaba una prueba, quería otro oro, esta vez con su equipo, en los 4×100 estilos, pero no pudo, Francia fue tercero. Marchand demostró, por si las dudas, que es humano. Ahí terminó su cosecha. Ahora sí se fue a descansar. “Es increíble, ha sido mágico. Soy muy bueno gestionando mi energía. Sé canalizarla”, dijo, para explicar cómo hace lo que hace.
Marchand. Foto:EFE
Léon Marchand apenas tiene 22 años y ya vuela en el agua, no digamos que vuela, lo más exacto es decir que se impulsa como autopropulsado para detonar en la pared. Marchand, que es cinco veces campeón mundial, también hace gala de su estirpe del agua, ya que sus padres fueron nadadores. Por su actuación en París, en sus primeras olimpiadas, es inevitable que se lo compare con Phelps, ganador de 28 medallas olímpicas en cinco juegos y quien ya asimila la llegada de su inevitable sucesor. Para más similitud, Léon se entrena con el mismo tutor de Phelps, Bob Bowman.
Marchand fue nombrado este año caballero de la Legión de Honor en Francia, Nadador del Año por World Aquatics y ganó el trofeo Campeón de Campeones del diario L’Équipe. Tiene toda una piscina por delante, como un inmenso mar, para conquistar. Con él en escena, nadie queda indiferente, ni el público, Phelps ni mucho menos el agua.
PABLO ROMERO
Deportes
@PabloRomeroET