Humberto Giraldo hace parte de la Cooperativa multiactiva arando la paz, una organización de economía solidaria alrededor de la producción de café. Aunque reside en las afueras de Tuluá, no deja de inquietarle la difícil situación por la que atraviesa el municipio, que a su vez, ha impactado en el día a día de sus habitantes.
“Con este problema de inseguridad uno ya poco ha salido a las calles. Por ejemplo, la granada contra el coliseo de ferias, la quema de vehículos y todo lo que ha venido pasando, muestra que se ha incrementado el conflicto”, comentó Giraldo.
Pero lo que siente que ha causado más incertidumbre es que en este conflicto urbano, el pueblo y las personas del común, son las principales víctimas.
Autoridades buscan detener atentados terroristas en Tuluá. Foto:
“Uno no entiende en contra de quién va toda esta vaina de represión, porque están matando a los que no son. Están tirándole una granada al uno y al otro, simplemente en contra del pueblo, porque no es en contra de personas en sí, porque es en contra del mismo pueblo, le están tirando al que sea, no miran enemigo, pues no le están tirando una bomba al Simón Bolívar, ni a un comando de la Policía o a un CAI”, expresó.
Desde su punto de vista, no desconoce el trabajo de las autoridades ni los esfuerzos que se realizan para tratar de controlar la criminalidad, pero considera que este tipo de violencia urbana, donde cualquier persona puede ser sospechosa, es difícil de combatir.
En la noche, los operativos se intensifican. Foto:Policía
“Para controlar una ciudad es difícil, porque en un pueblo viven todos de civil. Entonces, para la Policía controlar eso es muy complejo, porque no sabe quién es quién. Pero sí le queda muy fácil al que va a hacer el daño, porque lo hace el que menos se piensa”, aseguró Giraldo.
Lo que más le llama la atención de este conflicto, son las jóvenes víctimas, que han caído por cuenta de balas, así como desmembramientos.
“Últimamente vienen matando a muchos ‘pelaos’ (jóvenes) de 18 y 16 años, de la manera más cruel”, dijo.
Ante este panorama, decidió, al igual que mucha gente, salir solo a lo estrictamente necesario, como medida de autocuidado.
Hay expectativa por la reacción de bandas criminales ante la posible extradición de alias Pipe. Foto:Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO
“La gente ya casi no sale tanto a la vida nocturna, uno no sabe en qué momento tiran una granada o se arma alguna balacera, realmente hay mucho miedo”, concluyó.
Entre tanto, otro de los habitantes de Tuluá, que prefirió omitir su nombre, considera que la violencia es un estado con el que siempre han tenido que vivir, por lo que esta situación no le resulta nueva.
“La vida aquí es normal, la gente tiene que trabajar y salen a ejercer su deber, se preocupan en el momento de las cosas, pero siguen, se puede decir que es una costumbre del que vive aquí. Lastimosamente, Tuluá es violento desde siempre, léase ‘Cóndores no entierran todos los días’”, comentó.
‘La gente buena está pagando los platos rotos’
H. Isaac Bermúdez González, es un defensor de los derechos humanos. Desde su punto de vista, considera que la situación de violencia en Tuluá es el producto de un proceso de malas decisiones de diferentes alcaldías y una sumatoria de desatenciones a aspectos sociales que han derivado en situaciones dramáticas que van más allá de la violencia.
Asegura que, hoy en día, no hay algún tulueño de a pie que se sienta seguro en estos momentos. Es más, dice que no hay nada que pueda darles esa sensación de que sus vidas están salvaguardadas.
“Desafortunadamente por la retaliación de la banda criminal ‘La Inmaculada’, debido a que se va a extraditar a su jefe, es la comunidad del municipio la que está pagando los platos rotos y las consecuencias de las malas decisiones y la falta de compromiso de la Administración, y no crea que yo soy de este bando o del otro, o que estoy en contra de Vélez (Gustavo) por ciertas razones, mi opinión es totalmente objetiva”, comentó Bermúdez González.
Los habitantes de Tuluá tratan de vivir su día a día, pero con temor por la violencia. Foto:Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO
A veces considera que el remedio puede ser peor que la enfermedad, debido a que varias de las medidas que se toman para meterle un freno de mano a la violencia en Tuluá, a veces han terminado por producir otros dramas a sus habitantes.
“Como lo dije antes, la gente de Tuluá no tiene razón para sentirse segura en estos tiempos, desde toques de queda a quema ropa, supe casos de estudiantes tulueños que estudian en otros municipios, que en cuanto se dieron cuenta de la medida, mientras estaban en clases, tuvieron que, literal, correr a las terminales de buses para volver a sus casas, y luego llegar a Tuluá con esas sensación de pánico al ver que ni taxis, ni ningún medio de transporte se encontraba en la terminal por este mismo toque de queda. Súmele a esto, los vehículos de servicio público que pertenecen a la clase trabajadora, que hace pocos días fueron incendiados; los asesinatos tan atroces y desmembramiento de estas víctimas”, dijo Bermúdez Sobre el papel de la Fuerza Pública, considera que pese a sus esfuerzos en materia de prevención y seguridad son arduos, “aún no son suficientes”.
“Ellos pueden tener todas las ganas y la intención de proteger a su comunidad, pero al final de cuentas esto no ha sido suficiente; las reuniones y consejos de seguridad no han sido para nada fructíferos, viendo como la violencia aumenta, al igual que el miedo”, dijo el defensor de derechos humanos.
Y aclaró: “Yo no soy ni de este bando ni del otro, no tengo colores, tengo mi línea política pero esto no afecta que pueda opinar de manera objetiva, mi visión es simplemente como un ciudadano de a pie que mira con miedo todo lo que está pasando y no puede más que sentir impotencia porque pareciera que tanta inseguridad no tiene solución, la gente no sólo siente miedo, sino desesperanza, solo mira las redes sociales de tulueños”.
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