La Iglesia Católica ha sido símbolo de misterio y tradición. Los mayores enigmas de la religión giran en torno al Vaticano, la sede principal de esta religión en el mundo y lugar donde reposan las más importantes reliquias del catolicismo.
Una de las preguntas más enigmáticas surge en torno de por qué las mujeres no pueden tener altos cargos dentro de la estructura de la Iglesia, no pueden ser llegar a ser sacerdotisa, obispo y, por consiguiente, no pueden aspirar a ser papa.
Sin embargo, entre los feligreses, la historia de la evolución del Vaticano y la Iglesia Católica tiene muy presente la leyenda de la papisa Juana. Se dice que ella se disfrazó de hombre y llegó al trono de San Pedro, siendo la única sacerdotisa de esta religión.
El cuerpo del santo padre será trasladado a la Basílica de San Pedro. Foto:iStock
Se cuenta que Juana era una mujer muy culta, que vivió en el siglo IX y escapó junto a un hombre hacia Atenas. Allí se vestía de hombre para poder ir a la universidad y poder recibir educación. Debido a que sobresalía en sus actividades, viajó a Roma, donde disfrazada se abrió camino en la jerarquía de la Iglesia.
Libros de historia medieval relatan que ella tomó el nombre de Juan y logró convertirse en profesora del Trivium, enseñando gramática, lógica y retórica a destacados nobles y discípulos.
Fue allí cuando Juana, de origen alemán y que hizo una vida disfrazada de hombre en su cotidianidad, ganó una gran reputación, debido a su gran excelencia académica y moral, esto le abrió las puertas del Vaticano.
“La vestimenta clerical en ese período es más como una túnica y sería concebiblemente bastante fácil esconder el cuerpo de una mujer bajo esta”, explicó al programa ‘In Our Time’ de la BBC Katherine Lewis, profesora ad honorem de Historia Medieval de la Universidad de Lincoln, Inglaterra.
“Es importante que ella vistiera como un hombre, de lo contrario no habría podido obtener una educación académica ni asumir un papel clerical, porque las mujeres tenían prohibido recibir órdenes sacerdotales”, explicó la experta en historia.
Se presume que de este modo Juana, actuando bajo el nombre de Juan, se convirtió en cardenal y en el año 855, tras la muerte del papa León IV, fue elegida como papa por unanimidad.
La historia relata que, de esta forma, Juana ejerce el papado por dos años y siete meses, hasta 857, y según relata Katherine Lewis, lo hace muy bien y de forma diligente, pero no sigue el estilo de vida célibe.
La profesora Lewis explica que tras ser elegida como papa, tomó el nombre de Juan VIII, y continuó con su romance. Como consecuencia de esto, quedó embarazada y dio a luz de forma pública y dramática durante una procesión, lo que reveló su verdadera identidad.
La leyenda de la papisa Juana o Juan el inglés, que ha sido puesta en duda durante la historia, es rechazada por la Iglesia Católica y expertos en religión, pero continúa presente en la sociedad.
Anthony Bale, profesor de Inglés Medieval y Renacentista de la Universidad de Cambridge, indicó en diálogo con la BBC que hay otra forma de interpretar el relato, aunque no sea necesariamente cierto en el estricto sentido histórico.
"Se supone que es moralmente cierto. Que es algo que puede ser útil para hablarnos de la moralidad contemporánea", expresó en el mismo programa In Our Time de la BBC.
¿Por qué las mujeres no pueden ser papa?
El tema de por qué una mujer no puede ascender dentro de la Iglesia Católica, ser sacerdotisa, obispo o llegar a ser papisa ha causado un gran debate que ha estado presente por años.
La principal razón por la que no hay papas mujeres, es porque en el Código de Derecho Canónico, es decir, el conjunto de leyes y normas que regulan la Iglesia Católica, señala que uno de los requisitos para ser papa, es ser varón.
Quien aspire y cumpla con el perfil para convertirse en papa deberá estar bautizado bajo la fe católica y reunir otros requisitos para ser ordenado obispo, pues para ser papa es necesario ser elegido como obispo de Roma, pero antes de ser obispo, se necesita ser sacerdote, un papel al que las mujeres no pueden acceder. Esta norma o principio ha sido reiterada en varias oportunidades por el Vaticano.
La última ocasión fue la carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis emitida por el Papa Juan Pablo II en 1994, donde afirmó que la iglesia no tiene la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres.
En diferentes oportunidades, la Iglesia ha aprovechado el pasaje bíblico Timoteo 2:11-12, que se interpreta como una prohibición para que las mujeres puedan ser sacerdotisas. La sagrada escritura dice: “La mujer debe aprender en silencio y con toda sumisión. No permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre; debe estar en silencio”.
Debido a esto, la Iglesia católica no autoriza el sacerdocio para las mujeres, dado que consideran que viola la restricción y está considerado como crimen.
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ALEJANDRA HERNÁNDEZ TORRES
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO