Cuando se piensa en arte normalmente viene a la mente algún cuadro bonito colgado en un museo. Sin embargo, para Duvan López su trabajo es mucho más que un objeto digno de ser admirado.
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Él considera que la creación de obras estéticas también implican otros aspectos planteados por el filósofo griego, Platón: “lo bueno, lo bello y lo útil”.
De acuerdo con esta noción, una pintura, escultura o poema son bellos, claro. Pero así mismo tienen que poseer un mensaje más profundo, una intención que comunicar e incluso, deben poder ser usados de alguna manera.
Aunque no todas las creaciones de Duvan cumplen con todas estas condiciones, su compás interior siempre lo hace aspirar a que así sea. Uno de sus mayores orgullos que cumple con tales características es la ‘Silla de la Paz’.
Este se convirtió en el emblema de los Luxembourg Peace Prize y se entrega anualmente en la sede histórica del Parlamento Europeo. “Es incuestionable su valor plástico, ético, estético y al emplearse también se volvió útil”.
Para alcanzar esta reflexión, el artista ha tenido que pasar por muchas experiencias. Desde su infancia, él sabía que tenía afinidad por el arte: “comencé a pintar desde los 4 y a los 6 años yo decía que era pintor”.
Hoy en día, con sus 69 años puede decir con seguridad que no fue sólo su talento el que lo llevó al éxito: “tuve padres que me respetaron y me apoyaron”. Señala con un notorio amor que el ambiente en el cual creció estuvo lleno de respeto y compañerismo.
“El pueblo Quimbaya que me permitió vivir con el resto de mis amigos, eso era nuestro. Era una sociedad muy bonita en la cual todo el mundo se conocía, vivíamos como en una gran familia” al hablar de ello se expresa con calidez, recordando el Quindío como la tierra querida que lo vio nacer.
Incluso después de vivir un fuerte accidente a la edad de 11 años, el cual le causó la pérdida de su ojo izquierdo, no cree que su infancia fuera dolorosa. Al contrario, fue ese respaldo de su familia y comunidad el que lo hizo sentir seguro para explorar su lado sensible.
A pesar de lo anterior, la vida tiene constantes cambios y vueltas impredecibles. Por ello, a sus 23 años tuvo “una crisis existencial” que cambió su vida por completo. Se cuestionó su rumbo y fue en ese momento que decidió salir del país.
“En mí ha sido un proceso de buscar la verdad. Para mí fue un proceso de preguntar el que me llevó a convertirme en lo que soy”. Esta determinación de resolver misterios sobre sí mismo y la humanidad fue uno de los factores que lo impulsaron.
“Yo creo que los artistas necesitamos la emulación” dice al reflexionar sobre su decisión de esa época. “Cuando me di cuenta que era artista yo no había visto cuadros y quería ver Velasquez, Dalí, Picasso”.
Fue así como llegó a vivir en París, Barcelona, Nueva York y muchos otros sitios en el exterior. Gracias a ese cambio puedo experimentar lo que tanto ansiaba y llenarse de conocimiento e inspiración.
Así mismo, pasó por transiciones impactantes que se reflejaban en sus trabajos. Tal fue el caso de cuando fue a la Habana, Cuba y al ver las realidades del territorio su visión de la colorida e inocente realidad que llevaba tanto tiempo retratando se detuvo.
“En medio de la algarabía y de todo había un dolor dentro de la gente que no se mostraba, lo tapaban con la música, con el baile”. En consecuencia, por dos años y medio el color prácticamente desapareció de sus obras, usando primariamente el blanco.
Este es sólo un ejemplo de las muchas transformaciones que ha tenido el proceso creativo y las creaciones de Duvan. Por eso mismo es que ha decidido experimentar con distintos medios como pintura, escultura, poesía y hasta lo digital.
Sin embargo, después de miles de pinceladas, incontables materiales moldeados y cientos de palabras escritas, él aún siente pasión por su labor: “ahora pinto por devoción, porque me place enormemente“.
“En mi trabajo, lo primero que yo busco es el asombro en mí mismo ‘wow ¿esto cómo se hizo? ¿por qué se hizo?’ y es una respuesta permanente que hace que yo esté en el hilo, moviéndome a punto de caer y manteniéndome en equilibrio” afirma Duvan.
Arte como constructor social: MAQUI
Uno de los más preciados legados de Duvan es el Museo de Arte del Quindío (MAQUI). Este fue fundado por él y unos amigos de la región hace 12 años con el propósito de crear un espacio que aportara a la comunidad.
Inicialmente, las instalaciones del futuro museo eran sólo los galpones del ferrocarril donde algún día se había guardado el café para exportar. En aquel entonces, el lugar estaba descuidado y se usaba prácticamente como basurero.
Además, alrededor de las instalaciones se extendía una zona de marcada pobreza. El sector estaba inmerso en un contexto muy complejo de inseguridad, hambre, microtráfico y otras situaciones retadoras.
Este fue uno de los factores que impulsó a Duvan a proponer la creación de un lugar dedicado a la muestra de arte y la enseñanza del mismo. Más allá de hacer una propuesta cultural, lo que se quería conseguir era un acercamiento a la población.
“Alrededor hay niños y ellos se sienten atraídos hacia el museo” señala el artista. Así, se convierte en una alternativa para que los pequeños y más jóvenes puedan pasar su tiempo en un ambiente productivo y seguro.
En sí, la idea era llevar el foco de atención a esa área y sus problemáticas intrínsecas. “Es un ejemplo de lo que se puede hacer incluso con una precariedad tan enorme como la que se vive allí”.
“Ahora, es gracias a María Cristina Mejía que el museo se mantiene”, comenta Duvan. Así mismo, explica que el proyecto está detenido por falta de apoyo del estado, pero espera que en el futuro se pueda desarrollar como todos lo han soñado.
Entrega de medalla Simón Bolívar
El Congreso de la República Colombiana realizó una ceremonia en honor al artista el 26 de septiembre de 2024. El evento tenía el propósito de otorgarle el galardón ‘Orden de la Democracia Simón Bolívar’ en el grado cruz oficial.
Dicha condecoración tiene origen en una frase pronunciada por el libertador en Cúcuta en 1821. En este fragmento se prometía a los colombianos el reconocer sus logros institucionales y como ciudadanos destacados que aportan a la nación.
De acuerdo con lo anterior, la trayectoria del quimbayano y sus obras se consideran como valiosas piezas que han logrado capturar la esencia del país. Su contribución se considera un enriquecimiento al legado cultural de Colombia.
Por ello, familiares, amigos de Duvan lo acompañaron al evento congregado por el representante de la Cámara Jhon Edgar Pérez Rojas quien también es proveniente del Quindío.
“Este reconocimiento estaba en mora de hacérsele a un hombre que hace muchos años dejó nuestro país para buscar a través del arte, la cultura y la poesía enaltecer el nombre del Quindío y Colombia” declaró Rojas durante la ceremonia.
A través de su discurso reconoció la labor de Duvan, no sólo como creador en el exterior, sino como compatriota que se preocupa por su lugar de origen: “usted ha querido que eso trascienda y que eso llegue al territorio que lo vio nacer”.
Además, el congresista expresó su admiración por la magnitud del trabajo artístico “no me cabe la menor duda, maestro, que usted hoy es un artista de talla mundial y por eso hoy está aquí sentado”.
Por su parte, cuando Duvan subió al escenario a dar unas palabras sus ojos se llenaron de lágrimas a la par de la emoción en su corazón. Agradeció a Rojas, a sus padres, hermanos y a su país.
Afirmó que su logro individual hacía parte de las victorias colectivas y que era eso lo que se conocía como cultura.
“Las acciones de quienes construyen la sociedad dejan huellas que esta interioriza y repite, moldeando así su futuro” resaltó también que dichos actos no eran necesariamente grandes hitos, sino pasos cotidianos que cualquiera podía dar.
Así mismo añadió: “el hacer define al ser, el proceso vital que acompaña el acto de existir es el escenario donde lo humano se materializa. Son los actos los que trazan el perfil de quienes los realizan, influyendo de manera profunda en el entorno social en el que cada individuo se desenvuelve”.
REDACCIÓN DE ÚLTIMAS NOTICIAS
IVY LARRARTE ALARCÓN