Pasó tantas veces que lo último que podemos permitirnos es fingir sorpresa: James Rodríguez vuelve a irse de manera intempestiva de su equipo y para nosotros ya es paisaje. Después de seis episodios idénticos en cuatro años y medio, no tiene presentación sentirse decepcionado.
Se va porque no está para convencer a nadie, porque no le encuentra lógica a un equipo que rompe récord con su fichaje para ponerlo a corretear rivales, porque se cansó de esperar a que un novato como Íñigo Pérez le diera la oportunidad de demostrar que sigue siendo el ‘calidoso’ que borró al mismísimo Messi hace seis meses en la Copa América, porque lo último que quiere hacer a esta altura de su carrera es rogar minutos. Y supongamos que tiene razón en todo. La pregunta es: ¿está listo para hacerse cargo de las consecuencias?
Si viene, adiós al glamour de Europa con el que se ilusionó tras el inolvidable torneo de Estados Unidos, al anhelo de llegar a la MLS
Porque lo que viene ahora, de manera casi exclusiva, es aterrizar en Colombia, donde ni de casualidad va a seguir facturando al ritmo que lo venía haciendo, ni va a tener la vida de cuento que ha podido conocer lejos de casa. Su célebre “aquí juego hasta cojo” puede no resultar tan cierto, o al menos no tan inmediato.
Si viene, adiós al glamour de Europa con el que se ilusionó tras el inolvidable torneo de Estados Unidos, al anhelo de llegar a la MLS pues allá sí que hay que correr el doble, a la caja registradora de su mediática imagen en el exterior, donde los colombianos nostálgicos se matan por sus camisetas; adiós, finalmente, al status de figura internacional. ‘La tierrita’ provee otras cosas pero de eso, nada.
James Rodríguez Foto:EFE
Y después, bienvenido a la Liga donde los Bacca, Rodallega, Falcao y demás estrellas en el exterior acaban pagando su derecho a piso con meses de adaptación; al campeonato donde se juega en Villavicencio y en Pasto y en Sincelejo sin aire acondicionado, sin tinas de hidromasaje, sin asomo de comodidad; a la competencia en la que todos quieren volverse famosos sacándolo de circulación al costo que sea.
Eso por no mencionar el fin de la tranquilidad, teniendo miles de celulares encima todo el tiempo, tratando de pillarlo en situaciones ‘non santas’, de esas que convierten en celebridad a cualquiera en una red social. Después no diga que no le avisamos…
Somos el fruto de nuestras decisiones y eso, para bien y para mal, nos define. James decidió vivir en Madrid en vez del desafío del Bayern, apostó por el dinero de Catar para salir huyendo, se aburrió de Sao Paulo y de Rayo y ya lo sacaron por una puerta trasera de Everton.
Siempre eligió lo inesperado y perdió. Ya nada es culpa de la suerte. Si su objetivo final es la Selección Colombia, debe saber que tiene un precio y puede que no quiera pagarlo. Esta vez, por fin, debería privilegiar la duda antes que la firma.