Jaime Isaza Echavarría, de 91 años, escogía sus mejores atuendos para sentarse frente a una pantalla ‘sagradamente’ durante dos horas cada semana. Era vanidoso y consideraba que esa ocasión merecía usar la mejor ‘pinta’; por eso, vestía sombrero con cinta, traje y corbata con un pañuelo del mismo color. Con sus gafas puestas, prestaba atenta atención e intervenía con frecuencia durante las sesiones sincrónicas de la Escuela Virtual Historias en Yo Mayor.
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No tener idea de cómo usar un computador ni de lo que era un curso virtual no impidió que se convirtiera en uno de los participantes más destacados de su cohorte. Bastaba con que una persona lo ayudara a conectarse a la reunión para poder contar las historias que fue cosechando en nueve décadas de vida –seis de las cuales pasó con el gran amor de su vida: ‘Chiqui’– y para escuchar lo que sus compañeros, todos adultos mayores, tenían por narrar.
Jaime hizo parte de la segunda cohorte de la escuela virtual, en el 2021.
La historia de la Escuela Virtual Historias en Yo Mayor se remonta a los primeros meses de 2020, el año de la pandemia por coronavirus. Arrancó cuando nadie se imaginaba por cuánto tiempo se prolongarían las cuarentenas, que el trabajo se volvería virtual principalmente, que habría turnos para poder salir a hacer compras básicas y que cualquier muestra de afecto físico estaba retringida. Se saludaba de lejos o con el codo. No más.
Los adultos mayores fueron los primeros a quienes se les aplicaron esas restricciones. En Colombia, empezaron con un aislamiento preventivo que se intensificó y que los dejó alejados de los demás con el fin de prevenir un contagio que –según la información que se fue obteniendo de los primeros meses de contagios, hospitalizaciones y muertes– era peor para ellos.
En medio de esa época de incertidumbre que se tomó cada rincón del planeta, por medio de largos días de reunirse virtualmente, nació la escuela virtual. Se armó en apenas dos meses, pues sus organizadores, todavía sin dimensionar lo que se venía, empezaron a preocuparse por el aislamiento de los adultos mayores. Cuatro años después de esa primera convocatoria, ya se han graduado más de 700 adultos mayores. El próximo 14 de octubre empiezan su formación cientos de participantes más.
De hecho, debido al éxito en las inscripciones para este ciclo, se habilitó uno nuevo que comenzará en febrero de 2025. Las personas interesadas podrán inscribirse desde ya para hacer parte. (Haga clic en este enlace).
La iniciativa es de las fundaciones Fahrenheit 451 –enfocada en el uso de la literatura como herramienta de cambio social– y Saldarriaga Concha –que busca que la sociedad colombiana sea inclusiva para personas con discapacidad y personas mayores–.
Gloria Isaza, una de las hijas del señor Jaime, cuenta que su familia decidió vincularlo al programa debido a que, en las conversaciones diarias que tenía con él por teléfono, notaba cierto deterioro en sus funciones cognitivas. Además, él siempre estuvo interesado en la escritura, la poesía, la lectura y el arte.
“En vista de que a él lo motivaba tanto el tema de leer y escribir, pues se tomó la decisión de vincularlo con el programa. Para él, era un aliciente, porque siempre fue una persona muy juiciosa, de cumplir metas y objetivos a corto, mediano y largo plazo. El hecho de tener que estar haciendo este ejercicio semanalmente de memoria, de escritura y de lectura, creo que cognitivamente lo ayudó y lo mantuvo hasta donde se pudo”, asegura.
En las siete semanas de formación en la escuela virtual, los participantes escriben sobre temas tan diversos como las mascotas, el amor, los viajes, mitos, leyendas y más. Uno de los textos que el señor Jaime escribió en este proceso fue publicado en el libro de recopilación de las historias producidas por su cohorte. Se llama “Mi poema eres tú” y está dedicado a su esposa.
“Escribía y contaba sobre sus vivencias, de los lugares donde estaba y siempre con mi mamá como atravesada en el corazón. La mayoría de los poemas se los escribió a ella. Para él la escritura era algo muy importante. De chiquito no sé quién se la inculcó, si fue algo propio, pero siempre amó la poesía. En esa época, escribía con tinta”, dice su hija.
Jaime, quien falleció en 2022, es el estudiante de mayor edad que ha participado hasta ahora en las cuatro cohortes de la escuela. Eso sí, Historias en Yo Mayor tuvo otras seis versiones previas, aunque un poco distintas y presenciales.
Mauricio Díaz, subdirector de Fahrenheit 451, explica que el proyecto se inició en 2011. En un comienzo, Yo Mayor se propuso como un concurso para adultos mayores en Bogotá que, posteriormente, fue llegando a distintas zonas de Colombia. En todo el proceso –y eso se ha mantenido hasta ahora–, para el equipo era clave que la experiencia fuera más allá de una competencia.
“Para nosotros el aspecto formativo siempre era muy importante. Nosotros siempre dijimos que el concurso era una excusa para que las personas mayores se dieran cuenta de que tienen cosas por contar”, afirma. Y agrega que hubo una pausa en 2018 por cuestiones presupuestales y que el proyecto estuvo a punto de morir. Sin embargo, dos años más tarde y debido a la contingencia causada por la pandemia por covid-19, surgió la Escuela Virtual Historias en Yo mayor.
En su primera versión, la convocatoria fue acogida principalmente por personas que habían participado en los concursos anteriores. Una de ellas es Luz Marina Cediel. Conoció de la escuela virtual por su hermana, quien la vio en redes sociales y la animó a participar.
“Acepté porque nosotros estábamos ahí encerrados, aburridos completamente con todo el proceso que había, con el problema de la edad también y la situación de salud hacía que fuéramos como víctimas próximas del covid-19. Estaba en una época en que no estaba escribiendo, entonces me motivó mucho”, dice Cediel.
Luz Marina fue profesora toda la vida. Ella se inclinó por la filosofía y la sacó adelante luego de haber sido una madre muy joven y haber terminado sus estudios de bachillerato en la jornada nocturna. Desde muy pequeña mostró una inclinación por las letras, pero su gusto no fue bien recibido ni en la escuela ni por su padre; él quería que fuera contadora.
No para que un cuento o un relato sea maravilloso implica unas máximas de calidad literaria, sino un corazón que se deja ahí en eso que se cuenta.
“Cuando fui estudiante de primaria, fui una niña lesionada a veces en su proceso. Escribir no era bien visto en la época mía, leer tampoco. Siempre se veía al estudiante era por la parte matemática y, en el caso de nosotras, en el bordado, el dibujo. Y yo para eso, tenaz”, afirma.
Luz Marina dice que el proceso en la escuela “fue espectacular” porque le permitió escribir sobre gran variedad de temas y que la motivaba el hecho de compartir los avances leyéndolos ante sus compañeros. Al terminar sus siete semanas de formación y debido al gran interés que mostró, fue escogida para ser tutora en el programa, es decir, una ayudante de los profesores que dirigían los grupos. Para ello, tuvo que desarrollar una propuesta sobre cómo manejar los últimos 30 minutos de la sesión virtual. Luego de desempeñarse en esa labor con gran éxito, avanzó para ser quien dirigía un grupo entero durante las siete semanas de formación.
“Tengo agradecimiento de que nos vieron, no como esa famosa generación que toca proteger, sino ‘Bueno, vamos a protegerlos, pero les vamos a dar algo’”, dice.
Otra de las virtudes que destacan Luz Marina, otros participantes y los mismos creadores de la escuela virtual es la variedad de formatos con los que pueden experimentar los estudiantes y la diversidad de participantes.
Sobre este primer aspecto, el subdirector de Fahrenheit 451 cuenta que, desde su concepción, se buscaba dar herramientas a los adultos mayores para contar sus historias de la manera que mejor les pareciera.
“Muchas personas llegaban a veces diciendo que no les gustaba escribir. Es totalmente válido porque en la escuela lo que a nosotros nos interesa es que las personas se animen a contar y escuchar. No para que un cuento o un relato sea maravilloso implica unas máximas de calidad literaria, sino un corazón que se deja ahí en eso que se cuenta o en eso que se narra verbalmente. En un país como Colombia, donde tenemos la tradición oral tan aflorada, pues es también importante”, afirma.
Los participantes de Yo Mayor no solo tienen la posibilidad de producir textos, sino que también pueden explotar su creatividad y sabiduría por medio de radiocuentos y pódcast. Asimismo, todo el material de referencia y consulta de las sesiones ha sido producido por adultos mayores.
“Para nosotros es importante que los cuentos que las personas van a leer en las cartillas, que van a ver en los vídeos o que van a escuchar en los pódcast sean hechos por personas mayores. No es una escuela en la que vamos a ver a Cortázar, a Borges y a García Márquez. Son relatos que fueron hechos por personas como ellos en distintos momentos; cuentos con una gran significancia histórica, con una mirada también de contexto, con unas excusas narrativas maravillosas”, dice.
La tecnología se veía como un obstáculo, pero se volvió una ventaja
En cuanto a la diversidad de participantes, Díaz recalca que, aun cuando al principio la virtualidad se podía ver como un obstáculo debido a la brecha entre la tecnología y las personas mayores, en realidad lo que hizo fue facilitar el acceso para personas de más regiones.
“Permite que en un mismo grupo tengamos a una persona de La Guajira, con una persona de Nariño, con una persona de Antioquia. O sea, esa pluriculturalidad colombiana, en la que también hemos tenido gente de otros países, nos la permite la virtualidad. En los diversos talleres que hemos hecho presencialmente, de una u otra manera, siempre eran las mismas personas que se conocían”.
Vicente Giraldo, otro exparticipante de la escuela y quien también se convirtió en tutor, resalta el interés de Yo Mayor por los adultos mayores del común.
“Yo Mayor empezó a hacer algo que a mí siempre me había llamado mucho la atención y es que habló con la gente sencilla, que es el conocimiento que ya se perdió en el país, porque a la gente humilde ‘no le paran bolas’”, dice.
Giraldo dedicó toda su vida a la construcción, pero siempre hubo en él un amor por la escritura. Actualmente, hace parte de la comunidad Yo Mayor, que es voluntaria y posterior a las siete semanas de formación del curso virtual. Este espacio también virtual nació por el interés que mostraron decenas de personas en continuar escribiendo y reuniéndose.
El grupo al que pertenece Vicente se llama Ágora y en este momento los miembros están escribiendo una novela. Aunque antes se reunían cada 15 días, ahora lo hacen cada ocho para avanzar en su proyecto, en el que participan 11 integrantes.
Una nueva cohorte de la Escuela Virtual de Historias en Yo Mayor está a punto de arrancar su formación, el próximo 14 de octubre. En los últimos cuatro años, cerca de 1.150 personas iniciaron el curso, según datos proporcionados por los organizadores. Y para este nuevo ciclo, se habilitaron 300 cupos.
Gloria Isaza, la hija del señor Jaime, es una de las nuevas estudiantes. Se inscribió motivada por la experiencia de su padre y porque él le inculcó ese amor por el arte y las letras.
“Tuve la suerte de crecer con las narraciones orales de mi papá”, dice Gloria, quien tiene un objetivo muy claro: honrar las historias que el señor Jaime le contó durante toda su vida y que le habría gustado tener grabadas de su propia voz.
Dice que tampoco quiere que se pierdan las historias de tíos, abuelos y primos. “La vida se pasa y a mí me da ‘guayabo’ que eso se pierda. No quiero que se quede en el olvido”, afirma. Y agrega que espera que “la musa” la direccione para cumplir ese propósito y, entonces, dejarle los relatos a su sobrina.
Durante siete semanas, Gloria y los otros cientos de participantes tendrán acceso a siete cartillas o kits de la creatividad, a sesiones virtuales con sus maestros y compañeros –algunos incluso desde otros países– y más material para que exploren al máximo su creatividad. Para quienes continúen inscribiéndose, el proceso arrancará en febrero del próximo año.
Los escritos resultantes de ese proceso serán recopilados, como en las versiones pasadas, en un libro de memorias que da cuenta de las temáticas abordadas semana a semana.
Para conocer más del proyecto, puede consultar la siguiente página web: https://yomayor.co/.