Reportes recientes apuntan a la alta posibilidad que tienen los residentes de los condados de Avery y Mitchell, en Carolina del Norte, de enfrentar este invierno sin calefacción, debido a que el huracán Helene desmanteló la única estación de queroseno de la zona en Estados Unidos.
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Fox Business afirma que Rhonda Jean Kowald y su organización sin fines de lucro, Western Carolina Emergency Network, intervinieron para ayudar a entregar combustible para calefacción a las estaciones de bomberos locales de la zona y así poder distribuirlo entre los necesitados. Sin embargo, “los suministros ya se están agotando”.
La situación para los habitantes de Carolina del Norte parece ser muy crítica, pues, según las declaraciones de Kowald citadas por el medio, ya se ha gastado más del cincuenta por ciento del presupuesto de ayuda, el cual inicialmente fue de US$271.000. Hasta el miércoles quedaban US$50.000 para ser invertidos en combustible, lo que sólo cubriría una semana y media de abasto.
Los residentes de Carolina del Norte también podrían enfrentarse al invierno sin electricidad
Además de la escasez de combustible para echar a andar la calefacción, los vecinos de ciertas aldeas de Carolina del Norte se preparan para enfrentarse al invierno sin electricidad, igualmente como parte de los estragos dejados por Helene.
De acuerdo con un reportaje de NPR, la comunidad de Poplar, que se encuentra a orillas del río Nolichucky, al oeste del estado, se quedó sin la infraestructura que solía abastecer de agua y electricidad a la zona, después de que el cuerpo de agua se desbordara violentamente tras el paso del huracán.
“Su restauración ha sido lenta, especialmente en las zonas más aisladas, como Poplar, que se encuentra sobre una carretera sinuosa y boscosa”, apunta el medio citado, asegurando que los residentes podrían pasar el invierno en la oscuridad y sin calefacción.
Una vecina, identificada como Misty Hughes dijo al medio que la mayoría de la gente que vive en Poplar son personas mayores y está preocupada por ellos. Según el citado medio, la última estimación que obtuvo Hughes fue que la aldea podría enfrentarse hasta cinco meses sin electricidad, líneas telefónicas o internet, lo cual plantea un panorama muy adverso para los habitantes.