Es posible que en su día a día, al llegar al trabajo se encuentre con un compañero y el saludo del día sea: buenos días, ¿cómo estás? Y a veces estos compañeros siempre se queje de la situación actual propia o en general.
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Para muchas personas, esto es algo normal, pues la vida en muchos países no es color de rosa, y utilizan ese breve momento del día para ‘desahogarse’ con su compañero de trabajo, sin embargo, se ha podido demostrar que el ‘lamento crónico’ hace parte del desgaste emocional, que puede traer consecuencias a la salud mental y física, no solo del ‘quejoso’ sino también de quien escucha.
Esto es un fenómeno casi universal, pues la gente siente insatisfacción, frustración y malestar frente a diversas situaciones de la vida y hace parte de la naturaleza humana, pero cuando este es constante, la negatividad puede invadir cada espacio de la vida y la rutina.
Para algunos expertos, la queja constante hace parte de la forma de algunas personas para conseguir algo de ‘desahogo’ frente a la situación, pues de esta forma se puede liberar tensiones y buscar validación de los demás, volviéndose a veces en un círculo vicioso.
Cuando la situación se vuelve crónica, puede extenderse a otros contextos de la vida y a veces empeora por el uso de las redes sociales, pues un amplio número de personas utilizan estos medios para también quejarse y extender esta práctica en los demás.
Hay estudios sobre la queja constante
En los últimos años, la neurociencia se ha encargado de estudiar este tipo de fenómenos, pero se requiere de más estudios para encontrar más consecuencias sobre esta actitud.
Estos estudios recientes han evidenciado que aunque el cerebro está creado para recibir amenazas y dificultades, a veces algunas personas se centran solo en lo negativo porque, de alguna forma, es más fácil.
Esto sucede porque el cerebro se fija en lo negativo como un método para enfrentarse a un problema real y de esta forma aumentar sus formas para defenderse.
No obstante, en la modernidad puede afectar la salud mental y la forma en que la gente ve el mundo creando nuevas maneras de quejarse.
El acto de quejarse, según estos estudios, pueden crear cambios en la estructura del cerebro, generando problemas a la hora de resolver problemas, así como también en su función cognitiva.
Por ello, ‘los quejosos’ constantes pueden ver menguadas sus posibilidades para la resolución de problemas, la planificación y la toma de decisiones, generando más frustraciones y por consiguiente las quejas.
Esto trae consigo otros sentimientos negativos como la baja autoestima, la rumiación, la fatiga y el cansancio mental, además de actitudes de extremo negativos y la imposibilidad de adoptar la resiliencia en diferentes escenarios.
¿Cómo cambiar de actitud?
De acuerdo con la BBC, usted puede dejar de lado esta actitud y empezar por aplicar estas recomendaciones:
- Establecer límites con los demás: este se refiere a establcer una especie de mecanismo de protección ante cualquier queja. Para ello, es importante evitar conversaciones que se centren solo en situaciones negativas y proponer mejor una solución a las dificultades.
- Practicar la gratitud: aunque pueden existir muchas situaciones negativas, no todo puede ser así. Según expertos, es mejor centrar la atención en lo que se tiene y agradecer por ello, cambiando la perspectiva mental.
- Buscar soluciones: si usted es quien ha caído en esta práctica, haga una liosta de posibles soluciones ante las situaciones negativas para tratar de reducir la frustración. Recuerde que algunas situaciones se salen de las manos y no es posible resolverlas desde su lado.
'La bola está de su lado de la cancha', por ello, según expertos, lo adecuado es detectarlo para empezar a evitarlo y que su calidad de vida empiece a mejorar. Si no encuentra soluciones desde su perspectiva, puede acudir a un profesional para exponerle dichos sentimientos y que se establezca un plan de mejora.
LUZ ANGELA DOMÍNGUEZ CORAL
Redacción Alcance Digital