Nada en este mundo es seguro excepto la muerte y los impuestos, y Molly Nilsson escribe canciones sobre ambos.
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La cantante nacida en Suecia inició su trayectoria haciendo temas de synth-pop, con títulos como “More Certain Than Death” y “I Hope You Die”, que sugerían que el amor y la mortalidad siempre estaban entrelazados.
Pero la política ha sombreado cada vez más su obra: un disco de Nilsson podría ser el único lugar donde una referencia al capitalismo tardío se siente perfectamente a gusto en una canción pop. Su álbum más reciente, “Un-American Activities”, incluye una canción sobre el comunismo que también es un homenaje a “Vogue” de Madonna.
“Estoy escribiendo el tipo de música que quiero escuchar”, dijo Nilsson recientemente desde Berlín, donde vive.
A lo largo de sus 16 años de trayectoria, Nilsson, de 39 años, se ha ganado seguidores mientras trabajaba fuera de las normas de la industria musical. Es su propia manager, reserva sus propias giras y nunca ha contratado a un publicista. Durante años, ella misma imprimió sus propios discos y los vendió afuera de las tiendas de discos.
“La industria te necesita mucho más de lo que tú la necesitas”, dijo. “Soy medio a prueba de balas, porque incluso si fracaso en lo que estoy haciendo, al menos lo hice”.
“Un-American Activities” es el disco más abiertamente político de Nilsson hasta el momento: un álbum entero que explora el uso de las listas negras y traza líneas entre lo que ella llamó “la persecución de izquierdistas y socialistas” en los años 40 y 50 y el ascenso de la extrema derecha hoy.
“Muchos jóvenes tal vez se preguntan: ‘¿Cómo llegamos a donde estamos hoy?’ Y para mí está muy claro”, dijo.
Esta conciencia política tiene sus raíces en la infancia de Nilsson. Su padre, trabajador postal, y su madre, que trabajaba para Ikea, eran sindicalistas, y Nilsson recuerda haber asistido a marchas con ellos. Cuando era adolescente, formó una banda con amigos, financiada con un estipendio del Gobierno sueco.
Después de la preparatoria, Nilsson pensó que quería ser ilustradora y había oído que Berlín era “la ciudad donde viven los artistas, como lo era Nueva York en los años 70”. Cuando llegó allí en el 2003, se sintió “liberada por el hecho de que no era necesario ser músico para hacer música y no era necesario vivir de tus pinturas para considerarte artista”.
El lanzamiento en el 2011 de su cuarto álbum, “History”, fue un punto de inflexión.
“En álbumes anteriores, siempre tenía que atraer a la gente y decirles: ‘Ven a escuchar mi música y, mientras estás aquí, te diré algo’”, dijo. “Con este álbum, sentí que no necesitaba atraer a la gente —simplemente lo titularé ‘Un-American Activities’ y voy a tener una canción llamada ‘The Communist party’. No tengo que ocultar nada”.