Cuando Ana Carolina González Arriaga vio los resultados de sus Pruebas Saber 11° en la pantalla, pensó que se trataba de un error. Refrescó la página una, dos, tres veces… hasta que el número no cambió: 500 puntos. El máximo posible. El puntaje perfecto.
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“Me quedé en shock. No podía moverme. Solo lloré y corrí a contárselo a mi mamá”, recuerda Ana con la voz aún temblorosa. “Lo primero que hicimos fue darle gracias a Dios”.
En ese momento, en una casa modesta del barrio Chile, en Cartagena, la emoción se desbordó. Ana abrazó a su madre, Érika Arriaga, y a su abuela, con quienes ha crecido como hija única. En sus 18 años de vida, nunca había sentido algo tan grande.
Su principal meta para cumplir su sueño
Ana Carolina González Arriaga logró resultados de Pruebas Saber 11° perfecto. Foto:Cortesía
No era para menos. El examen, que mide las competencias académicas de los estudiantes que se gradúan del colegio, es temido por miles de jóvenes cada año. Consta de cinco áreas –lectura crítica, matemáticas, ciencias naturales, sociales e inglés– y suma 278 preguntas que se deben responder en dos jornadas maratónicas de casi cinco horas cada una.
Lo que para muchos es una carrera de obstáculos, para Ana se convirtió en una meta clara. “Me gusta estudiar. Soy disciplinada, curiosa, y siempre he querido ayudar a los demás. Quiero ser médica”, dice con una sonrisa serena, pero firme.
Su historia no es de suerte, sino de persistencia. Ana ya había presentado el examen anteriormente, pero su puntaje no le alcanzó para ingresar a medicina. Aun así, le ofrecieron cupo en una universidad privada. La alegría duró poco: su madre, una abogada desempleada, no podía costear los estudios.
Decidió reforzar los estudios
X Foto:iStock
Ana se matriculó en el Preuniversitario Luis Muñoz, en Cartagena, y se sumergió en una rutina intensa. Tenía clases cuatro horas cada mañana y dedicaba entre cuatro y seis más al estudio autónomo en las tardes. “Hacía compilados por materia, simulacros todos los fines de semana. Fue una preparación total”, explica.
Pero no fue solo eso. También se propuso mejorar su inglés, sabiendo que cada punto contaba. “Fue un trabajo de todos los días. No hubo descansos ni excusas. Solo enfoque y determinación”, afirma.
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Y valió la pena. El día de la segunda presentación del examen, Ana salió confiada. Cuando llegaron los resultados, obtuvo 100 sobre 100 en cada una de las áreas. Un logro reservado para muy pocos estudiantes en Colombia.
Quiere ser una médico
Representantes de docentes habían pedido gratuidad en la inscripción para estas pruebas. Foto:Icfes
“Mi mamá me decía que Dios premia el esfuerzo. Y creo que eso fue lo que pasó”, dice Ana, que ahora sueña con vestir una bata blanca, caminar por pasillos de hospitales y laboratorios, y salvar vidas.
Tras su resultado, se postuló a la Universidad de Cartagena para estudiar medicina y está a la espera de la confirmación. Mientras tanto, espera que el Distrito o alguna entidad le brinde apoyo. “Me encantaría recibir una beca. La educación pública necesita que estos logros también sean respaldados”, sostiene.
Ana no olvida que no ha estado sola. Agradece a su madre, a su abuela, a sus tíos –profesores que la han acompañado en el camino– y a su amiga Isabela, quien fue su soporte emocional en los momentos más duros. También menciona con admiración a Luis Muñoz, el docente que la preparó con exigencia y cariño.
Ana Carolina González Arriaga es un faro
Ana Carolina González Arriaga logró resultados de Pruebas Saber 11° perfecto. Foto:Cortesía
“Mi hija es una bendición. Ha sido valiente, inteligente y muy fuerte. Estoy segura de que va a lograr todo lo que se proponga”, afirma su madre, sin poder contener las lágrimas.
En un país donde muchas veces el mérito se ve opacado por la falta de oportunidades, Ana Carolina González Arriaga es un faro. Una muestra de que el talento puede surgir en cualquier rincón, incluso en los más humildes. Su historia es una crónica viva de cómo la fe, el esfuerzo y el amor familiar pueden abrirle camino a los sueños.
Ana ya dejó su huella en la historia educativa del país. Ahora se prepara para escribir la siguiente página, con bisturí en mano y un corazón dispuesto a servir.